A su paso, vítores y ánimos. A su marcha, aplausos. La tan ansiada, y necesaria, movilización de 500 militares de refuerzo a los municipios valencianos torrentgolpeados con mayor virulencia por la DANA se hizo efectiva ayer con el primer rayo del alba. Caravanas de camionetas militares abandonaron algunos de los cuarteles en las que esperaban la autorización por parte de las autoridades para ser desplegadas y poner rumbo la 'zona cero' de la peor tragedia meteorológica vista jamás en suelo español. Tal y como declararon vecinos de Paiporta como Ana, los nuevos efectivos son una bendición: «Por fin, el Ejército ha venido a ayudarnos».
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«Muchísimas gracias», exclamaba Marc al paso de la caravana de convoyes militares por el centro de una localidad que acumula ya cinco jornadas sepultada por el lodo tras el desbordamiento del barranco del Poyo. A la salida del polígono, misma fotografía, una mujer aplaudía y jaleaba el paso de vehículos castrenses hacia localidades vecinas también devastadas.
«En las calles de alrededor están trabajando de lo lindo», explicó un guardia civil señalando con su índice una de las avenidas que dan acceso al centro de la población desde el Pont Nou. La calle Maestro Palau ofreció una estampa desoladora por la gran cantidad de coches apilados y el barro ya llegaba a la altura de los tobillos. Pero fue llegar al cruce de esta vía con Jaume I cuando aparecieron abriéndose paso entre una multitud embarrada hasta las trancas una camioneta militar seguida camión cisterna. Todo el mundo a un lado. Se dirigían a un rescate.
Con el mutismo por bandera, tal y como mandan las órdenes, del reglamento militar, la procesión de la tragedia va por dentro. Son profesionales hechos de otra pasta pero sus rostros reflejan la rudeza del deber y la obligación de servir a una ciudadanía que, ahora más que nunca, ve en ellos sus ángeles de la guarda. Rescataron un vehículo hecho trizas en uno de los garajes y, raudos y veloces y sin tiempo para recibir halagos, tuvieron que acudir a otro servicio. Así es la vida castrense en la que se sufre en silencio aunque de manera extraoficial reconocen no haber participado una tragedia de esta magnitud.
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En otra de las esquinas más golpeadas, la de la calle Doctor López Trigo con Reyes Católicos, un camión de una de las brigadas de refuerzo escolta otro vehículo pesado de la Unidad Militar de Emergencias (UME). En esta ocasión los efectivos de refuerzo desempeñaron el tan necesario apoyo logístico requerido por la UME cargando las pesadas mangueras para bombear el agua que inundaba el interior de las cocheras y los bajos de Paiporta.
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«Me parece genial, aún hay calles inaccesibles y, sobre todo, su presencia junto a la del resto de cuerpos de seguridad será disuasoria frente a los robos que se estaban cometiendo en las últimas horas», expresó Alejandro, un joven que vive en la calle Maestra Doña Juana y asegura ser testigo directo del vandalismo y el pillaje que se desata en Paiporta con la caída de la noche. «Sin ir más lejos, anoche estaban rondando coches de policía porque había ladrones entrando a robar en las casas», explicó este residente.
Barranco abajo, a la altura de la separación entre Benetússer Catarroja, una pequeña multitud de personas que habían ido a ayudar como voluntarios frenaron su marcha para abalanzarse sobre una de las barandillas y presenciar una actuación de cuatro efectivos de la unidad de Montaña de la Guardia Civil sobre un vehículo que la corriente de la riada dejó volcado boca abajo en la ribera del torrente. Zambullidos dentro del cauce, los agentes inspeccionaron el vehículo. Afortunadamente, estaba vacío y no hubo que lamentar ninguna víctima mortal desatando los aplausos de los presentes.
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En Alfafar, los residentes de la calle Colón quedaron asombrados de la pericia y valor de tres militares que se jugaron el tipo escalando hasta subirse a una montaña de coches para entregarle comida a un anciano que llevaba dos días sin víveres y sobrevivía a base de consumir agua, el único suministro que tenía disponible. Según comentaron fuentes vecinales, este vecino de avanzada edad tenía bloqueadas tanto la puerta de su casa como las del garaje por lo que se había quedado totalmente incomunicado por culpa de tsunami de lodo.
En otros municipios como Ribarroja, la presencia de los militares facilitó el achique de agua de naves industriales que habían quedado anegadas por la riada. Por su parte, en Torrent, armados con picos y palas, los nuevos efectivos desplegados se dejaron las manos para retirar todo el barro posible de las aceras.
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El Ministerio de Defensa enunció que el reparto de efectivos desplegados ayer era proporcional, ya que el Ejército de Tierra aportó 300 soldados, la Armada 100 y el Ejército del Aire y del Espacio otro centenar. Los miembros de la Armada procedieron del Tercio de Infantería de Marina de San Fernando en Cádiz, que se desplazaron en dos autobuses a Valencia para el desescombro y reparto de alimentos. Los militares procedentes de la rama castrense del Aire pertenecían al Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) de Zaragoza y del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (Ezapac), de Alcantarilla, Murcia.
En el desglose específico, el Ejército de Tierra participó con unidades dependientes de la Fuerza Terrestre, con cuartel general en Sevilla, y el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de Bétera. Aportó efectivos del 21 Regimiento de Transmisiones , con base en Manises, especializado en comunicaciones; el Regimiento de Operaciones de Información, con sede en Valencia; el Regimiento de Caballería Lusitania, de Marines también en la ciudad, experto en despliegues en entorno urbano adverso; y el Regimiento de Infantería de la Brigada Paracaidista, destacado en Javalí Nuevo en Murcia.
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Es por ello que entraron en acción 150 efectivos del mando de Transmisiones de Valencia, 68 del regimiento de Operaciones de Información de la capital del Turia, 46 del regimiento de Caballería Lusitania 8 del cuartel de Marines, 36 del regimiento de infantería Paracaidista Zaragoza 5 del murciano, 32 del Batallón de Policía Militar de Bétera. Con la llegada de estos regimientos, la cifra de militares en la provincia superó los 2.000 efectivos.
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