BELÉN HERNÁNDEZ
Miércoles, 14 de septiembre 2022, 00:06
El acoso escolar o 'bullying' se ha enquistado en el día a día de los más jóvenes. Las burlas e insultos apagan las risas y los juegos. Cada vez más escolares sufren este tipo de violencia o están al tanto de que hay una línea ... que separa lo que puede considerarse como «un juego de niños» de los agravios continuados. Un informe de la Fundación ANAR confirma que uno de cada cuatro alumnos, lo que corresponde al 24,4%, fue testigo de casos de acoso escolar. Esta cifra supone 9,2 puntos más con respecto a los datos obtenidos en 2020.
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Siempre ha existido el acoso pero, según el estudio anual de la Fundación Mutua Madrileña y de la Fundación ANAR, «está cambiando desde el parón escolar de la pandemia». El abuso psicológico predomina por encima del físico. A las patadas y los golpes, que han pasado de significar un 38% un 31% de 2020 a 2021, los han desbancado los insultos, los motes o las burlas, que representan el 89, 5%. No por ello el panorama es menos preocupante. Un moratón tarda unos días en desaparecer, pero hay palabras que no se borran de la mente ni aún al cerrar los ojos. Insultos que mutan y se convierten en inseguridades. Motes que persiguen la inocencia y tratan de llevarle ventaja.
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Los agresores eligen a sus víctimas a conciencia y, en un 51,3%, todo el peso recae en una sola persona que tiene que cargar en su espalda con el peso de todas las críticas. No son sólo casos fugaces, un 29,9% de los alumnos encuestados consideran que hay personas que sufren acoso durante más de un año. Cualquier excusa es buena para un verdugo, ya sea cebarse con el aspecto físico en un 56,5% de los casos o con el comportamiento del acosado, que representa un 53,6%. Incluso la envidia puede motivar el bullying, otro de los motivos que más motivan a los verdugos es que su víctima tenga un buen rendimiento escolar, que representa un 20,7%. Aunque tampoco hay que obviar que la propia personalidad del agresor sea un condicionante indispensable para que se produzca el acoso. Los entrevistados en el IV informe de ANAR, 'La opinión de los estudiantes', aluden que esta variable condiciona un 20,2% de los abusos.
Las nuevas tecnologías pueden cambiar de ser un adelanto a convertirse en un atraso en un abrir y cerrar de ojos. Hace años, el acoso escolar terminaba cuando lo hacía la jornada. Las 17.00 de la tarde se convertía en el momento más esperado de los alumnos que tenían que soportar burlas y abusos por parte de sus compañeros. La campana que anunciaba el final de las clases era un alivio, un anuncio de que comenzaba la tranquilidad en aquella época en la que nadie iba a contactar con sus víctimas mediante el teléfono fijo para seguir con los abusos.
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Ahora, el paradigma es completamente diferente. Las redes sociales que se crearon con el objetivo de salvar las distancias entre los seres queridos también se han convertido en aliadas de los verdugos que o se camuflan y reconfortan bajo el anonimato o bien, encuentran la forma de acabar con las horas muertas al seguir con el machaque continuado a sus víctimas. WhatsApp es la plataforma por excelencia donde más se produce 'ciberbullying', con un 66,9% de los casos, aunque también entran en acción redes sociales más novedosas como Instangram, con un 53,1% o TikTok con el 48,6%.
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Los alumnos de Primaria, pequeños de 6 a 12 años, refieren a que los abusos van más allá de las plataformas convencionales y los insultos también están presentes en los juegos online, Twitch y Facebook. Los acosadores no suelen ser desconocidos. En un 85,2% pertenecen al mismo centro escolar y, en su gran mayoría, van a la misma clase. En cuanto a la forma de actuar al recibir críticas de manera virtual, un 29,1% dicen que le contarían la situación a un adulto mientras que un 20,8% piensan en bloquear a la cuenta o a eliminar los comentarios negativos. La opción menos atractiva para los estudiantes es presentar una denuncia, con un 20,1%.
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El hecho de que el bullying se haya convertido en un fenómeno tan frecuente también hace que los agresores sean más abiertos al reconocer que han participado en estos casos, uno de cada cuatro (24,4%) reconoce que sí lo ha hecho, un porcentaje 2,6 puntos más alto que en 2020 y 2021.
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