«A las 4 de la mañana me ha llamado el comandante de la policía para prevenirme de la situación y cuando estaba en la ducha ha sonado una gran explosión. Los rusos habían empezado a bombardear el aeropuerto de la ciudad donde vivo, ... Kherson», ha explicado Mario García, el valenciano que hace ocho años dejó atrás hijos, nietos y hermanos, y se marchó de su tierra para echar una mano en la defensa de Ucrania en labores humanitarias.
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«Esta guerra no acaba de empezar. Dura ya ocho años, aunque ahora es más fuerte», se ha encargado de recordar a las primeras de cambio. «Estoy bien», ha aclarado.
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Además del aeródromo de su ciudad de adopción, «también han bombardeado parte del aeropuerto de Odesa y también el aeropuerto de Kiev, la capital», ha relatado Mario.
«En la frontera de Ucrania en la península de Crimea están peleando los rusos pero no pasarán», ha afirmado convencido de quiénes son los buenos y quienes no lo son tanto.
Residentes ucranianos y rusos de la Comunitat
Mario no carga un arma ni está en primera línea de combate de manera constante. «Ayudo en labores humanitarias y conozco perfectamente los territorios de la guerra», ha afirmado. «Estoy ayudando a todos».
No conoce a ningún valenciano que actualmente esté viviendo en Ucrania y esté realizando labores humanitarias. Sí a un madrileño casado con una ucraniana, padres de un niño, que se acaba de incorporar como voluntario. «Hace dos semanas me llamó el chaval para ver si venía y le dije que no, que si venía luego no podría salir del país. Tenía que haberme hecho caso hace dos semanas y quedarse en Madrid porque ha pasado lo que le dije», relata.
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Mario García describe la situación del país, la zona en la que está viviendo y en la que se mueve, como un tanto caótica, propia de una guerra de la que la gente que tiene posibilidades huye. «Muchas farmacias están cerradas y las colas en los bancos para sacar dinero son enormes. Las tiendas de comestibles están abiertas pero a las seis de la tarde lo cierran todo y sólo está por la calle la policía y el ejército», ha indicado.
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COLPISA | REDACCIÓN
EUROPA PRESS | REUTERS | ep | afp
A España han llegado imágenes de las carreteras ucranianas atestadas de vehículos tratando de abandonar la zona del conflicto. «Todos quieren huir: algunos hacia Europa y otros se marchan hacia el norte. Los coches ya no circulan por las calles, sólo van los autobuses. Y mira cómo actúa la mafia: el miércoles por la noche, la gasolina iba a 26 o 27 céntimos y este jueves por la mañana estaba ya a 99 céntimos. Se ha cuadruplicado el precio en unas pocas horas», ha declarado.
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El bombardeo del aeropuerto de la ciudad en la que está viviendo este valenciano septuagenario no es el único contacto que ha tenido este jueves con la acción bélica. «A las 8.30 de la mañana ha empezado a sonar la sirena más grande que tenemos en Kherson. Nos decían que desde Rusia habían empezado a lanzas misiles contra toda Ucrania y otro voluntario y yo, con una pata de cabra, hemos empezado a reventar los candados de las puertas de los refugios para que la gente pudiera entrar y resguardarse».
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