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AFP / M. G.
Lunes, 8 de agosto 2022, 23:21
El mes de julio se despide siendo recordado como uno de los más sofocantes en la Comunitat. Esta segunda ola de calor del verano (la primera fue entre el 11 y el 18 de junio y se superaron los 40 grados con temperaturas inusuales para este mes) ha traído valores extremos. El verano hasta ahora está siendo de los más cálidos desde que hay registros, superando incluso los valores de 2003, el más caluroso hasta la fecha y que fue considerado como el más cálido de los últimos 500 años.
Las consecuencias se dejan ver en la subida de temperaturas del Mediterráneo occidental que registra desde fines de mayo una gran ola de calor marina con temperaturas excepcionales. La pasada semana, algunos puntos de la zona occidental pasaron la barrera de los 30 grados. Son unos 4 o 5 ºC superiores a las habituales, que amenazan los ecosistemas marinos, según los expertos.
«Esta gran ola de calor marina empezó a fines de mayo en el mar de Liguria», entre Italia y el sur de Francia, y continuó «en julio en el golfo de Tarento», en el sureste italiano, dice a la AFP la oceanógrafa Karina Von Schuckmann.
La experta alemana pertenece al Mercator Océan International con sede en Toulouse (sur de Francia) y que reúne a institutos especializados en oceanografía de Francia, Italia, España, el Reino Unido y Noruega.
En julio, «del mar Balear (España) a Cerdeña (Italia), pasando por el este de Córcega y el conjunto del mar Tirreno (entre Sicilia y Córcega), observamos en la superficie (...) valores excepcionales de temperaturas comprendidas entre 28 y 30 ºC», explica la organización.
Estos valores son «superiores a los habituales, entre +4 ºC y +5 ºC», agrega esta organización no lucrativa, que lidera ademas el Servicio europeo de Vigilancia Marina Copernicus (CMEMS, por sus siglas en inglés).
Si para los numerosos bañistas de este mar, uno de los principales destinos turísticos del mundo, estas temperaturas pueden ser agradables, sus niveles preocupan a los científicos y los defensores del medio ambiente.
Durante el último mes, el meteorólogo Mario Picazo avisó en sus redes sociales que después de las altas temperaturas del mar y la consiguiente concentración del vapor en la atmósfera llegarían a finales del verano las lluvias torrenciales, las temidas riadas que tanto daño hacen de forma recurrente en todo el levante español.
Sin embargo, desde Aemet señalan que por muy caliente que se encuentre el mar, si no se dan las condiciones meteorológicas adecuadas no caerá una gota de agua. Un mar cálido sin que una masa de aire frío lo sobrevuele no da lugar a precipitaciones.
El aumento de la temperatura del mar puede modificar la flora y la fauna, provocar la «migración de especies» hacia aguas menos cálidas, la «disminución» de algunas y la «aparición de nuevas», apunta Von Schuckmann.
Esto tendría además efectos económicos, sobre todo en la pesca, agrega la experta, una de las autoras de los informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
«En el Mediterráneo, tras los episodios de olas de calor oceánicas de 1999, 2003 y 2006, observamos muchos casos de mortalidad masiva de especies, como gorgonias o posidonias», indica un informe del centro de investigación francés CNRS de octubre de 2020.
Charles-François Boudouresque, profesor de Ecología Marina de la universidad francesa Aix-Marseille, estima que la actual «ola de calor» podría tener un impacto «en los organismos fijos como las gorgonias y el coral rojo», con una mortalidad «total o parcial».
Especies como el colorido «pez verde o la barracuda, que empezaron a desplazarse hacia el norte desde el sur del Mediterráneo, también es probable que sean más abundantes» en su zona occidental, agregó a la AFP.
«Especies procedentes del mar Rojo, que llegaron al Mediterráneo oriental por el canal de Suez», también se acercan de las costas francesas y dos de ellas podrían ser problemáticas en los próximos «5 a 10 años»: el pez 'Lagocephalus sceleratus' y la medusa gigante Rhopilema.
El primero es un «herbívoro extraordinariamente voraz» que «corre el riesgo de cortocircuitar las cadenas alimentarias normales». Ya presente en las costas del Líbano, su proliferación en el Mediterráneo occidental podría amenazar los bosques de algas que sirven de vivero a otros peces.
La medusa gigante provoca por su parte picaduras graves que requieren la hospitalización y el cierre de playas cuando está presente, apunta Boudouresque.
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