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Desastre. Esta es la palabra con la que las organizaciones hoteleras y hosteleras valencianas definen 2020. La Semana Santa también la dan por perdida y esperan que las trabas burocráticas y el retraso en la vacunación no entorpezcan la puesta en marcha del pasaporte Covid impulsado por la UE, sino que se agilice para que pueda volver la movilidad de personas entre países que el año pasado y en lo que va del actual cercenó la pandemia.
La tímida apertura de fronteras tras la primera ola de coronavirus, después de que el 10 de junio el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pronunciase su triunfalista «hemos vencido al virus», no fue sino un espejismo estival que al final del año dejó pérdidas en el sector turístico valenciano «de más de 11.000 millones de euros», según la estimación realizada por el presidente de la Confederación de Empresarios Turísticos de la Comunitat Valenciana, Luis Martí.
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Se trata de una cantidad como la que anunció el miércoles pasado Pedro Sánchez en ayudas para turismo y hostelería y pequeñas y medianas empresas dirigida a toda España. Unas ayudas que, por cierto, no se ha especificado ni de dónde ni cuando llegarán.
El turismo ha sufrido, sin duda, el año más negro de la historia. Es uno de los motores, si no el motor, de la economía de la Comunitat Valenciana. En losúltimos años este sector ha representado un 15% del Producto Interior Bruto, con un impacto de 16.000 millones de euros en la región y la generación de cerca de 300.000 empleos, de acuerdo con los datos manejados por Exceltur.
El turismo no es solamente la llegada de viajeros, ya sean de origen nacional o extranjero, a los hoteles o apartamentos de la costa o a las casas rurales y hospederías de interior. Es un sector que implica un gasto en transporte, ya sea en alquiler de vehículos o en servicios de taxi, en tiendas de regalos y recuerdos. Es un sector que tira de la gastronomía valenciana, de la hostelería, de los productores de alimentos, que da trabajo a los guías turísticos y a las agencias de viaje, entre otros. Las tiendas de souvenirs o se han reconvertido o han cerrado, como ha sucedido en comercios que había la plaza dels Furs o en la calle del Micalet.
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El Covid obligó a cerrar los hoteles el pasado 26 de marzo, cuando toda España se encontraba confinada desde el 14 de marzo. Y pese a que a finales de mayo empezaron a poder abrir poco a poco, la actividad que han tenido ha distado mucho de la que disfrutaron en 2019.
«El año 2020 ha sido el peor de la historia del turismo. Han caído todos los parámetros, precio, ocupación, turistas... Es como si hubiésemos retrocedido 25 años», lamenta el dirigente de la Confederación de Empresarios Turísticos de la Comunitat Valenciana, Luis Martí.
El pasado verano, a pesar de que se abrieron las puertas, el miedo y la incertidumbre marcó la temporada alta por excelencia. En 2019 llegaron a tierras valencianas 3.4 millones de visitantes extranjeros. En 2020 las cifras fueron paupérrimas: 800.000 turistas foráneos, más de cuatro veces menos. Llegaron a la Comunitat 383.000 en julio, 430.000 en agosto y 185.000 en septiembre. Prueba de esta reducción fue el descalabro sufrido por los aeropuertos, un 76,8% menos de pasajeros, según los datos de Turisme Comunitat Valenciana: un 78,3% en el de Alicante-Elche, instalación eminentemente turística, a la que llegaron 1.109.383 pasajeros, y un 72,7% en el de Valencia, con 554.158 viajeros. Asimismo, las llegadas efectuadas por carretera cayeron un 58,2%, con 745.800.
El sector turístico da por perdidas las vacaciones de Semana Santa y Pascua. A pesar de que la situación de la pandemia ha mejorado el presidente de la Generalitat ha mostrado su intención de que el cierre perimetral de la Comunitat Valenciana, que impide la llegada de turismo, se prolongue y que no sea ésta la única autonomía que mantenga en pie ese aislamiento. El miedo a cómo pueden actuar las nuevas cepas del Covid es el motivo por el que busca que la autonomía se mantenga aislada. La cepa británica y la sudafricana ya están presentes desde hace semanas.
Por supuesto, la semana de Fallas también ha saltado por los aires, lo que supone otro grave contratiempo económico para el sector turístico no sólo para la ciudad de Valencia.
«Se nos hace complicado el próximo semestre si no se ve luz a final del túnel y más de una empresa se quedará por el camino», afirmó Toni Mayor, el presidente de Hosbec, tras entrevistarse con Puig, a quien le planteó un «plan de ayudas, importante para llegar vivo al verano que viene». Este plan de rescate para el sector debería de estar dotado, según Hosbec, con al menos 160 millones en ayudas para paliar las pérdidas del año pasado y las del actual ejercicio. Aunque se trata de una cantidad, aseguran, que «apenas cubre el 10% de las pérdidas registradas, pero puede ser un balón de oxígeno para las maltrechas cuentas de las empresas tras meses y meses de inactividad».
Las pérdidas que arrastran los hoteles «pueden llevar a pasar por dificultades insalvables a muchas empresas que aguantan costes de entre 50.000 y 150.000 euros mensuales estando cerrados y sin ningún ingreso». Esos 160 millones les permitirían la supervivencia hasta que la situación sanitaria haya quedado definitivamente estabilizada y se retoma la movilidad nacional e internacional de forma permanente.
¿Y el futuro? Pasa por garantizar esa movilidad y para ello la UE impulsa el pasaporte de vacunación. Los empresarios turísticos temen que la escasez de dosis que está teniendo Europa influya en esta iniciativa y que los trámites burocráticos rerasen la puesta en marcha de este salvoconducto.
Toni Mayor se conformaría con que se pudiera salvar la temporada estival. La Confederación de Empresarios Turísticos pone su confianza en la temporada alta. «El 2021 ha empezado muy mal. Toda la esperanza la depositamos en el comienzo del verano y tras una masiva vacunación. Así y todo, el año no será bueno, seguro. La recuperación no llegará hasta 2022», lamenta Luis Martí.
Laura Motolese | Hostelera
Laura Motolese es propietaria de varios locales de hostelería, uno de ellos es el restaurante La Pappardella, que se encuentra cerrado desde que entraron en vigor las últimas restricciones en el mes de enero. «Decidimos abrir sólo la pizzería Pomodoro porque al tener que sacar a gente del ERTE no queríamos arriesgarnos. Hay mucha competencia y no sabíamos cómo nos podía ir», cuenta Laura mientras atiende las llamadas de los pedidos que le hacen para llevar a domicilio.
La Pappardella lleva 25 años abierto y sólo ha bajado la persiana por la pandemia. El local se ha visto más afectado que otros negocios de restauración debido a que se nutría en gran parte de los turistas. «En los mejores momentos llegaban a ser el 60% de la facturación», explica Laura, que añade que en este año de restricciones las ventas se ha desplomado un 60%.
«Así podemos aguantar dos meses como mucho. Con la nueva desescalada nos plantearemos si merece la pena abrir o no, ya que sólo sale rentable en locales donde tenemos una terraza amplia», explica.
Asunción Piera | Propietaria de agencia de viaje
Asunción Piera, propietaria de una agencia de viajes en Valencia, alza la voz en nombre de todo el sector al asegurar que se sienten abandonados. «No entendemos cómo el Gobierno nos da la espalda cuando somos necesarias», lamenta esta profesional con más de tres décadas de experiencia. Según explica, las grandes partidas se dirigen «a salvar a los tres grandes tiburones del sector», en referencia a Globalia, Grupo Ávoris y la futura fusión entre el Corte Inglés y Logitravel.
Piera señala que el 70% de las agencias acumula unas pérdidas de facturación del 100% y el 30% perdió el 97%. «Además, el Bono Viaje de la Generalitat no nos ayuda porque nos obliga a reembolsarlo antes», agrega.
Emilio Pinedo | Director Ad Hoc Hoteles
Emilio Pinedo dirige tres hoteles, dos en el centro de Valencia y otro en Bétera. «Valencia ha tenido un incremento muy importante en el mercado internacional y ha sido ese tipo de cliente el que ha estado en el terremoto del Covid. Ese mercado ha desaparecido. El 90% de la ocupación hotelera internacional se ha perdido», afirma.
Pinedo exlica que excepto en semanas puntuales en verano los hoteles «han tenido una drástica bajada de ocupación y precio. El de Bétera es de cliente nacional y ha funcionado mejor que los de cliente internacional». Ahora no tienen clientes vacacionales por el cierre perimetral de la Comunitat y esperan a que se reduzcan las restricciones «para volver a recuperar al cliente vacacional y algo de cuota de mercado en Valencia». Lo peor de esta situación «es la incertidumbre en que vivimos porque no nos permite hacer previsiones. No sabemos si la vacuna va a funcionar y permitirá la apertura de la movilidad», dice. «No sabría medir las consecuencias reales que supondría un segundo año sin turismo internacional», afirma.
Gonzalo Giménez | Comerciante
«¿Turismo? ¿Qué turismo? En agosto hubo algo, pero en septiembre desapareció», afirma Gonzalo Giménez, el dueño de Siente Valencia, tienda ubicada en el Pasaje Ripalda. Lejos de desanimarlo, la pandemia le ha hecho buscar soluciones. «Ha tocado reinventarse, buscar la clientela local y gracias a su fidelización podemos seguir. He aprendido a vivir sin los turistas», confiesa.
Vendía productos valencianos de alimentación y bebida, souvenirs, detalles falleros. «Quizá a los valencianos no nos hace gracia una bebida con el nombre de 'Valencia', pero sí una que ponga 'Mel de romer' o 'De categoria'. Si hay que redirigirse hacia la alimentación y las bebidas, nos convertimos en ultramarinos».
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Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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