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El 19 de julio de 2023, el recién elegido presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, –el PP recuperaba la Generalitat gracias a un pacto ... con Vox y tras dos legislaturas del Botánico– nombraba un Consell formado «por los mejores». Mazón sacaba pecho por haber logrado formar un equipo «con gente que sabe de su sector, que tiene acreditada experiencia y que está preparada para trabajar para todos». La hemeroteca, al final, siempre es un ajuste de cuentas. El primer revés llegó un año después con la salida de Vox tras el toque de corneta de Santiago Abascal. Una primera crisis de gobierno que obligó a mover piezas y Mazón trasladó a la más débil a la cartera de Emergencias, que en un principio había colocado a Vox porque es un área en el que no hay mucho que ganar.
Los «mejores» no sirvieron ni para prevenir antes ni para actuar después de la dana. Mazón, desbordado por la situación generada el 29 de octubre, decidió enfundarse en una chaleco rojo de emergencias que fue carne de meme durante días, especialmente por el estado catatónico en el que se había sumido un Consell que fue incapaz de liderar una respuesta ante la yenka de un Gobierno que no hizo ningún ademán para asumir la emergencia. Hay quien piensa que el presidente del Gobierno valenciano debió pisar la zona cero antes y aparcar las comparecencias conjuntas cuando el drama estaba en la calle. Además, la gestión posterior fue un despropósito y se suplieron las carencias con decisiones que no ayudaron a que los ciudadanos paliaran su visión de haberse sentido desprotegidos durante varios días. A las 20:12 horas del 29 de octubre se envió un mensaje de Es-Alert que fue una condena, tanta como remitir en las siguientes horas una batería de comunicados también a través del móvil que no hicieron más que multiplicar la sensación de que no había nadie a los mandos. Mazón dejó pasar la oportunidad de liderar, y nunca mejor dicho porque la normativa así lo exige y se lo atribuye, la tarea de la emergencia.
El presidente de la Generalitat, en ese momento, se debió dar cuenta de que entre su equipo no estaban «los mejores». La entonces consellera de Industria y Turismo, Núria Montes, que en su día fue recomendada por empresarios de postín sin que el presidente del Consell hiciera caso a aquellos que en las cercanías le aconsejaron que no la sumara a su equipo –no por el currículum de Montes sino por las formas–, realizó las declaraciones más lamentables que se recuerdan en esta crisis abierta por la dana.
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«Aquí no se va a permitir, no se va a entregar cuerpos a familias. No se va a permitir el acceso de familiares a la zona donde tenemos custodiados a todos los fallecidos, así que tienen que esperar de forma obligatoria la llamada del juzgado y la entrega de la documentación pertinente. Las familias, en el mejor lugar donde pueden esperar las noticias de sus familiares, es en sus domicilios», señaló la consellera de Industria y Turismo, cuyo único protagonismo en la tragedia era ser la responsable de Feria Valencia, el lugar en el que se habilitó la morgue para llevar a los muertos.
Mazón, en aquel momento, no debió ni esperar al comunicado de disculpas de Montes, que debió ser destituida de inmediato por una evidente falta de empatía con las familias de los fallecidos. Al menos, esta es la teoría que defienden en privado cargos de su partido y de su Consell, que aseguran que hubo actitudes, como la de Montes, que no se podían permitir porque ensombrecían toda la labor que se trataba de ejecutar para hacer frente a la situación.
Las declaraciones de la consellera de Emergencias, Salomé Pradas, en las que reconoció su ignorancia sobre la existencia de un sistema de alertas para avisara a la población de los riesgos –el botón se activó después de que el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, hablara a las 20 horas por primera vez con Pradas para comunicarle que la presa de Forata estaba en graves problemas y se podía desbordar– se convirtió en otro de los puntos débiles del Consell durante los días posteriores a la dana. ¿Cómo era posible que la titular de Emergencias no conociera los dispositivos para alertar a la población? Este tipo de situaciones tumbaron de un plumazo cualquier intento del Consell de liderar el relato y la reconstrucción. Especialmente con un Pedro Sánchez que hizo de su ausencia su mejor defensa para que políticamente se quemara el presidente de la Generalitat. Las manifestaciones, multitudinarias y organizadas, fueron más una crítica a Mazón que a Sánchez.
No lo dijo el enemigo político sino su propio jefe en el programa de Alsina en Onda Cero: «A Mazón lo vi noqueado emocionalmente los días posteriores a la dana». Políticamente, el crochet de Núñez Feijóo directo al mentón del presidente de la Generalitat dolió más que el panorama desolador de la mañana después de una riada que dejó al Consell catatónico. Un golpe a destiempo, tarde, cuando el jefe del Ejecutivo valenciano trataba de sacar cabeza. Después, el gesto de Feijóo de visitar los pueblos afectados por la dana sin su líder regional, fue el gancho que lo tumbó. El presidente nacional del PP no quería mancharse del barro de Mazón, que un día antes había sido insultado desde un puente en su visita a l'Horta Sud.
El 15 de noviembre, Mazón dio las explicaciones oportunas en la tribuna de Les Corts, en una comparecencia extensísima, donde detalló todas las actuaciones realizadas y las medidas previstas para ejecutar una reconstrucción a la que ha fiado su futuro político. La dana trajo una crisis de Consell, con cambios –Pradas y Montes fueron destituidas–, y la llegada de un militar para liderar el proceso. Una forma de demostrar que en su equipo no estaban «los mejores», como Mazón defendió un año antes.
La reestructuración del Consell tuvo como gran novedad el fichaje del teniente general Francisco Gan Pampols, sobre el que cae el reto de la reconstrucción y, de paso, en sus manos está el futuro político del presidente del Consell, Carlos Mazón, que en su comparecencia en Les Corts para dar cuenta de la gestión de la dana aseguró que sólo se presentaría a unas nuevas elecciones si se habían cumplido los compromisos para recuperar decenas de municipios e infraestructuras arrasados por el agua.
Gan Pampols, que está a la espera de reunirse con el Alto Comisionado para la Reconstrucción nombrado por el Gobierno, José María Ángel, ha recorrido ya los municipios afectados por la catástrofe con el fin de diagnosticar y ejecutar las medidas para la reconstrucción.
El militar, con rango de vicepresidente en el Consell de Mazón y con el aura de haber sido recomendado desde altas instancias, fue contundente antes de asumir el cargo: en el momento en el que sienta que hay intromisiones en su labor, que hay un interés por poner trabas a la misión, dejará su cargo y volverá a casa. De momento sigue en el puesto, con un discurso en ocasiones que no sintoniza con el partido de su presidente y lidiando con las peculiaridades de la política.
En el haber de Mazón, el hecho de que la Generalitat ha sido la más eficiente a la hora de repartir las ayudas –6.000 euros para enseres– entre los afectados y en agilizar las ayudas para vehículos, mientras el Gobierno central se hace un ovillo entre la gestión del Consorcio y las aportaciones de Ministerio para no confesar que sus donaciones no siguen el ritmo exigido. La vicepresidenta del Consell, Susana Camarero, señaló ayer tras el pleno que la Generalitat ha movilizado desde la dana 1.601 millones de euros en ayudas directas y contratos de emergencia destinados a paliar las consecuencias de las inundaciones. Las aportaciones directas suman 891 millones para los afectados por la dana y 710 para obras e infraestructuras, un esfuerzo palpable que no se sobrepone al relato de los fallos en la emergencia.
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