![El drama de los delitos sexuales silenciados en la Comunitat](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/04/10/1463445675-ka0F-U20036435415cdC-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Sara es una valenciana de 24 años. Y en tan corto periodo de tiempo ya ha bajado un par de veces a los infiernos. La violaron dos veces. Una cuando tenía 16 años. Otra al año siguiente. En ambas ocasiones, el sentimiento de culpa y el miedo a hacer daño a sus seres queridos le frenaron a la hora de acudir a la Justicia. Prefirió callar. Llevar el dolor en silencio. «No denuncié porque no quería hacer daño a mi familia. Mi padre se ponía muy agresivo cuando salían noticias sobre violaciones. A mi madre le ponían muy triste. No quería que supieran que a mí también me había pasado». Guardó su dolor en una caja, en un rincón bien hondo de su pecho, para impedir que le salpicara a otros, aunque a ella le desgarrara por dentro.
No es la única que ha pasado noches en vela mirando al techo. Con pesadillas en las que revivía las agresiones sexuales. Que no le dejaban escapar del infierno que sufrió, aunque tratara de tapar las heridas. Dos estudios de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUD) y de Save the Children apuntan a que sólo se denuncian entre el 10 y el 15% de los delitos contra la integridad sexual. Alrededor del 85% de las víctimas deciden callar. Vivir en silencio con el espanto. Por temor a dañar a sus familiares. Por pavor a veces al lento y farragoso sistema judicial. El año pasado se denunciaron en la Comunitat 2.203 delitos contra la integridad sexual. Si hacemos caso a los estudios, unos 10.000 casos jamás salen a la luz.
Cinco mujeres relatan a LAS PROVINCIAS el calvario que sufrieron. También, por qué no acudieron a la Justicia. El periódico accede a ellos tras buscar este tipo de testimonios entre familiares y amigos. Mantiene con ellos charlas por teléfono. Y desgrana, por primera vez en muchos casos, su infierno silenciado. El nombre de todos ellos, menos el de Kiara, es ficticio para preservar su intimidad. Aquí destapan sus tormentos.
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Javier Martínez
La vida de esta valenciana se quebró siendo una adolescente. A manos de su mejor amigo. Confiaba en él. No sintió miedo cuando le llevó a dar una vuelta en su coche. Tampoco cuando le besó. «Empezó a subir la intensidad de los besos y le dije que parara». Sara es de Valencia y tiene 24 años. La violaron a los 16. No fue hasta los 20 cuando pudo pronunciar en alto la frase: «Me han violado». Durante mucho tiempo, se avergonzó de lo que le había pasado. Como si fuera algo que debiera ocultar. Aquel hombre al que consideraba su ser querido la forzó a pesar de sus negativas. No paró aunque la chica se lo suplicara. Truncó su mundo en unos instantes. Le hizo creer que tenía la responsabilidad de lo que había sucedido. Prefirió cargar ella misma con el sufrimiento a que sus seres queridos derramaran una lágrima.
«Ni siquiera podía explicar lo que había pasado», relata por teléfono mientras recuerda el estado de 'shock' en el que se encontró. Su cuerpo se dejó guiar por su instinto de supervivencia. Desconectó de la realidad. Pero aunque tratara de opacar todos los pensamientos al respecto, su alma sabía que la habían masacrado. «Me estuve duchando cada dos horas hasta que me fui a dormir. Durante una semana me duchaba dos veces al día», cuenta desconsolada. Luego se enteró de que aquel hombre había agredido a una gran lista de mujeres. Y entonces se culpó por haber guardado silencio.
Apenas un año después, cuando todavía no se había recuperado, volvieron a violarla. «Fui a casa de un chico con el que estaba quedando. Me ofreció un cubata y me lo bebí. A las cuatro horas me desperté sin ropa en su cama y me dijo que habíamos tenido sexo y que yo quería», relata Sara. El agresor le dijo que no habían usado protección. «Fui al ginecólogo y sólo me dijo que no me pasara con la bebida« y que me tomara la píldora del día de después». Y allí quedó todo. Desorientada por la droga. Sin saber qué había pasado ni dónde acudir.
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Doménico Chiappe
Su cara es el valor personificado. «La verdad es que no recuerdo nada. Tampoco quiero. Ni siquiera lo denuncié». Ella es Kiara. Valenciana y valiente. Sufrió una agresión sexual y prefirió condenar esa experiencia al olvido. Pasar página. Hacer como que nada había pasado. No dejar que el dolor la consumiera. Ya no. Ahora da su nombre y rostro para prevenir a otras chicas jóvenes que hayan pasado por lo mismo. Para demostrarles que no están solas.
Ocurrió hace cuatros años tras una fiesta por el paseo marítimo de la capital. Bebió demasiado y perdió el conocimiento. Cuando se despertó, contempló asustada que dos amigos suyos se estaban pegando. «Uno de ellos me masturbó pensando que no lo veía nadie y el otro lo descubrió», narra la joven de 21 años. Entonces tenía 17.
Hoy habla con LAS PROVINCIAS y da la cara para que otras reflexionen. Para que se animen a salir de ese anonimato y dolor solitario. Para hacer Justicia. Y reflexiona sobre por qué actuó así: «Creo que al no recordar lo que pasó y además necesitar testigos no denuncié para evitar crear más problemas en mi grupo de amigos». Decidió no volver a ver al hombre que le había agredido. Ponerle un punto y final y no dejar que esa mancha le afectara en su vida.
A veces, demasiadas veces, el terror duerme a tu lado. Lidia tenía una relación con un chico. Ocurrió hace menos de un año. Su pareja conocía sus límites a la hora de mantener relaciones sexuales. «Le dije claramente que no y aún así lo hizo. Cuando acabó me puse a llorar», dice Lidia de 21 años. No fue consciente hasta unos meses después, cuando se dio cuenta de lo que había pasado. «Él me lo pintó como que eso era amor, pero mi intuición me decía que había algo mal».
La agredieron el pasado mes de junio, pero al tardar en reconocer que se trataba de un delito decidió no denunciar. También, la poca información al respecto fue uno de los motivos por el que calló: «Creo que ya no estoy a tiempo. Tampoco tengo recursos económicos para pagarme ayuda psicológica».
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José Antonio Guerrero
El daño físico te hace sufrir. El psicológico, te hunde. «Cuando decidió parar de forzarme, lo único que me dijo riéndose de mí fue: «¿Estás llorando, en serio?'». La valenciana Carmen tenía sólo 15 años cuando bajó a los infiernos. Estaba quedando con un chico dos años mayor que ella. Él le propuso subir a su casa. «Le dije claramente que no quería hacer nada sexual antes de que subiéramos», revela la joven, que ahora tiene 21.
Pero él la violó. Ella le dijo que parara. Él se negó. Era sólo una niña cuando aquel agresor la atacó. Incluso le hizo sangre. «No denuncié porque me di cuenta de lo que había pasado tiempo más tarde». Además, se sentía desmoralizada y no confiaba en que si ponía el asunto en manos de la Justicia, su agresor recibiría el castigo que merecía.
«Como ya no había pruebas físicas sé que seguramente no hubiera llegado a ningún sitio y sé que tantas preguntas y cuestionamiento no me hubieran venido bien», confiesa Carmen. Aquel violador le rompió la niñez en cuestión de minutos. Seis años después, pide que haya más educación sexual para los más jóvenes.
El agresor de Lucía se aprovechó de su estado de embriaguez. Estaba en la discomóvil de un pueblo de Valencia. Le sentó mal el alcohol. «Acababa de vomitar. De un momento a otro me quedé sola mientras otra persona fue a buscar agua». En aquel momento, ella sólo tenía 16 años.
En medio de la confusión y en un estado de vulnerabilidad, apareció un chico de su instituto. «Me llevó a una calle y me dijo que me sentara. Ahí empezó a darme besos y a tocarme», rememora Lucía. Ahora tiene 22 años. «Recuerdo pensar: 'Que acabe rápido y así me lleva con mis amigas de vuelta'». Sigue teniendo que ver a su agresor porque comparten círculos cercanos y son vecinos.
Como les sucede a muchas otras víctimas, «en ese momento pensé que no había sido para tanto. Con el paso de los años me di cuenta del dolor que causa una situación así». Hoy, con sus palabras, libera parte del dolor de sufrir en silencio.
Es muy fácil decirlo: «Si te violan, no te duches». A la hora de poder demostrar y denunciar una agresión sexual, los restos físicos son muy importantes. Si te ves en una situación como las comentadas anteriormente, acude al médico de inmediato para que te tomen muestras y avisa a la policía. Aun si no lo has hecho en el momento y te planteas denunciarlo tiempo después, nunca es tarde para luchar por la vía judicial.
Son algunos de los consejos que dan los expertos. La psicóloga y presidenta del Centro de Ayuda a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS), Beatriz de Mercelina, asegura que los sentimientos como la culpa o el no poder recordar al completo en los casos en los que se está bajo del efecto de las drogas o el alcohol son factores que llevan a las víctimas a no denunciar y guardarse el sufrimiento. Destaca que algunas se atreven a hablar de ello muchos años después.
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