![ETA: 30 aniversario del asesinato de Manuel Broseta en Valencia | El día que enmudeció Valencia](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202201/14/media/cortadas/167375555--1968x2088.jpg)
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Treinta años después del asesinato del profesor Manuel Broseta Pont, la fecha del 15 de enero sigue siendo una cita para el reconocimiento obligado de una «leyenda viva en el ámbito universitario», como le calificó el exdecano del Colegio Notarial de Valencia, César Belda. Aquel día de 1992, Valencia enmudeció con las primeras noticias del atentado que difundieron las emisoras de radio y la agencia Efe.
Ante la ausencia de formatos periodísticos digitales y de redes sociales, muchos españoles estuvieron pendientes de los boletines informativos. El reloj marcaba las 10.20 horas. ETA había asesinado de un tiro en la nuca al político alicantino (Banyeres de Mariola, 1932) y catedrático de Derecho Mercantil. La sinrazón y la barbarie del terrorismo se cobraba otra víctima en la ciudad de Valencia.
Desde los jardines de la avenida de Blasco Ibáñez, dos etarras observaron cómo el profesor salía de la Facultad de Derecho y se acercaron por su espalda con cautela para evitar que pudiera apercibirse del ataque. Eran un hombre y una mujer, dos asesinos que planearon el atentado para matar a traición y anular cualquier posibilidad de defensa de la víctima. Segundos después, el varón empuñó una pistola y efectuó el disparo que causó la muerte instantánea del profesor.
Una estudiante de Económicas, Ana P. R., que ahora tiene 52 años, fue testigo del crimen cuando cruzaba un paso de peatones. «Yo tenía delante al pistolero y a la mujer pegada a él, hombro con hombro. El hombre sacó del bolsillo el revólver y le disparó a corta distancia, haciéndole una quemadura muy grande en la nuca», declaró la testigo en el juicio contra Juan Jesús Narváez Goñi, y su pareja, Itziar Alberdi Uranga, los dos etarras a los que la Policía atribuye la autoría del atentado.
Tras caer la víctima al suelo, la joven huyó pero se topó con el terrorista. «Buscaba una escapatoria pero me vi atrapada, noté que alguien me cogía el brazo. Vi la pistola de la que salía humo, y el hombre al sentir que se tropezaba con alguien en su huida, me dio un manotazo y me tiró al suelo», manifestó en la vista celebrada en 2015 en la Audiencia Nacional.
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Los etarras habían planeado muy bien el asesinato, la huida y la posterior explosión de un coche bomba. Sabían que Broseta sólo impartía clases un día de la semana, el miércoles, tras seguirlo en varias ocasiones. Después del tiro por la espalda, los terroristas escaparon a bordo de un Volkswagen Polo que habían robado un mes antes en las inmediaciones del Cementerio General de Valencia y lo abandonaron poco después en la calle Amadeo de Saboya, donde lo explosionaron y causaron heridas graves a un policía. El coche de color rojo estaba aparcado en doble fila en el cruce con la avenida de Aragón. A las 13 horas en punto, la fuerte explosión hizo temblar los edificios más cercanos y provocó numerosos daños en vehículos e inmuebles.
ETA reivindicó el asesinato a través del diario 'Egin' el 3 de febrero de 1992, pero instantes después del atentado ya atribuían su autoría a la banda terrorista. En aquella época, Bernardo Guzmán era jefe de informativos de Antena 3 Radio en Valencia. «A la hora del atentado estábamos en la emisión nacional que dirigía Nieves Herrero, pero el programa se convirtió en un especial tras ir dando cuenta de las primeras informaciones desde nuestro estudio en Barón de Cárcer», recuerda el director de la Cadena Ser en la Comunitat Valenciana.
«Tras recibir la llamada de un testigo, mi compañera Maite Fernández y nuestro técnico José Emilio Julio se trasladaron al lugar del atentado en la avenida Blasco Ibáñez, y desde allí intervinieron varias veces en directo. Fuimos los primeros en dar el nombre de Manuel Broseta tras la confirmación que allí mismo le hizo a Maite el entonces concejal Francisco Camps», afirma Guzmán.
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«A lo largo de la mañana entrevistamos a nivel nacional, entre otros, a Carmen Alborch desde la Facultad de Derecho, a Rita Barberá en el Ayuntamiento y desde los estudios a Paco Puchol, uno de los principales discípulos de Broseta que años después fue presidente del Club de Encuentro Manuel Broseta».
Una semana antes del asesinato, Guzmán entrevistó al profesor en un espacio semanal denominado 'El Ayuntamiento somos todos' que Antena 3 Radio realizaba desde el desaparecido restaurante Ma Cuina. Broseta era un defensor del diálogo en las aulas, los despachos y la calle. Tanto en el ámbito universitario como en el político, demostró ser un catedrático y un asesor adelantado a su tiempo, y muchas de las personas que lo conocieron y admiraron le siguen rindiendo homenaje cada 15 de enero.
El disparo en la nuca que acabó con la vida de Broseta fue un tiro a la democracia. Mientras la Policía acordonaba la zona y esperaba la llegada del juez de guardia para que autorizara el levantamiento del cadáver, el exalcalde de Valencia Ricard Pérez Casado se dirigía desde la Facultad de Historia hasta su despacho de abogados en la calle Periodista Badía. Cuando llegó a la oficina, sus compañeros le dijeron que habían asesinado a Broseta.
Una vez difundida la trágica noticia por la radio y a través de conversaciones telefónicas, las informaciones sobre el atentado corrieron como la pólvora pese a que no había redes sociales ni aplicaciones como WhatsApp, y en pocos minutos, Valencia quedó sumida en una profunda tristeza con sentimientos de rabia e impotencia que se apoderaron de los familiares y amigos del profesor. «Me quedé helado. Teníamos discrepancias pero éramos buenos amigos», afirma el exalcalde, que había pasado esa misma mañana a escasos metros del lugar donde ETA cometió el asesinato. Una semana antes, Pérez Casado y Broseta habían comido juntos en un restaurante. «Habíamos quedado para intentar ayudar a una empresa valenciana que tenía problemas», recuerda el exalcalde.
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