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Las secuelas psicológicas de la dana perduran en el tiempo. Han pasado cinco meses y todavía son muchas las personas que siguen teniendo problemas ... y que necesitan ayuda de expertos para gestionar el gran trauma sufrido el 29 de octubre, momento en el que sus vidas cambiaron por completo.
Entre estos afectados, también están los jóvenes y menores de las poblaciones arrasadas por la riada, los grandes olvidados según los expertos al no haberse tenido en cuenta en muchos casos sus necesidades en un momento muy duro también para ellos.
«Se antepuso la vuelta a la normalidad, con la escolarización en centros diferentes, sin pensar en el bienestar emocional», explica Cristina Ruiz, psicóloga experta en traumas. El traslado a centros nuevos aumentó el estrés al sacar a los niños y adolescentes de su zona de seguridad. «Después de un acontecimiento tan traumático nos apetece el confort y no estar en un entorno extraño», comenta esta profesional que considera que se debería haber flexibilizado según cada caso la vuelta al colegio.
Y es que los adolescentes y preadolescentes de los pueblos afectados por la dana también vivieron otra situación traumática como fue el Covid hace cinco años. Esto ha provocado que estos jóvenes tengan una percepción más catastrófica del mundo que los adultos causando una retraumatización.
Esta falta de seguridad por haber vivido en poco tiempo dos hechos de esta magnitud ha tenido repercusiones graves en algunos menores como el miedo constante a que pase algo más.
Es el caso de un niño de 12 años de una de las poblaciones de la zona 0 que temía que se inicie la tercera Guerra Mundial. «Se pasaba las noches llorando porque tenía pesadillas con misiles y guerras», comenta su padre ya que a la dana y el Covid se suman las noticias sobre los conflictos internacionales.
Este menor y también su hermano de 15 años no pudieron salir a la calle durante las primeras semanas por miedo a que se produjera una nueva riada. «El pequeño cada vez que llueve se conecta al móvil para ver las alertas y las previsiones y hace muchas preguntas sobre el tema, si hay otra dana, qué es una borrasca», relata este padre.
Cristina Ruiz señala que estos temores no se pueden ignorar ya que pueden ocurrir otras catástrofes pero «sin minimizar el daño hay que hacer énfasis en la recuperación».
Estos niños y jóvenes «han vivido dos situaciones muy complejas de caos social, muerte a su alrededor, sin clases... que generan sintomatologías parecidas», comenta por su parte María Rubio, psicóloga experta en Infancia y Adolescencia en la clínica Ian de Psique de Alzira.
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En estos casos los problemas de sueño son muy recurrentes, en todas las franjas de edad, también en adultos, pero no son los únicos. Ansiedad, falta de concentración, cambios de comportamiento o irascibilidad son síntomas que habitualmente se desarrollan en estas circunstancias.
Las dificultades para verbalizar sentimientos en niños más pequeños han llevado a que aumente su ira. «Están enfadados porque no hay parques y ven que todo está roto», añade la experta en traumas. Esto es lo que le pasó a un niño de menos de cinco años que no quería volver a su pueblo tras unos días fuera. «Decía que no le gustaba que estuviera todo lleno de barro. Tenía muchas rabietas y estaba enfadado todo el tiempo», relata su madre que reconoce que ella también se sentía mal y estaba más irritada, «era un reflejo de mí».
El menor también mostraba preocupación cada vez que llovía y no quería salir de casa si el tiempo estaba mal, otro de los problemas que se repiten en este tipo de situaciones.
Con el tiempo los síntomas van evolucionando y en el caso de los adolescentes se empieza a notar un gran desánimo generalizado.«Al principio los síntomas eran más agudos luego se convierten en una mayor tristeza, cansancio emocional que se une al estrés por los exámenes», destaca Cristina Ruiz que atiende a muchos jóvenes de la zona 0.
Pese a la complejidad de cada caso, los expertos coinciden en que estos traumas pueden superarse con intervenciones. «Nuestros jóvenes han demostrado que son grandes resilientes», destaca Cristina Ruiz.
«Necesitan espacios donde poder expresarse y estar acompañados. Deben conseguir integrar esta experiencia de forma más saludable», aclara la psicóloga María Rubio.
La evolución favorable en la mayoría de los pacientes que se han tratado con profesionales es rápida y por eso es importante que tanto niños como adolescentes tengan herramientas para poder afrontar estas situaciones. En algunos institutos de l'Horta Sud se están realizando intervenciones a través de sesiones grupales donde expresar los sentimientos y poder tener recursos básicos para reducir los perjuicios emocionales que ha dejado esta tragedia. Y es que en la zona 0 de la dana todas las personas de cualquier edad se han visto afectadas independientemente del alcance económico.
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