Las otras consecuencias del coronavirus

Cuando se normalice la pandemia vamos a tener otra grave crisis sanitaria, algo que no hemos visto en la vida». Fernando García, presidente provincial de CSIF Sanidad, apunta de esta forma a las otras consecuencias del coronavirus, las que sufren ya pacientes del amplio abanico de patologías ajenas al Covid-19, acuciados por las demoras en la asistencia y por una reducción del necesario control médico que, con el tiempo, agrava sus dolencias. La detección precoz de enfermedades tan graves como el cáncer y el seguimiento de pacientes crónicos se han visto reducidos en Atención Primaria, donde los médicos de familia están desbordados por el virus; y en Especializada, donde se han llevado a cabo unas 1,3 millones de consultas menos -y en buena parte de ellas se habrían desarrollado pruebas diagnósticas que tuvieron que posponerse-.

La ocupación de quirófanos para convertirlos en unidades para atender a enfermos críticos y la casi suspensión de las operaciones no urgentes durante más de dos meses -cerca de tres- ha provocado que no se lleven a cabo más de 60.000 intervenciones quirúrgicas, cifra que probablemente se elevará aún más cuando la Conselleria de Sanidad difunda el balance de 2020. Y en cada uno de estos casos hay un paciente, y detrás de parte de ellos «un drama personal, familiar y de salud», como lamenta García.

Ruth (nombre ficticio para preservar su intimidad) es una de las afectadas. Esta vecina de la Marina Alta tenía pendiente una prueba en el hospital de Dénia a la que iba a ser sometida el pasado mes de marzo, previa a una cirugía. Pero al decretarse el estado de alarma se paralizó la actividad y su prueba se retrasó hasta mayo. Unas semanas después entró en lista de espera para que le extrajeran la vesícula. Tras meses sin noticias, la cita para el anestesista la obtuvo para principios de diciembre y, cuando ya estaba todo listo, la Conselleria de Sanidad volvió a decretar la suspensión de operaciones demorables. Ruth, casi un año después, sigue sufriendo su dolencia, que inevitablemente se ha agravado en este tiempo.

Los más vulnerables, además, vuelven a verse penalizados. Los médicos de familia han tenido que reducir, incluso, las visitas a personas dependientes que no se encuentran en residencias y a ancianos que viven solos, y una de las razones ha sido por tratar de protegerlos, puesto que el personal sanitario teme en muchas ocasiones ser vector de contagios.

La pandemia ha provocado el cierre de buena parte de los quirófanos durante unos dos meses para poder ser utilizados como salas para enfermos críticos o directamente para liberar camas hospitalarias, lo que se traduce en que se hayan dejado de realizar más de 60.000 intervenciones este ejercicio en comparación con el año anterior. El desplome de la actividad quirúrgica también ha hecho que se incremente el tiempo medio de espera en 39 días hasta superar los cuatro meses, puesto que se han suprimido durante varios meses los planes de autoconcierto para maximizar la actividad de los quirófanos fuera del horario habitual.

Espera media: 86 días en enero de 2020 - 125 días en diciembre de 2020.

El cierre de las consultas de Atención Especializada durante la primera ola y las limitaciones implantadas en la actual acometida del virus ha dejado alrededor de 1,3 millones de visitas pendientes (en la comparativa con el año anterior). «Hay retrasos considerables en prácticamente la mayoría de las pruebas diagnósticas, colonoscopias, TAC, exploraciones radiológicas... y todo eso va a tener consecuencias, puesto que los retrasos en el abordaje y el control de las patologías provocan evoluciones peores», advierte el secretario general del Sindicato Médico, Víctor Pedrera. La detección precoz de dolencias, por tanto, se ha visto seriamente afectada por estas demoras.

1.300.000 consultas menos en 2020. Durante el confinamiento se suprimieron un 90% las consultas

Los médicos de familia acumulan en este último año más consultas que en el ejercicio anterior, pero alrededor del 80% de las citas (el grueso, telefónicas) están relacionadas con el coronavirus, por lo que el control de otras patologías se ha visto reducido. «Ha empeorado el control metabólico de pacientes diabéticos, hipertensos y del resto de patologías crónicas. Tenemos que aprovechar el valle antes del a cuarta ola y ponernos al día», apunta la presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, María Ángeles Medina. La profesional también alerta de que se han espaciado las visitas y se han agravado patologías mentales como la depresión, la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

La primera ola del Covid-19 frenó la vacunación de los niños -con un descenso de hasta el 50% en las dosis de recuerdo- y limitó el seguimiento de dolencias como el asma o la obesidad en los menores. Fernando García-Sala, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap) apunta que, tras el verano, se logró reducir esos porcentajes y «volver a la normalidad». Señala que la atención a las patologías crónicas «se ha retomado aunque no de la forma que nos gustaría», puesto que en esta tercera ola «ha vuelto a disminuir». Han aumentado los casos de obesidad, cefaleas, alteraciones del sueño, visuales o dermatitis por el sedentarismo, el abuso del uso de tablets y de gel hidroalcohólico.

El coronavirus también ha tenido un importante efecto en la detección del cáncer, causando retrasos. Durante la primera ola se paralizaron los cribados. Eso hizo que durante el inicio de la pandemia a un 21% de los pacientes se no se le diagnosticara o que fuera diagnosticado tarde. En la Comunitat equivaldría a más de 1.500 personas en los tres primeros meses, del total de 30.000 nuevos casos detectados el pasado año. El Instituto Nacional de Estadística estima en 698.300 los valencianos de 50 a 69 años que no se han hecho el test de heces, lo que supone que un 55,1% de la población de riesgo. Otras pruebas que también han caído son las citologías y las biopsias.

En total son 4.983 los dependientes valencianos que no podrán, por el momento, recibir la vacuna contra el Covid-19 al encontrarse en lista de espera para la valoración que reconozca su situación, según denuncia la sociación estatal de directores y gerentes de Servicios Sociales. En total son más de 20.000 los dependientes que aún no han obtenido este reconocimiento o no han podido aún beneficiarse de las ayudas previstas en la normativa estatal. De ellos, cerca de una tercera parte aspira a obtener el grado 3 (grandes dependientes, el siguiente colectivo en recibir los viales según la planificación del Ministerio de Sanidad). En esta situación también se encuentran 19.264 cuidadores no profesionales, que tampoco cuentan con el reconocimiento.

5.000 dependientes sin inmunizar. Más de 20.000 personas en la lista de espera de dependencia