BELÉN HERNÁNDEZ
Lunes, 27 de junio 2022, 19:42
Durante las tres semanas en las que se ha celebrado el juicio sobre el caso de Marta Calvo, el acusado, Jorge Ignacio P.J., se ha mostrado impasible. Sin mantener contacto visual con ninguno de los presentes en la sala. Sin mostrar nigún tipo de emoción humana. Hasta que este lunes 27 de junio, fecha en la que se ha celebrado la décima sesión del juicio, ha estallado al escuchar las declaraciones de dos de sus supervivientes. Su inexpresividad se ha convertido en miradas fijas. En una gesticulación exagerada. Risas sarcásticas y un constante ceño fruncido. Atrás quedó la pasividad en la que se ha escudado Jorge Ignacio en las últimas sesiones del juicio.
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La primera víctima que ha entrado en la sala Tirant lo Blanch II de la Ciudad de la Justicia de Valencia para dar su testimonio ha confesado que no se olvidará de aquel 24 de octubre en el que se produjeron los hechos. «La fecha se me ha quedado marcadísima», ha confirmado la mujer.
En el primer encuentro que mantuvieron la víctima y el acusado, este le solicitó que realizaran una 'fiesta blanca'. Ella aceptó. Sin embargo, «él sacó una bolsa de cocaína de un tamaño considerable», ha declarado la mujer mientras hacía un cuenco con sus manos. «No es muy hablador. Me pagó y se duchó. Cuando volví él ya había sacado la droga. Preparó dos rayas de cocaína y empezamos la relación», ha relatado la primera testigo.
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Armándose de valor, ha proseguido en su declaración: «Insistía mucho en que consumiera. Era muy antipático. Al principio me pareció que Jorge Ignacio también consumía aunque hay mucha gente que puede fingir».
Durante la cita que mantuvo con Jorge Ignacio, la mujer empezó a encontrarse mal. Para cuando pudo percatarse, el acusado tenía a su lado varias piedras de cocaína. La mujer le preguntó si le había introducido alguna de esas piedras, a lo que Jorge Ignacio respondió que no. Pero, «fui al baño y expulsé una piedra de cocaína. Luego encontré otras tres piedras en mi sexo. Volví y se lo dije. Estuve una hora convaleciente y ni se preocupó por mí. Cuando le comenté que había encontrado las piedras de cocaína se introdujo una de ellas en el agujero de su pene», ha recordado la testigo.
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La superviviente de Jorge Ignacio P. J. ha asegurado en su declaración que nunca se había visto envuelta en una situación similar. «Lo que hace él no es una 'fiesta blanca'. Le dije: 'Con esta cantidad me dará una sobredosis. Estás loco. Casi me matas'».
«Después se fue y se llevó con él las piedras de cocaína. Le dije que volviera para pagarme la hora y media que estuve mala y al día siguiente vi sus WhatsApp diciendo que había regresado y que le abriera, pero yo ya estaba durmiendo», ha recordado la mujer.
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Jorge Ignacio P. J. volvió a ponerse en contacto con la testigo con la intención de que tuvieran una segunda cita. «Sólo accedí a reunirme con él de nuevo para que me pagara el dinero que me debía por la hora y media que estuve convalenciente», ha afirmado ella.
Este segundo encuentro se produjo de manera casi simultánea con el crimen de Marta Calvo. En esta ocasión, la víctima ha comentado que notó que el acusado estaba «nervioso». «Vino de una manera muy extraña. Lo vi violento. Me dijo: 'cállate que hablas mucho'. Cada vez se ponía más agresivo. Me asustó muchísimo».
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El acusado mantuvo esta actitud a lo largo de todo el encuentro. «Me chilló cuando le pregunté cuánto tiempo iba a estar. Le llamé la atención y me miró de forma muy intimidatoria. Fingí que me llamaban por teléfono y se fue».
Entre los testigos citados en esta décima sesión, ha entrado en la sala de vistas el guardia civil que le tomó declaración a esta víctima. «Distinguimos muy bien entre una persona que está nerviosa y una que tiene miedo. Te dabas cuenta de su valentía, pero se vino a bajo mientras relataba los hechos. Se notaba que vio peligrar su vida y que estaba aterrorizada», ha defendido el agente.
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Otra de las supervivientes de Jorge Ignacio P. J., que también estaba previsto que prestara declaración este lunes 27 de junio, ha alegado que se encontraba «indispuesta». «No ha podido dormir en toda la noche y ha tenido que tomarse ansiolíticos. Prefiere retirar la acusación a volver a revivir esta experiencia», ha alegado el abogado de la acusación particular.
La vista ha proseguido con el testimonio de otra de las víctimas. Sus declaraciones coinciden con las del resto de mujeres que han denunciado a Jorge Ignacio. «Insistía en que consumiera estupefacientes y se negó a consumirlos él. Decía que acababa de volver del cumpleaños de un amigo suyo y que ya había tomado mucho».
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«Sacó un cilindro bastante grande con cocaína. Esparció la droga en un plato. Había puesto una cantidad que no consume nadie. Ni siquiera las personas más adictas». A lo largo de la cita, la víctima notó que el acusado le había introducido «una roca como un grano de uva» en su sexo. «Me ardía y me exploré y extraje la droga de mi cuerpo. Me volvió a decir que yo había aceptado a realizar una 'fiesta blanca' y le dije que no consistía en eso. Seguimos con la condición de que no lo volviera a hacer».
Pero la situación se repitió. «Vi cómo volvió a introducirme otra roca de cocaína. Me la saqué e intenté pedir ayuda por la ventana». En aquel momento, no pasaba nadie que pudiera atender su llamada de auxilio. La víctima comenzó a vestirse para salir huyendo de aquella habitación donde había mantenido la relación con Jorge Ignacio.
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«Él estaba apoyado en la pared mirándome con frialdad. Parecía que estuviera esperando a ver qué me pasaba», ha recordado la víctima. Un biombo ha impedido que ella y el acusado se vieran. La mujer ha declarado junto a una acompañante que le ha dado la mano en todo momento para que se tranquilizara.
En aquel momento, su pesadilla todavía no había terminado. «Me persiguió pidiéndome que le devolviera el dinero que me había dado y le dije que no. Me estaba esperando un chico en el coche para hacer otro servicio y se enfrentó a Jorge Ignacio».
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Lejos de achantarse, el acusado se envalentonó. No dudó en amenazar al hombre que trató de defender a la víctima tras ver la situación en la que esta se encontraba. «Le dijo a mi compañero él que no se iba a liar a puñetazos, que él se dedicaba a 'balacear'. Tuve una pareja latina y sé que significa tirotear».
Esta cita marcó a la víctima de por vida. «Ya no me fío de la gente. También me dejé el trabajo y cambié mi número de teléfono. Si no acudí al hospital es porque tengo cuatro hijos y sentía vergüenza de que supieran a lo que me dedicaba», ha concluido la testigo.
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