La Guardia Civil concluye en su informe entregado al juzgado que hubo una falta de previsión por parte de los responsables del Puesto de Mando Avanzado en la gestión del incendio de Bejís, el suceso identificado con el código 30078461. Este error llevó a ... que un tren con casi medio centenar de pasajeros -14 resultaron heridos y tres de ellos de gravedad- se adentrara en pleno corazón del siniestro forestal.
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Pero los agentes, en un minucioso estudio de todo el procedimiento, efectúan un repaso de todos los hechos y circunstancias que influyeron en que nadie ordenara el corte de la línea férrea y que esta infraestructura permaneciera al margen de los planes de protección.
En este análisis ponen el acento en una llamada que se produjo a las 16.38 de la tarde del pasado 16 de agosto. El incidente con el tren tiene lugar a las 18 horas. En esa comunicación, un conductor que circula por la A-23 advierte de la proximidad de las llamas a la carretera, aproximadamente a un kilómetro. El hombre circula en ese instante entre Barracas y Viver. Las vías discurren «próximas» a ambos lados de esta autovía.
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Sin embargo, el contenido de la conversación -los agentes han accedido a todas las comunicaciones del 112- no fue recogido en el archivo que se abre cada vez que se recibe una alerta ni tampoco en el listado de incidencias que se van sumando al seguimiento del incendio. «La información no trascendió adecuadamente ya que al no estar registrada no se da a conocer al resto de agencias que participan en la emergencia», resume el informe.
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De esta forma, señalan los especialistas, «se sesgó la posibilidad de valorar la necesidad de adoptar alguna medida de protección» sobre la carretera por la que circulaba este ciudadano y, a su vez, por las vías férreas. Al no recogerse esa llamada en lo que se conoce como 'carta del 112', una especie de archivo con todo lo relacionado con la emergencia en cuestión, el resto de agentes desconocían esa información, que queda restringida al ámbito del Centro de Emergencias. El organismo depende de la Conselleria de Justicia, en manos de Gabriela Bravo.
Si la información hubiera quedado anotada, esta habría sido comunicada por los bomberos de Castellón a la Unidad Móvil de Coordinación y, en última instancia, al director del Puesto de Mando Avanzado, relata el informe de la Guardia Civil. La comunicación se produce con más de una hora de antelación al siniestro, lo que habría permitido, sin duda, adoptar medidas.
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Los agentes han interrogado también a la persona del 112 que atendió esa llamada. Asegura que no la incluyó en el resumen porque sostiene que en el incidente principal, el citado ID 30078461, ya se recogía esa distancia del fuego a las vías, lo que lleva a plantearse si eso fuera así -al margen de ese informe- por qué no se actuó con anterioridad.
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La mujer, además, recuerda que había otras comunicaciones previas de otros conductores. Es cierto. Pero los guardias, tras repasar los audios de más de una treintena de llamadas, subrayan que esta es la única donde se alerta de la proximidad de las llamas. Por tanto, clarificadora de lo que estaba sucediendo.
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Una hora más tarde se produce de nuevo otra llamada que pudo cambiar el curso de los acontecimientos. Son las 17.31. Ha pasado una hora desde la comunicación del conductor de la A-23. En este caso, es el alcalde de Barracas, Antonio Salvador, el que contacta con el 112. Comunica el avance del fuego entre los términos de Toràs, Barracas y El Toro.
La guardia civil ha comprobado que desde el lugar en el que llama, cerca del depósito de agua, apenas hay una distancia de 500 metros respecto a las líneas férreas. Esta llamada sí se registra en el seguimiento del incendio, «pero no dio lugar a la adopción de otras medidas».
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Existen otras actuaciones que contribuyen a aclarar los hechos investigados. Por ejemplo, el papel de una técnico de prevención de incendios de Vaersa que aproximadamente a las cuatro de la tarde del día del siniestro tomó varias fotografías en las que según ella el fuego estaba a unos mil metros de la vía. Las imágenes se captan desde el Alto del Ragudo.
Su declaración es confusa. En un primer momento dice que contactó en tres ocasiones con el organismo y posteriormente sólo lo hizo una. Pero sí asegura que envió varias fotografías del lugar y el fuego, a juicio de los agentes, relevantes para la investigación. Uno de sus superiores, de la Central de Prevención de Incendios Forestales, responde que envió las fotos a un grupo de Telegram -una aplicación similar al WhatsApp- y no al específico donde se trataba el incendio. Quizá un nuevo error en esta cadena de comunicaciones.
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