Colegio Santo Ángel de la Guarda de Valencia, pendiente de la licitación del nuevo centro.

El Botánico toca techo con los barracones escolares pese a la promesa de eliminarlos

Educación defiende que casi todos se han instalado para permitir las obras de mejora y Ciudadanos recuerda que hay centros que siguen igual que en 2015

Joaquín Batista

Valencia

Lunes, 26 de septiembre 2022

La Comunitat Valenciana terminó el curso 2021-2022 con récord de barracones escolares. Al menos desde que el Botánico ganó la Generalitat en mayo de 2015. Son casi mil aulas prefabricadas (957 exactamente) que según la Conselleria de Educación se explican en la cantidad ... de obras de mejora que se están realizando y que para Ciudadanos «evidencian el fracaso de la política educativa del Consell», en palabras de su portavoz, Ruth Merino.

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Los datos se incluyen en una reciente respuesta de la administración a varias solicitudes de información del grupo parlamentario. Básicamente se informa de los barracones escolares que había en los ejercicios comprendidos entre el 2015-2016 (que en realidad fue planificado por el PP) y el 2021-2022. Sólo falta el 2019-2020, del que se dio cuenta en una petición previa.

Las estadísticas incluyen las aulas provisionales que funcionaron en cada centro de cada ejercicio académico, así como su tamaño: de 30, 45 y 60 metros cuadrados, siendo las más habituales para uso docente las segundas. Es decir, no todas se utilizan para dar clase, pues pueden servir para acoger servicios complementarios como comedores o bibliotecas (las más grandes), salas de profesores o almacenes. En total son 150 los centros públicos que tenían, al final del ejercicio pasado, al menos un módulo prefabricado, frente a los 208 del 2015-2016. Y muchos de ellos están en la misma situación desde 2015.

Evolución del número de barracones

  • 2015-2016. 820 barracones, de los que el 91% eran de 45 metros cuadrados.

  • 2016-2017. 840 aulas provisionales (91,9%).

  • 2017-2018. 899 barracones (91,5%).

  • 2018-2019. 889 módulos totales (91,6%).

  • 2019-2020. 860 barracones (93%).

  • 2020-2021. 835 instalaciones prefabricadas (91,2%).

  • 2021-2022. 957 barracones (88%).

Por un lado Ciudadanos hace hincapié en el incremento de aulas prefabricadas desde la llegada del Botánico, que es del 16,7%. Y por el otro pone el foco en escuelas concretas en las que el número de barracones se ha mantenido de un ejercicio a otro. Es decir, que esos alumnos han permanecido al menos durante seis cursos en unas instalaciones que se pueden considerar precarias. O recurriendo al argot de la administración, son barracones «estructurales», pues ha pasado demasiado tiempo sin que se corrija su situación. Algo que el propio Consell se comprometió a solucionar durante la anterior legislatura, sin éxito. El Pere Maria Orts de Benidorm, el Rico Sapena de Castalla, el colegio Cañada del Fenollar de Alicante, el Azorín de Petrer, el Vicenta Ruso de Santa Pola, el Marcos Zaragoza de La Vila Joiosa, el IES Patacona de Alboraya o el Soto Micó de Valencia son algunos de los ejemplos que destacan por el volumen de aulas provisionales que mantienen.

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«Estos datos evidencian no sólo el fracaso del plan Edificant, sino de toda la política educativa del Botánico, que es incapaz de garantizar unas condiciones dignas para nuestros hijos en las aulas y también para que los profesores realicen su labor de manera óptima», denuncia Ruth Merino, que incluso vincula la radiografía en materia de infraestructuras con la salida de Vicent Marzà. «Tal ha sido el fracaso que el propio exconseller de Educación huyó de sus responsabilidades trasladando los problemas a su sucesora. No sabemos si avergonzado por su gestión o dando un paso a un lado para coger impulso en su propia carrera electoral», ha añadido.

«Por desgracia, los barracones, junto a las imposiciones lingüísticas, parecen haberse convertido en el mal endémico de la Conselleria de Educación, lastrada por quienes la usaron para lucrarse con las irregularidades en la construcción de colegios durante 20 años, y por quienes ahora no sólo no construyen nuevas aulas sino que utilizan el sistema educativo para avanzar en su hoja de ruta de adoctrinamiento nacionalista», ha sentenciado, antes de destacar que la administración autonómica «cuenta con grandísimos profesionales y un equipo docente inmejorable, pero se ve lastrada por unos dirigentes políticos que ralentizan su funcionamiento«.

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La postura de la conselleria se extrae de la respuesta a Ciudadanos. Tampoco es nueva, pues recurrre al argumento ya utilizado en declaraciones públicas previas y que se puede resumir en esta frase de la consellera Raquel Tamarit, pronunciada el día 16 en la Comisión de Educación de Les Corts: «Si hoy en día hay un barracón instalado es porque hay un obrero poniendo ladrillos en el centro nuevo».

«Hay que indicar que la práctica totalidad de las instalaciones prefabricadas tienen ahora su origen en actuaciones de reforma, rehabilitación integral, adecuaciones o reposiciones (centros nuevos). Por tanto, la situación es radicalmente diferente a la que se daba durante anteriores gobiernos, en los que estas situaciones eran crónicas», se alega en la respuesta de la administración.

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Desde el departamento, a consultas de LAS PROVINCIAS, insisten en la idea: «Todas las aulas prefabricadas que hay en el sistema educativo tienen detrás un proyecto de construcción con las obras en marcha o en planificación y con la inversión garantizada».

Además, señalan que todas las escuelas «íntegramente en barracones estructurales» heredadas en 2015 llegaron sin ningún proyecto para su construcción, y que desde entonces se han levantado 65 centros educativos y mejorado otros 307 «gracias a una inversión superior a los 300 millones, que han generado también más de 7.500 empleos en el sector de la construcción». Los datos se refieren tanto al programa Edificant como a las obras no delegadas que asume la propia administración. De cara al futuro están en marcha 158 escuelas, con un presupuesto superior a 400 millones, según las mismas fuentes.

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Promesas de eliminación

Pocos meses después de llegar el Botánico, en enero de 2016, se presentó el Mapa de Infraestructuras Escolares, una relación de obras a acometer durante la anterior legislatura. No sólo se incluían nuevas construcciones y ampliaciones por necesidades de escolarización o rehabilitaciones por el mal estado de las instalaciones, sino también todos los centros heredados del PP que estaban total o parcialmente en barracones, con la promesa de que estarían construidos o en proceso en 2019. Se incluyeron 189 colegios de este tipo, de los que 25 estaban formados íntegramente por barracones.

Este programa nació herido de muerte por la falta de personal técnico suficiente para sacar adelante semejante volumen de trabajo. Así, a finales de 2017 se presentó Edificant. Mediante la cesión a los ayuntamientos de las competencias en materia de infraestructuras educativas, aportando el Consell los fondos necesarios, se pretendía agilizar las obras pendientes. Se han incuido trabajos de todo tipo, muchos de ellos relacionados con la retirada de barracones.

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Respecto a los 25 íntegramente en barracones (cifra que más tarde se elevó a 27), el trabajo está prácticamente acabado, más allá de que se incumpliera el primer plazo dado, excesivamente optimista. En el listado facilitado a Ciudadanos sobre centros con barracones hasta el curso pasado aparecen varios de esta lista que o bien han entrado en funcionamiento este mismo septiembre o lo harán a lo largo del curso tras años viviendo entre aulas modulares. También aparece el más retrasado del listado, que aún no ha llegado a la fase de licitación; la escuela infantil de Elda, que está incluida en Edificant.

No sucede lo mismo con los colegios parcialmente conformados por módulos prefabricados, que son la mayoría de los que señala Ciudadanos como barracones que ya se pueden considerar estructurales por los años que acumulan sin que lleguen las obras nuevas. Son varias decenas, además de los citados, siendo la mayoría centros pequeños que en 2016 tenían alguna unidad prefabricada de uso docente y que todavía aparecen en el listado oficial. Síntoma de que queda trabajo por hacer seis años después de prometerse su eliminación.

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