El miércoles terminará el curso más extenuante, superado con nota gracias a la disciplina y el esfuerzo de la comunidad educativa, que ha permitido que la pandemia se haya asomado poco a las aulas. Al menos es lo que indican las cifras oficiales. ... También apunta en la misma dirección la experiencia vivida. En septiembre, cuando nadie habría apostado por semejante desarrollo, se contempló la opción de cerrar centros en caso de transmisión descontrolada, pero sólo se han dado un par de casos puntuales.
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Representantes de familias, alumnos, profesores y colegios coinciden en que ha sido posible gracias al trabajo conjunto de todos, aunque también se destacan algunas sombras en la gestión, como la regulación de la semipresencialidad -que se pudo mitigar con el curso ya iniciado- y el retraso en el pago de los gastos extraordinarios o en la dotación de medios y materiales de prevención.
En cuanto a las cifras, Educación ha facilitado balances semanales sobre las aulas confinadas tras detectarse positivos. En ningún momento se ha superado el 2,1% del total (registrado en enero). Si el cálculo se realiza sobre los centros afectados -con algún grupo en cuarentena- en el peor momento el porcentaje se elevó al 26% en la semana de referencia.
Desde finales de enero la administración ha facilitado también el número de alumnos y profesores con positivos confirmados. En la fase más dura, tras las Navidades, la pandemia afectó al 0,78% del alumnado total y al 1,58% del profesorado (también en la semana de referencia).
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El momento más difícil de la pandemia, la tercera ola, causó inquietud en las escuelas, con peticiones de cierres para frenar la transmisión por parte de asociaciones de padres, sindicatos e incluso partidos del propio Consell, como Podemos. Por entonces los filtros de aire no habían llegado a las aulas, no se distribuían mascarillas de alta protección y había saturación en la realización de PCR. La carta firmada por 259 directivos de 172 centros públicos en la que lamentaban el abandono de la administración fue sintomática del ambiente.
«La palabra que define el curso es sobresfuerzo. Si la incidencia ha sido tan aceptable es por el magnífico comportamiento del alumnado, el profesorado y las familias», explican desde el STEPV, el sindicato docente mayoritario. La principal crítica que traslada a la conselleria fue «la falta de actuaciones» en los momentos más duros -enero y febrero- «cuando insistimos en medidas contundentes como retrasar la vuelta tras las Navidades, pero no se aceptó y se dispararon los casos», añadieron.
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La falta de dotación de mascarillas FF2 desde principios de curso o una mayor agilidad en el reparto de los filtros de aire -anunciados en noviembre y que se terminaron de distribuir en marzo- son otras críticas de la organización.
«El resultado podría calificarse de afortunado, con bastantes despropósitos, y no ha sido peor por el enorme esfuerzo de la comunidad educativa y de los docentes, que han acabado agotados física y psicológicamente», dice Laureano Bárcena, presidente de ANPE CV. Por ejemplo, lamenta que muchas aulas no llevaran a cabo la cuarentena establecida, pues la notificación de Salud Pública llegó tarde, que los requisitos para confinar grupos fueran tan restrictivos, «con casos de Secundaria donde se dieron cuatro o cinco positivos sin que llegara a cerrarse la unidad», o la manera de expresar los datos por parte de conselleria, muy diferente a la tasa de incidencia acumulada. Por último, también se refiere a los retrasos en la entrega de materiales sanitarios y critica la carga de responsabilidad hacia los equipos directivos.
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«No se ha conseguido por casualidad», añaden desde la Federación de Enseñanza de CC.OO. PV. «Hay que estar en un centro para ver lo bien que se ha hecho, con más trabajo, incluso asumiendo riesgos y haciendo las adaptaciones necesarias. Y el alumnado ha soportado la situación hasta límites insospechados», señalan. También defienden que disponer de instrucciones y planes de contingencia desde finales del ejercicio anterior y el refuerzo extraordinario de personal (más de 4.300 docentes) han contribuido a la situación. El lunes ha convocado una concentración para reclamar su mantenimiento de cara al nuevo ejercicio.
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CSIF también destaca el esfuerzo conjunto como clave del resultado aunque lamenta que la conselleria no haya tomado todas las medidas posibles, «como filtros HEPA (se reclamaban para todas las aulas), detectores de CO2 o un aprovisionamiento regular y continuado en el tiempo de mascarillas FFP2», señala José Seco, presidente de Educación de CSIF Comunitat Valenciana.
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«Empezamos el curso pensando que no íbamos a durar mucho por la situación sanitaria y poco a poco se fue demostrando que el modelo no estaba equivocado. La valoración es muy positiva y consideramos que hemos aportado mucho para reducir la curva», apunta Quique Martínez, presidente de la Federación Valenciana de Estudiantes (Faavem). «Espero que el ejercicio que viene no nos llevemos sustos por habernos confiando y que pronto podamos incluso quitarnos las mascarillas en las aulas, que hacen que las relaciones sean mucho más frías», reflexiona.
Martínez alude a la semipresencialidad como el principal problema. «No porque no sea un modelo válido para los alumnos más mayores a través de diferentes contenidos y nuevas metodologías, sino porque tal y como se ha planteado ha contribuido a la desigualdad», sentencia.
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«Las familias y el personal, que también son familias, han puesto mucho interés en que las cosas salieran bien, cumpliendo el protocolo y siendo obedientes. Se lo han tomado en serio», tercia Luis Gamón, presidente de la Federación Católica de Apas de Valencia. Y Sonia Terrero, de la Confederación Covapa, aunque coincide en el buen trabajo conjunto recela de la estadística oficial, «con brotes que se han considerado de ámbito social», y plantea que las medidas sanitarias estén coordinadas por personal de enfermería, petición que no ha fructificado este año.
Alberto Villanueva, de la patronal de centros Feceval, destaca que «los colegios están acostumbrados a la disciplina y las medidas sanitarias se han cumplido a rajatabla». Además se refiere a las dotaciones extraordinarias de medios. «Sin ese apoyo de conselleria habría sido muy difícil», dice. Así, pese al retraso, los pagos de los gastos llevan varias semanas produciéndose. Vicenta Rodríguez, de la patronal Escuelas Católicas, también destaca «la obediencia a las normas planteadas» y la coordinación entre Educación y Sanidad, antes de referirse a la necesidad de mantener los recursos.
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