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«Pagamos justos por pecadores». Con esta afirmación, Andrea León resume la indignación que sienten tanto ella como sus compañeros de la carrera de Bellas Artes. «Es increíble que por la irresponsabilidad de algunos tengamos que pagar el pato todos. Las clases online en nuestra carrera no tienen sentido, no tenemos un caballete de tres metros en casa, por ejemplo», explica la joven estudiante a las puertas de la Universitat Politècnica de Valencia (UPV), que ayer por la mañana se encontraba desierta después de que se anunciara su cierre debido al contagio masivo originado en la fiesta del colegio mayor Galileo Galilei.
En el caso de Olga Alcantud, que está realizando un máster de Artes Gráficas, la noticia del cierre ha supuesto un jarro de agua fría para ella, ya que su vivienda familiar se encuentra en Albacete. «Si lo hubiera sabido, me hubiera quedado en mi casa para seguir el curso de manera online», indica la joven, que se ha trasladado a Valencia precisamente para realizar sus estudios.
Claudia Escorihuela es estudiante de Arquitectura y lanzó la misma expresión que Andrea: «pagamos justos por pecadores». Por su parte, considera que el cierre del campus es «una decisión acertada» para evitar que los contagios vayan a más. Sin embargo, reconoce que las clases en formato digital perjudican su formación. «Hace que Arquitectura pierda su esencia en un 80% porque es una carrera muy práctica. Además, pierdes el contacto con los compañeros cuando los trabajos en grupo son importantes», señala. En la misma línea se expresa su compañera Paula Herrera, que suma, además las complicaciones de tener que dar las clases en su casa, lidiando con el resto de convivientes. «Espero que sean sólo unas semanas», indica.
Desde el grado de Ingeniería Informática también resuenan las críticas hacia la gestión de la UPV. Un joven que responde a las iniciales M. R. insiste en «la baja calidad» de las retransmisiones. «El Covid-19 ha puesto de manifiesto las deficiencias tecnológicas de la UPV», agrega.
Por su parte, María Cerdá, estudiante de ADE, admite que en su caso las clases online son más fáciles de llevar debido a las características de su carrera. No obstante, lamenta que la comunicación por parte del centro es mejorable. La frustración e impotencia también se manifiestan en Anna, estudiante de Ingeniería Civil. «El colegio mayor debería haber disuelto la fiesta. Cerrarlo todo no sé si ha sido la mejor decisión. Seguir las clases desde casa es más difícil. Espero que esto no dure más de dos semanas», apostilla.
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Joaquín Batista
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d. g. / E. r. / j. a. m.
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