Buscaban sanar y acabaron enfermando por culpa de un sanitario enganchado a los opiáceos. Es la terrible paradoja que marca el eje del caso de ... Juan Maeso, el anestesista que contagió a 275 personas de hepatits C y mató a cuatro por culpa de las infecciones entre 1988 y 1998 en hospitales públicos y privados de Valencia.
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Maeso era en aquella época era un prestigioso anestesista e intensivista, con un gran reconocimiento profesional, alguien en quien confiaban plenamente sus compañeros. Incluso fue Jefe del Servicio de Anestesia y Reanimación del Hospital Maternal La Fe.
Han pasado 25 años desde que el caso se destapó. Fue en abril de 1998 cuando el anestesista fue suspendido cautelarmente de sus funciones como jefe del mencionado servicio de La Fe. El foco de las sospechas estaba en él tras el amargo reguero de infecciones con su presencia como denominador común.
El fallo de la Audiencia de Valencia que le condenó en mayo de 2007 lo considera autor de 275 contagios de hepatitis C a lo largo de una década. Fueron pacientes intervenidos bajo presencia de Maeso en tres hospitales valencianos. Por cada víctima contagiada se castigó al anestesista con siete años de cárcel en concepto de delitos de lesiones.
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En esencia, Maeso aprovechaba el momento de la intervención para pincharse parte de las anestesias que preparaba. Lo hacía con las mismas jeringuillas, con lo que transmitió la enfermedad a los pacientes, como después determinó la investigación.
Un punto llama la atención en el relato de hechos que, mucho después, realizó la Audiencia de Valencia en su sentencia de condena. Sólo dos meses antes del segundo contagio atribuido a Maeso, en enero de 1989, un parte del comandante jefe del Servicio de Respiratorio del Hospital Militar de Valencia advertía: «Es un hecho comprobado el uso indiscriminado de Dolatina (un narcótico analgésico)» por parte del anestesista.
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Una semana después, nueva amonestación y amenaza de expediente informativo por su adicción personal hacia las sustancias que debía administrar. Pese a estos antecedentes siguió anestesiando y llegó el aluvión de las otras 274 infecciones repartidas por tres centros sanitarios.
Varios de los contagiados perdieron la vida por distintas enfermedades, pero la justicia determinó que en cuatro casos hubo una relación directa entre la hepatitis C y la muerte. Dicho de un modo más claro, Maeso los mató con su práctica. Por estos cuatro delitos de homicidio imprudente se le impuso ocho años de prisión.
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Tras un costoso y largo juicio, Maeso fue condenado en 2007 a 1.993 años de prisión: culpable de lesionar a 275 pacientes de todas las edades y del homicidio imprudente de los cuatro que perdieron la vida.
Pero el responsable de los contagios ha pasado sólo 15 en prisión. Tras reiteradas peticiones a la justicia por parte de su familia, la Sección Segunda de la Audiencia de Valencia estimó a principios de marzo que se daban las condiciones para concederle la libertad condicional.
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LAS PROVINCIAS ha tratado de conocer su versión de lo vivido y cómo encara la nueva etapa. Su familia no ha respondido directamente. Lo ha hecho a través de su abogado, Miguel Ferrer: «El cliente y la familia sólo quieren olvidar». En estos momentos, el culpable de los contagios tiene 81 años. «Está mayor y no muy bien de salud», detalla el letrado ante las consultas de este diario, «pero contento por poder estar con su familia y principalmente con sus nietos».
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