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Hace diez meses que la vida de Julia Juan cambió por completo. A la joven de 22 años le diagnosticaron hipertensión pulmonar, una enfermedad rara ... que sufren el 0,01 por millón de habitantes. «Me notaba que me cansaba cada vez más, no pude más, ingresé en urgencias, iba con oxígeno y silla de ruedas. Me ponían 7 litros de oxígeno por minuto, empeoraba mucho y rápido, así que me pusieron en código cero de emergencia nacional, en prioridad», cuenta. Necesitó tres intentos de trasplante hasta que funcionó bien. «Te despiertas en la UCI ya respirando bien, pero estás con mucho dolor de la operación. Al principio no sabía respirar, me había pasado hiperventilando mucho tiempo. Tardas unas semanas en acostumbrarte a los pulmones que tienes. Al principio es duro por el dolor y la medicación, yo estuve un mes en el hospital», recuerda la joven.
«Nada más quitarme el oxígeno, por probar, veía que respiraba bien y me asusté, me puse de nuevo el oxígeno, pero en planta ya me lo quité y aluciné, estaba muy feliz de poder respirar por mí misma. Un cambio total de vida, podía andar, levantarme de la cama y no estar cansada», comenta.
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De hecho, ha recuperado sus hábitos deportistas que tenía antes de que le diagnosticaran la enfermedad. «He empezado a hacer senderismo, camino mucho, no puedo hacer muchos deportes por la cicatriz, pero cuando cicatrice me quiero poner a hacer más cosas. Ahora subo y bajo escaleras, al tercer mes de trasplante me fui a Cantabria a subir una montaña. Lo que no implica abdominales o pectoral lo hago sin problema por la cicatriz», expresa.
«La aceptación ha sido muy buena, no ha habido ningún tipo de rechazo, y es algo raro, porque lo normal es tener complicaciones el primer año, me siento afortunada. Una familia en el momento más triste de su vida me dio el momento más feliz a la mía», dice emocionada Julia. Este proceso no le frenó para continuar sus estudios. «Hice todos los trabajos desde el hospital y lo aprobé todo, en cuarto curso de Trabajo social en la UV», dice.
El hígado de Mónica, de 59 años, estaba completamente destruido. «Me dijeron que si quería vivir tenía que trasplantarme». Pero en La Fe, los mayores especialistas de España en este órgano, lograron hace cuatro meses que volviera a nacer.
«Soy ex toxicómana, cogí de joven la hepatitis C hace muchos años. No había tratamientos, hasta que empecé a tener problemas graves, con ingresos, medicación con muchos efectos secundarios. Me hicieron un tratamiento y se dieron cuenta de que el hígado estaba destruido, tenia cáncer, un hepatocarcinoma. Ha sido un proceso de 2 años muy duros para mí y mi familia. Tenía que cumplir el protocolo de Milán, no lo cumplía porque tenía 4 hepatocarcinomas y el máximo son 3, pero eran pequeños. Pero al final me trasplantaron una parte de hígado. Y la experiencia es inexplicable, de repente despertarte con una nueva oportunidad de vivir, es impresionante. La medicación te inmunodeprime, voy con mucho cuidado pero vale la pena».
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