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BELÉN HERNÁNDEZ
Martes, 10 de enero 2023, 12:49
El relato que Beatriu F.C. confeccionó para tratar de engañar al jurado y convencerles de que había tratado de darle a Isaac la muerte digna que quería no ha dado sus frutos. La Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a 25 años de cárcel a la acusada de matar a su marido que padecía una discapacidad y después enterrar su cuerpo en una parcela que adquirió en Godelleta en el año 2019. Un jurado popular la declaró culpable al finalizar el juicio.
A pesar de que tanto la acusación particular como la Fiscalía pidieron que se le condenara a la prisión permanente revisable, el magistrado-presidente del Tribunal del Jurado rechaza imponerla en la sentencia. El Tribunal considera que la víctima, Isaac Guillén Torrijos, estaba en un estado de especial vulnerabilidad debido a la enfermedad degenerativa que padecía. Esto permite calificar los hechos de asesinato, por el hecho de que no podía defenderse.
«La situación de desvalimiento o vulnerabilidad de la víctima por razón de su enfermedad, visto los términos del veredicto, integra de modo inescindible la situación de indefensión, que posibilita la estimación de la alevosía», razona el juzgador. En ese sentido, una vez apreciada la alevosía que cualifica el asesinato, «no se puede volver a valorar esa vulnerabilidad en evitación de doble ponderación de la situación de indefensión, con quiebra del principio 'non bis in idem'», agrega el magistrado -presidente del Tribunal del Jurado.
Crimen de Godelleta
Isaac dependía de terceras personas para que le ayudaran en sus necesidades vitales o le ayudaran a desplazarse debido a la enfermedad degenerativa del sistema nervioso que padecía. La víctima y la condenada estaban casados desde 2017. Fue dos años más tarde cuando Beatriu planificó el asesinato de Isaac. Según alegó la acusación particular, fue por motivos económicos dado que él planeaba separarse y la mujer no tenía ningún tipo de ingresos propio. Entonces tendría que despedirse de cobrar la pensión y el seguro de vida. Y no pensaba permitirlo.
La condenada adquirió una parcela vallada y apartada en la localidad de Godelleta. Además, pidió que se cavara una zanja de las dimensiones idóneas para enterrar un cadáver. También incluyó a su hijo en su 'plan maestro'. Como declaró ante las autoridades, su madre le convenció de que estaban ayudando a Isaac. La víctima se había planteado con anterioridad someterse a la eutanasia cuando su estado de salud empeorara y la condenada manipuló a su hijo para que le ayudara a lo que pensaba que era «darle una muerte digna a su padrastro».
El 1 de diciembre de 2019, acompañada por su hijo, metió a Isaac en un coche y le dio «una pastilla para dormir». Cerró las puertas del vehículo y abrió una botella de gas de butano. Se fue con el entonces menor de edad a dar un paseo. Esperando. Confiando en no tener que mancharse las manos. Pero cuando volvieron la víctima todavía se movía.
Entonces la condenada se dio cuenta: 'tenía que terminar el trabajo'. Cogió el cordón de las zapatillas de su hijo y estranguló a Isaac hasta cerciorarse de que dejaba de respirar. Cuando el joven le increpó que se suponía que le iban a proporcionar a su padrastro una 'muerte indolora', la madre le amenazó con que si hablaba le cargaría con todas las culpas.
La acusación particular siempre mantuvo el mismo argumento a lo largo de todo el procedimiento: «Isaac quería morir, pero no de esa forma». En sus declaraciones, la hija de la víctima también sostuvo que su padre todavía no estaba en estado terminal y que le había prometido que, en caso de que fuera a proceder a quitarse la vida, sería la primera en saberlo.
El hijo de Beatriu guardó silencio en el juicio, mientras que la condenada trató de huir de su culpabilidad siguiendo la línea del arrepentimiento. «Yo no quería que muriese así, lo juro. No tenía que haber muerto así. Cogí un cordón y lo ahogué, para terminar pronto. Me acuerdo que del coche se me cayó, por eso serán las contusiones. Jamás le toqué y le pegué. Es normal que entre parejas haya discusiones. Claro que le chillaba, él a mí también. Cuando lo saqué del coche se me cayó porque yo sola no puedo con él», declaró Beatriu.
Pero de nada valieron sus argumentos. Ahora tiene que cumplir una pena de 25 años de prisión por haber asesinado a Isaac Guillén Torrijos. Además, debe pagar una indemnización de 285.000 euros a los dos hijos del fallecido, fruto de una relación anterior.
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