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Casa apuntalada en Chiva, este jueves. JESÚS SÁNCHEZ SIGNES

«Tengo miedo de que se me caiga la casa encima»

Vecinos de la zona cero denuncian la inseguridad que viven en sus domicilios tras la barrancada

Viernes, 6 de diciembre 2024, 00:58

Cuatro baños portátiles, un parque infantil abandonado, dos colas para conseguir comida, un supermercado popular creado en un edificio okupado y miedo. Mucho, mucho miedo. ... El paisaje, y el paisanaje, de la plaza Poeta Miguel Hernández del barrio de Orba en Alfafar habla a las claras de que la situación, casi cuarenta días después de la DANA, en la zona más afectada por aquella terrible barrancada, está lejos de mejorar. No sólo eso, sino que para cientos de personas se suman terrores nuevos. «Vivo con el miedo de que se me caiga la casa encima», dice Jéssica, una mujer de 34 años que va con dos niños a cuestas mientras hace cola para conseguir comida en el puesto de la World Central Kitchen.

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Después de la denuncia en este diario de que hay edificios en el barrio de Orba que ya han sufrido ligeros hundimientos, LAS PROVINCIAS ha visitado una de las zonas más afectadas por el agua para comprobar si ese miedo es real. Así lo asegura Jéssica. «No tenemos grietas ni nada, pero a veces siento que la casa se mueve», denuncia. Indica que técnicos del Ayuntamiento se han presentado en su edificio, en una calle cercana, para comprobar la estabilidad, pero ella no las tiene todas consigo. «Si ellos lo dicen... pero si no me he ido a otro sitio es porque no tengo dónde vivir, a mí estar en mi casa me da miedo», asegura.

Lo cierto es que el miedo es independiente de la realidad. Va por cauces distintos. A veces alguien te puede decir que tu casa es segura, pero si tienes aquella tarde terrible en la cabeza, es imposible que te quites el miedo de encima. Es lo que le ocurre a María José Cánovas, vecina de Catarroja, muy cerca de Alfafar. «A nosotros nos echaron al quinto, cuando apareció por primera vez un uniforme», explica. Su finca está compuesta por cinco edificios que ocupan una manzana entera en la calle Filiberto Rodrigo. Todos se quedaron vacíos tras la barrancada porque los servicios de emergencia no estaban convencidos de que fueran a aguantar dado que dos de los bajos comerciales habían cedido y habían caído sobre los garajes subterráneos, que sólo este jueves han empezado a ser vaciados de lodo y agua.

«Yo pude volver al día siguiente, pero dos de los patios permanecen cerrados. Hemos tenido que contratar una empresa externa que apuntale los bajos que se han derrumbado», cuenta. Asegura que vive la situación con «mucho nervio» porque no han podido acceder al garaje, donde muchos de los vecinos disponían de trasteros que llevan casi cuarenta días bajo el agua. «Estamos todos indignados con el Ayuntamiento», asegura Cánovas.

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A este respecto, la secretaria autonómica de Seguridad y Emergencias, Irene Rodríguez, ha informado de las cuestiones que se han abordado en la última reunión que ha mantenido el CECOPI y en la que ha participado el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, el conseller de Emergencias e Interior, Juan Carlos Valderrama, y la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé. La secretaria autonómica ha pedido a los voluntarios que se prevé que lleguen este puente que eviten acceder «a los aparcamientos subterráneos y sótanos en los que no se hayan finalizado las tareas de limpieza y extracción de lodos».

Rodríguez ha señalado que es muy importante que se cumplan todas las medidas de seguridad y ha insistido en que aquellas personas que no estén acreditadas para realizar este tipo de actuaciones «no deben acceder a estos espacios a no ser que estén limpios y se pueda acceder en condiciones de seguridad».

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La secretaria autonómica, además, ha dado cuenta de que estos trabajos de limpieza y extracción de lodos en garajes «está avanzando a buen ritmo», y ha concretado que este jueves «se está trabajando en 108 garajes y sótanos, y vamos a seguir durante los próximos días para incrementar este número».

Este diario se ha puesto en contacto con el Instituto Valenciano de la Edificación y también con la Conselleria de Vivienda para saber si la preocupación del barrio de Orba y de otras localidades como Alfafar tiene razón de ser. Según han indicado fuentes de ambos departamentos, las viviendas de las que los vecinos protestaron en la edición de este jueves están revisadas y son estables, aunque han indicado que pueden pedir otro peritaje al mismo Instituto Valenciano de la Edificación. Aseguran que algún suelo puede hundirse por efecto del agua sin que eso suponga que la estabilidad de todo el edificio esté comprometida, aunque animan a ponerse en contacto con ambas entidades y con los ayuntamientos competentes si temen que sus viviendas puedan sufrir cualquier tipo de daño.

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El siguiente reto: el reblandecimiento del suelo

El secretario del Colegio de Arquitectos de Valencia, Pablo Peñín, alerta de que el siguiente riesgo al que se pueden enfrentar algunos edificios de la zona cero de la DANA es al reblandecimiento de los suelos, en una tierra de aluvión, que pueden dar lugar a hundimiento de edificios, al menos parcialmente. «No es algo que vaya a pasar sí o sí, pero podría ocurrir, y es una patología bastante grave», comenta Peñín. Este hundimiento se conoce técnicamente como «asiento diferencial» y se da no cuando hay agua en los garajes («lo que no es peligroso en caso de edificios con cimientos de hormigón», apunta Peñín), sino cuando esa agua está en el subsuelo. «En ese caso, con un nivel freático alto, el suelo se puede reblandecer. No va a pasar siempre, pero puede ocurrir», comenta Peñín, que insiste en que, aun en esos casos, tiene solución. «Los ingenieros pueden dar solución a estas cosas. No es barato, ni rápido, pero se puede arreglar», asegura el arquitecto, que indica que las casas que más se pueden caer son las que son de una o dos plantas, como mucho, y las más antiguas que no tienen cimentación de hormigón.

Mientras, arquitectos técnicos desarrollan métodos novedosos para detectar las humedades en los edificios. Es el caso del equipo de Santiago Tormo en la Universitat Politècnica de València. Él, subdirector del Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV, junto a sus compañeros ha ideado el uso de una cámara térmica que desvela «si bajo el suelo o tras las paredes hay humedades» que puedan afectar a la salubridad de los domicilios. Gracias a la donación de las empresas Grupo Álava y Hikmicro, la UPV ha recibido seis nuevas cámaras termográficas que, desde el Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV, se ponen al servicio de la reconstrucción de los efectos de la DANA. La termografía infrarroja es una técnica no destructiva que permite detectar diferencias de temperatura en superficies. Funciona al captar la radiación infrarroja emitida por los objetos y convertirla en una imagen térmica que representa las diferencias de temperatura, más frías en las áreas húmedas.

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