La proporción de bares por habitante en Valencia es una de las más altas de la Comunitat superada sólo por la localidad con más terrazas por metro cuadrado, Benidorm. Hay tres bares por cada mil valencianos en la ciudad pero esta proporción resulta ridícula cuando se incluye a los turistas. El coronavirus ahora podría cambiarlo todo. La hostelería reabre en la ciudad con un escenario completamente distinto, en el que el teletrabajo les arrebata los clientes habituales y el cierre de las fronteras podría arruinar sus negocios.
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La euforia de las primeras semanas tras el encierro poco a poco se desvanece y las zonas más turísticas de Valencia se resienten mientras los barrios resurgen gracias a los vecinos. La playa es la zona donde se concentra más afluencia desde que se permitió el baño y los lugares de ocio no han dejado de trabajar, sobre todo cuando cae la tarde.
Desde la Federación de Empresarios de la Hostelería de Valencia apuntan una subida de otro 30% de locales abiertos con la entrada en la fase dos, con lo que habría vuelto ya a la actividad más de la mitad del sector. Pero llegados a este punto, hay a quien no le importa esperar un poco más y no será hasta el fin de semana cuando se conozca el número exacto.
La propia Federación prefiere esperar a terminar la semana para valorar la entrada pero aún así confirman un mejor funcionamiento en playa que en el centro. «Es pronto para tener datos, muchos van a ir abriendo a lo largo de la semana. Con los que hemos hablado por ahora, empiezan a concertar reservas pero de cara al fin de semana, la Fase 1 tuvo muy buena acogida, pero es cierto que abrieron menos locales, habrá que analizar en unos días como está la situación», comentan desde la Federación.
La apertura de un 40% del aforo en el interior y contando con el 50% de la terraza, quien la tiene, no resulta rentable para todos. Algunos todavía prefiere esperar una semana más hasta ver cómo evoluciona la situación y poder prepararse con tiempo. De los que se lanzaron desde el primer día de la fase uno, ahora ven como desciende el ritmo de trabajo. Por eso, el sector sigue reclamando el cobro de las ayudas solicitadas, la tramitación de ampliación de las terrazas que no llega o que se retome cuanto antes la movilidad entre provincias para mejorar la situación del sector de la restauración.
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Del centro hasta la playa pasando por Benicalap, Ruzafa, Patraix o Benimaclet, los hosteleros valencianos y los vecinos relatan a LAS PROVINCIAS su vuelta entre luces y sombras.
En Campanar todo parece seguir detenido casi como en el confinamiento. Los bares y restaurantes se han visto afectados por el teletrabajo, antes atendian con almuerzos y comidas a todos los profesionales de oficinas, bancos y empresas de la zona. «No es lo mismo un barrio como este que la zona de playa no sabemos cómo responderá la gente, normalmente contamos con los que viene a trabajar por la zona pero ahora no hay nada», dice la propietaria de Gastrobar The Corner, que se esperará hasta final de mes para reabrir. Lo mismo le ocurre al dueño de Bar Pilar: «No tengo terraza y no he podido abrir antes y la verdad que prefiero esperar una semana más para ver como va la cosa, creo que la gente aún tiene algode miedo»
La normalidad se abre paso en Benimaclet. Aunque sus calles no viven una situación de esplendor la vida ha vuelto a unas aceras que tienen identidad propia y la gran mayoría de los bares de la zona ya están abiertos. Los locales que no contaban con terraza han decidido dar el paso esta semana. Muchos saben que no obtendrán apenas ingresos pero aseguran que al ser pequeños propietarios es preferible estar en el bar que en sus casas. Les han acompañado en la apertura muchos comercios que han devuelto la alegría al barrio. En la calle Doctor Vicente Zaragozá, uno de los ejes de esta zona, cientos de personas acuden a diario y los vecinos relatan como el pasado fin de semana era casi imposible hacerse con un hueco en la terraza.
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Es difícil encontrar algún bar o restaurante en el paseo marítimo de Valencia que aún no haya abierto. La llegada de la fase 2 que ha conllevado la reapertura de las playas para tomar el sol y bañarse ha afianzado la actividad en las terrazas del Cabanyal y la Malvarrosa. Durante esta semana es una constante recibir clientes que se animan a consumir tras darse un chapuzón y en su mayoría son vecinos de otros barrios de Valencia. El pasado fin de semana fue una de las zonas más concurridas y de cara al viernes se prevé que se redoble la asistencia. Los locales que no están tan cercanos a la playa también han abierto en su mayoría aunque unos pocos prefieren esperar a las próximas semanas. En general están más vacíos pero cuentan con clientes.
La zona de Camins al Grao se encuentra en un estadio intermedio entre un centro histórico que no termina de arrancar y unos barrios que recuerdan su pasado de pueblo y que comienzan a recuperarse gracias a los vecinos. Muchos bares y restaurantes han decidido dar el paso esta semana y han recuperado la actividad coincidiendo con la apertura de centros comerciales como el Aqua y el Corte Inglés, que han devuelto algo de vida a las calles. El río también atrae a vecinos de otras partes de Valencia pero la falta de turistas, que también representan un importante soporte en esta zona por su cercanía a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, hace que la actividad hostelera esté a medio gas. Esperan que la situación mejore con el verano.
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Patraix, San Isidro y Jesús son otras de la zonas de Valencia que cuentan con una identidad propia y sus vecinos tienen por costumbre hacer una vida 'de barrio' que ha logrado impulsar no solo el comercio local sino también los bares y restaurantes hasta llenar muchas veces las terrazas. Los vecinos aseguran que el cambio a la fase 2 se ha notado de forma especial en los bares e incluso comercios regentados por chinos han levantado las persianas. Los restaurantes también han apostapo por abrir pero en menor medida.
Benicalap es un barrio residencial, una zona a la que rara vez llegan los turistas que visitan la ciudad. Por eso están acostumbrados a la clientela local y a los vecinos de siempre. Después de la crisis del coronavirus los bares del barrio resurgen a medio gas, ni siquiera aquellos con propietarios de origen asiático se han atrevido a levanta la persiana todavía. «Qué más me da esperarme un poco más, quiero ver cómo va la cosa porque aún está todo muy parado por aquí, si no fuera por los almuerzos y los desayunos, creo que no habría nada, puede que sea eso lo que nos salve del parón», comenta el dueño de Bar Restaurante Alcañiz.
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En Torrefiel y Orriols el triunfo de las terrazas es evidente. Las pocas que hay, se acaban llenando aunque la mayoría de locales de la zona no cuentan con estos espacios, por lo que no han podido abrir hasta ahora. Es lo que les ha pasado en el Bar Oasis, de comida ecuatoriana, por ahora sólo están trabajando con encargos y entrega a domicilio y puede que se esperen hasta final de mes para recibir a clientes, según explica la dueña a este diario. Es la misma situación que relata la dueña de The Trafford Bar, «abriremos menos días, con menos empleados para no tener tanto gasto en la zona sólo se ve movimiento en las terrazas pero no como antes».
En el Ensanche el golpe ha sido algo menor. En Ruzafa los bares funcionan gracias a los vecinos, según reconocen en el Bar Dartín. Sin embargo en el centro todo cambia. «Antes teníamos cola por los turistas, son muy buenos clientes, pero ahora quien no tenga un colchón va a desaparecer, eso está claro», dice el propietario de Las Lunas Soul Kitchen. En el Bar el Patio el 60% de clientes eran turistas, igual que en La Maruja en el Carmen: «Viviamos del turismo, ahora en la fase uno íbamos bien pero ha pegado un bajón increible». En la Masusa Paella Bar ya apenas sirven cenas cuando antes estaba lleno.
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