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Los cristales de la puerta de la panadería estallaron. lp

«Escuchamos explosiones y nos dimos cuenta de que eran los cristales»

Una panadería en Tavernes de Valldigna sufre la rotura del escaparate por la tormenta y hacen guardia toda la madrugada para evitar robos

Concha Pastor

Dénia

Sábado, 27 de agosto 2022, 13:44

Eran casi las 20.30 horas de la tarde del viernes y Eva Sifres, como cada tarde de verano, permanecía en la panadería para atender a sus clientes, ahora ya amigos, ya que esta joven regenta desde hace años el establecimiento situado en el edificio ... de San Isidro de la playa de Tavernes de la Valldigna al que cada verano acuden los turistas y la gente residente en el municipio.

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Eva entraba y salía del establecimiento e iba comprobando como el cielo azul de la tarde iba ennegreciendo poco a poco. De repente, «los rayos, truenos, lluvia y un pequeño huracán, nos obligaron a entrar en la panadería para resguardarnos«. Aún no estaban dentro cuando »comenzamos a escuchar pequeñas explosiones y nos dimos cuenta de que estaban estallando los cristales de las puertas de la panadería por lo que, muertas de miedo, mi amiga, su hija pequeña y yo nos metimos en la trastienda, junto con otra gente que iba por la calle y nos pedía entrar para evitar mojarse«.

La propietaria de este conocido despacho de pan recordaba esta mañana, aún con el susto en el cuerpo, que como pudieron «quitamos la luz para evitar algún cortocircuito», además de la angustia que pasó porque no encontraba a su madre que estaba fuera en la calle. «La llamaba, mamá, mamá , y no me contestaba porque mi único temor era que algunos de los cristales que salían disparados por las fuertes ráfagas de viento pudiera producir cortes y herir a mi madre y a otra gente que había fuera».

El pequeño huracán, «duró a penas 5 ó 10 segundos, pero luego se produjeron fuertes ráfagas de viento y mucha lluvia, que anegó por completo la tienda» ya que la tormenta eléctrica y de lluvia, no cesó hasta pasadas las diez de la noche. «El desastre fue impresionante, mi marido y mi tío se han quedado a dormir en dos hamacas en la panadería para cuidar de que no entrase nadie y evitar robos, porque no ha quedo ningún cristal».

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El suceso no pasó desapercibido para nadie porque hasta la madrugada la policía y amigos estuvieron ayudando a Eva y su marido Vale. Esta mañana esperaban a la empresa del seguro y agilizar la colocación de las lunas de los escaparates.

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