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Sanitarios en el Hospital Arnau de Vilanova. I. ARLANDIS

Los retos de futuro de la sanidad en la Comunitat

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Incertidumbre. El sistema valenciano afronta los próximos años con déficit de profesionales y con la obligación de atender a unos 125.000 mayores más. Las derivaciones para frenar las listas de espera aumentarán mientras la telemedicina se enfrenta al desafío de no deshumanizar la asistencia

Daniel Guindo

Valencia

Lunes, 3 de octubre 2022, 00:19

Progresivo envejecimiento de la población y, por tanto, incremento de pacientes con patologías crónicas y graves; déficit de profesionales sanitarios, sobre todo de médicos y enfermeros, pese al aumento de plazas impulsado por la Generalitat; demoras asistenciales disparadas por la pandemia que siguen ... sin contenerse; y una revolución tecnológica que requerirá de especialistas altamente cualificados y amenaza, en parte, con deshumanizar la atención al enfermo. La sanidad valenciana deberá hacer frente en los próximos años a importantes retos que marcarán el devenir de la salud de la población y cuyo punto de partida, tras el impacto del coronavirus, arranca en un escenario incierto.

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Pese al histórico incremento de plantillas impulsado este año por la Conselleria de Sanidad -5.159 nuevas plazas-, hospitales y centros de salud aún sufren un déficit de entre 6.000 y 8.000 profesionales, según los cálculos de los sindicatos CSIF y CCOO. La región presenta ratios de médicos y enfermeros por debajo de la media nacional y se avecina una futura pérdida de facultativos por las jubilaciones, las insuficientes plazas MIR y EIR y la fuga de profesionales al extranjero, a otras autonomías y al sector privado, atraídos por mejores retribuciones y condiciones laborales. En los próximos cinco años, según el Sindicato Médico de la Comunitat (CESM-CV) habrá un déficit de 2.500 médicos: Se jubilarán unos 5.000; entre 200 y 250 se irán al extranjero cada año; y se incorporarán unos 700 cada ejercicio si sigue la tendencia actual. Frente a ello, Sanidad activará «en breve» el millar de plazas que faltan de este ejercicio y otras 995 en 2023. La conselleria tiene en marcha la consolidación de 11.800 plazas, proceso con el que mejorarán las condiciones de los interinos y que podría contrarrestar en parte la fuga de especialistas. Pero aún así, el déficit será de entre 4.000 y 6.000 sanitarios.

Las plantillas, además, tendrán que hacer frente al progresivo envejecimiento de la población. El Instituto Nacional de Estadística calcula que en la Comunitat habrá en cinco años 125.000 mayores de 65 más y que se sumarán al millón actual -en doce años, 350.000 más-, lo que significa más patología grave y más enfermos crónicos (con la actual carencia de suficientes hospitales de larga estancia, como lamenta CSIF). Esta situación, como coinciden tanto desde el Colegio de Enfermería de Valencia como desde el consejo autonómico (Cecova), «pone de manifiesto la necesidad de reforzar la atención domiciliaria y comunitaria», puesto que el 90% de los mayores viven en sus casas, así como «fomentar los autocuidados y el envejecimiento activo». Con más pacientes, y sin una cantidad de sanitarios óptima, todo apunta a un incremento de la saturación y las demoras. Es cierto que las listas de espera quirúrgicas se están conteniendo tras la pandemia, pero aún no alcanzan los niveles de 2019. Esta tendencia se ha revertido gracias, en parte, al incremento de derivaciones a hospitales privados (28.000 este ejercicio, el doble que en 2019), práctica que seguirá creciendo el próximo año (Sanidad destinará siete millones de euros más, unas 10.000 derivaciones adicionales). La conselleria también impulsará todavía más que las plantillas hagan horas extras y operen más por las tardes (para lo que destinará nueve millones de euros más).

Estas esperas también explican, en parte, el aumento en la contratación de seguros privados -de 680.000 a casi un millón en diez años-, tendencia que se ha acelerado en este último curso. Víctor Pedrera, secretario general de CESM-CV, lo ejemplifica de forma muy gráfica: «Puede pasar un año desde que el médico de familia detecta un problema hasta que tiene lugar la operación que lo resuelve por las sucesivas esperas entre la visita a primaria, la derivación al especialista, la realización de la prueba diagnóstica y la intervención».

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Y a más saturación y demoras, más descontento del paciente, que ya va al alza como recogen las encuestas de satisfacción que realiza Sanidad. En 2019, el 2% de los usuarios estaban insatisfechos y el pasado año ya había subido al 3,40%. Las quejas también se incrementan. Los Servicios de Atención e Información al Paciente (SAIP) contabilizaron 30.147 en 2019. El año pasado crecieron hasta las 32.764.

Este descontento, unido al malestar generado por la pandemia, lamentablemente ha desembocado también en un ascenso de la hostilidad y las agresiones al personal sanitario, como alertan desde el Colegio de Médicos de Valencia. «Es la tendencia que venimos sufriendo en los últimos años y nada hace pensar que vaya a mejorar si no se toman medidas», subrayan.

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En este marco, la innovación se antoja como una herramienta imprescindible, pero no exenta de riesgos. «La aparición de nuevas tecnologías para diagnóstico y tratamiento va a requerir alta especialización y, por supuesto, muchos recursos. Por ejemplo, las nuevas técnicas de imagen harán necesaria la creación de servicios especializados, y también de diagnóstico genético. Lo mismo ocurrirá con las terapias moleculares, para enfermedades degenerativas y oncológicas», detallan desde la Colegio de Médicos de Valencia. «Se espera también un desarrollo de la telemedicina y otras nuevas tecnologías para la comunicación con el paciente, que podrían desembocar en problemas en la relación del usuario con el sistema sanitario, igual que ha ocurrido con instancias burocráticas en instituciones públicas o entidades bancarias», advierten. «El paciente debe ser considerado siempre una persona, para lo que hemos de insistir en humanizar la sanidad», añaden desde CSIF.

En este sentido, Sanidad ha previsto una auténtica revolución tecnológica en los próximos años. Hay 79 equipos valorados en 81 millones de euros que ya se están instalando (21 TAC, 29 resonancias, 13 aceleradores, seis gammacámaras, seis equipos de angiografía (vascular y neurorradiológica), dos de braquiterapia y otros dos de hemodinámica. También se está incorporando la cirugía robótica (tres dispositivos ya adquiridos y cinco pendientes de licitar); y este mes se licitará la redacción y obra del edificio que albergará el equipo de protonterapia.

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En Atención Primaria, el objetivo es que los profesionales sean más resolutivos para evitar demoras y derivaciones innecesarias, para lo que tendrán 2.000 nuevos equipos de diagnóstico (ecógrafos, retinógrafos, cirugía menor...). Desde la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria apuestan también por esta medicina «de precisión», con la incorporación, incluso, de la inteligencia artificial y la genómica; una Atención Primaria basada en el valor y que lleve «implícita la satisfacción del paciente y la búsqueda de resultados. Los centros de salud deben ser centros de excelencia asistencial».

En infraestructuras, la conselleria tiene más de 400 millones de euros en obras adjudicadas (ampliación del Clínico, complejo Ernest-Lluch, hospitales de Ontinyent, Villajoyosa, Orihuela...), pero desde el Sindicato de Enfermería Satse resaltan lo obsoletas que son las actuales instalaciones y desde CSIF y USO lamentan la falta de mantenimiento tanto en centros de salud como en hospitales. Uno de los ejemplos son las inundaciones que ha sufrido La Fe en las últimas semanas.

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