Una institución cultural es mucho más que su edificio. Es su oferta artística, sus propuestas para seducir al público. No es relevante el número de inmuebles que se manejen si no se obtiene el tan esperado respaldo del público. No basta con gestionar, hay ... que atraer. En el IVAM hace tiempo que no se ven largas colas para acceder a sus exposiciones –como sí ocurre con algunas de las últimas propuestas de Fundación Bancaja o el acceso al recientemente inaugurado CaixaForum Valencia–.
El IVAM vive un tiempo de moderada repercusión. Mantiene su pulso artístico con muestras como la retrospectiva sobre Carmen Calvo, la nueva revisión del arte del escultor Julio González o la reciente exhibición 'En una casa. Genealogía del trabajo del hogar y los cuidados' de la ilustradora Ana Penyas y Alba Herrero. Sin embargo, mantiene una larga lista de frentes abiertos que no se materializan y dificultan alcanzar esos niveles que deben exigírsele a un centro de tan larga y fructífera trayectoria. Ahora está llamado a afrontar un cometido inopinado y sobrevenido: la gestión de la colección y/o el edificio de Bombas Gens, perteneciente a la Fundación Per Amor a l'Art, y cuyos responsables han pedido un rescate público ante la insostenibilidad económica del proyecto.
La Generalitat ha escuchado la llamada de auxilio del espacio que abrió sus puertas en 2017 en la antigua fábrica de bombas hidráulicas situada en el barrio de Marxalenes. No existe la fórmula definida de cómo podría ser este acuerdo, algo insólito si se materializa porque el Consell entraría así a evitar la desaparición de un enclave cultural de titularidad privada –no lo hizo, por ejemplo, con el ya desaparecido Círculo de Bellas Artes de Valencia–. Sin fechas, plazos y condiciones claras, es decir, sin ningún acuerdo cerrado, lo que sí parece claro es que el IVAM será el instrumento para articular la suma de Bombas Gens a la oferta museística autonómica. Un hecho que suscita muchos interrogantes. ¿Cómo será este arduo ajuste? ¿Está preparado el IVAM para iniciar este rescate teniendo en cuenta que es un museo que está pendiente de la puesta en marcha de una subsede en el Parque Central; que gestiona a su vez el CADA de Alcoi; que mantiene un edificio, el de la calle Guillem de Castro, que tampoco ha visto resueltos aún los daños de la sala Muralla, cerrada en marzo de este año; y que sigue sin abrir la terraza como esta previsto? ¿Cómo encajaría tener que aceptar tomar las riendas de otro espacio, que se suma a los que ya tutela, con esa lista de asuntos pendientes? ¿Qué recursos, económicos y de personal, requerirá?
Demasiadas preguntas que aún no pueden ser contestadas. La dirección del IVAM guarda silencio. Algo significativo si se atiende a que la responsable del centro de arte moderno, Nuria Enguita, conoce como pocas personas cómo funciona Bombas Gens. Fue su primera directora, la que estuvo en su fundación, y abandonó el cargo en 2020 para capitanear el edificio de la calle Guillem de Castro. ¿Cómo afrontará los cambios que, ineludiblemente, supondrán en la hoja de ruta del centro la absorción del malogrado Bombas Gens, un espacio que no ha sabido consolidarse en la vida cultural de Valencia?
En este horizonte también hay más cuestiones que merecen ponerse sobre la mesa. El IVAM está inmerso en la puesta en marcha de una subsede en el Parque Central, cuyas obras, anunciadas en 2020, tienen un coste de más de dos millones de euros y que, en principio, debe abrir sus puertas el próximo año en la Nave 3 del espacio situado en el barrio de Ruzafa. Pero si finalmente Cultura acepta hacerse cargo del rescate de Bombas Gens y le corresponde gestionarlo al IVAM, lo que incluiría la tutela de las naves de la antigua fábrica, ya rehabilitadas, convertidas en salas de exposiciones, situadas cerca del instituto de arte moderno, ¿tiene sentido seguir adelante con la adecuación y puesta en marcha de otra subsede? ¿Es viable que el IVAM sume tres edificios en una misma ciudad? Más aspectos a tener en cuenta en este galimatías que, de materializarse, trastocará el proyecto con el que Enguita optó al IVAM –ella, cuando propuso su candidatura, sí contaba con la construcción de esa subsede pero no con un nuevo espacio a gestionar–.
Los frentes abiertos
El centro de arte moderno también se ocupa del día a día del CADA de Alcoi, una institución cultural que abrió sus puertas en 2018 a iniciativa de Presidencia de la Generalitat y no del propio centro. Tiene, asimismo, sin desarrollar el proyecto de hacer accesible al público la azotea del edificio; mantiene clausurada la sala de la muralla, que también espera una reforma integral tras las filtraciones que motivaron su cierre y el traslado de la exposición que se exhibía la obra de Pinazo; el jardín trasero muestra una imagen descuidada; con un restaurante recientemente reabierto tras muchos meses con la persiana bajada... Y a todo ello podría sumarse la absorción de otro centro cultural si finalmente la Generalitat acepta rescatar al espacio de Marxalenes. Una institución con su correspondiente colección artística. Unos fondos de más de dos mil obras de arte que deberían convivir con las ingentes obras que ya de por sí conserva el IVAM.
Y todo ello en un contexto cultural, el valenciano, en el que han nacido o lo van a hacer proyectos muy potentes como el mencionado CaixaForum Valencia, abierto el pasado mes de junio, o el futuro Centro de Arte Hortensia Herrero que la mecenas valenciana prevé inaugurar el próximo año en la calle del Mar. Todo ello sin olvidar el músculo artístico que muestra Fundación Bancaja, cuyas propuestas generan una gran expectación entre el público. ¿Cómo encajar tan complejo puzzle?