Borrar
Urgente ÚLTIMA HORA | La mascletà de hoy se dispara pese a la lluvia
Un momento de la tertulia en el espacio La Rotativa de LAS PROVINCIAS. DAMIÁN TORRES

Café con aroma de literatura

Las tertulias culturales resisten el envite del ocio tecnológico y continúan vigentes en el siglo XXI | Los bibliocafés, herederos de los históricos locales donde letras y escritores eran protagonistas

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 17 de diciembre 2022

Café, literatura y conversación. O a la inversa. O combinados como se quiera, de su mano el placer está servido. Sí, el placer de hablar de literatura o cualquier otro asunto que convenga a la cultura. Pues a ello, y por ello, se entregó el Otoño Literario de LAS PROVINCIAS en un diálogo con un interrogante como punto de partida: «¿Son los bibliocafés los herederos de los cafés literarios?». A lo largo de un viaje a la palabra, la incógnita quedó despejada con las aportaciones de Rafael Soler, poeta y socio del Café Comercial de Madrid; Lorenzo Donvito, socio de los bibliocafés Ubik Café y La Batisfera; Arturo Cervellera, autor del libro '101 cafés históricos de Valencia' y Gerardo Muñoz, escritor y miembro del Consell Valencià de Cultura (CVC).

Hubo acuerdo en que esos espacios que en el siglo XIX fueron los cafés literarios han evolucionado con el tiempo hasta encarnarse en los bibliocafés de hoy, un modelo que trasciende a lo meramente literario y que a juicio de Rafael Soler «han venido para quedarse. En un futuro en el que mandan las franquicias, en estos establecimientos se va a ver muy bien reflejada el alma de las ciudades».

«En un futuro en el que mandan las franquicias, el alma de la ciudad se va a ver muy bien reflejada en los bibliocafés, que han venido para quedarse»

Rafael Soler

Será así cuando los nuevos establecimientos respondan al modelo que incorpora programación cultural. Vender libros y cafés no basta. Quedó claro que por más que, cuando se conjugan libros y café, el romanticismo asoma, no sólo de éste puede vivir el hombre. Hubo coincidencia en que es de un negocio de lo que hablaron, una actividad que requiere grandes esfuerzos porque para que cafés literarios y bibliocafés sigan abiertos «hay que pagar la factura de la luz», como aclaró Rafael Soler con tan gráfica expresión.

Promover la cultura, la palabra y la letra, ya sea desde los bibliocafés o aquellos cafés literarios que luchen por mantenerse no puede estar reñido con la búsqueda de rentabilidad. «Son centros de resistencia, hay que currárselo mucho», apuntó el poeta que lucha por la subsistencia de los míticos cafés. A su tesis se sumó Sanvito para afirmar que «de libros no vivimos», algo que «no todo el mundo entiende. Dicen que hay que mantenerse más puros con la literatura y tener sólo libros».

«Hemos hecho una asociación de bares culturales porque no hay legislación para poder organizar actividades como conciertos»

Lorenzo Donvito

La fórmula que va a funcionar se encierra en esos modernos espacios que en realidad son una especie de contenedores de actividad cultural. Acogen conciertos, exposiciones, lecturas, presentaciones de libros... En definitiva lo que Lorenzo Sanvito definió como lugares que ponen al alcance del público «un espacio para estar juntos, para vivir en comunidad», principio que guía sus establecimientos y al que se consagraron hace ya catorce años con una amplia y constante oferta. Soler les llamó «nuevos mentores» de la vida cultural que encuentran en la creciente presencia de los clubs de lectura una buena palanca para su proyección. Y Arturo Cervellera añadió la conveniencia de promover los bibliocafés en los que observa el resultado de «la evolución lógica y la repetición de lo que en el siglo XIX fueron los cafés».

«La tertulia es una tradición, encierra riqueza cultural. un patrimonio que no podemos perder, sino que lo tenemos que mantener»

Gerardo Muñoz

En La Rotativa de LAS PROVINCIAS se describió un escenario de continuación, de «coexistencia», como señaló Muñoz, y de convivencia de la herencia del pasado con la innovación del presente. De la conversación se extrajo que la respuesta a la pregunta inicial apunta en la dirección de una sucesión sin ruptura que se mantiene alimentada por la necesidad humana del encuentro y la comunicación a través de la conversación, un instrumento a proteger.

Fue Gerardo Muñoz quien recordó los «siglos de tradición del café literario», donde en su opinión «el protagonismo no lo tiene tanto el libro como la conversación». Así sirvió a la mesa la reivindicación del devaluado hablar cara a cara. Aludió con su argumento a la presencia de los medios digitales en el territorio de las relaciones sociales. El autor de '101 cafés históricos de Valencia' compartió la observación del riesgo que entrañan teléfonos, tabletas y ordenadores. Aun así no dejó de advertir que es posible la convivencia de la tecnología con la presencia, algo que también Lorenzo Sanvito defendió cuando refirió que los clubs de lectura se sirven de las redes sociales para proporcionar y organizar las citas en torno a un libro. Sanvito lo tiene claro: «Todo depende del uso que se les dé».

La voz del poeta Soler, que desde el madrileño Café Comercial sigue animando tertulias al calor de lecturas y escritores, se volvió a escuchar en favor de los cafés literarios que defendió «como mesa camilla o segunda sala de estar en la que prima la conversación. Si algún día pudiéramos conseguir unas psicofonías de todo lo que se ha hablado en los cafés, tendríamos la verdadera historia de nuestro país», dijo. Y no sólo eso, también los llamó, a los cafés de ayer y a los bibliocafés de hoy, «caladeros» de historias para quienes escriben. Son escenarios en los que sin duda se dibujan personajes y se observa que hay autores que acuden a leer. También, como apuntó Donvito, «jóvenes alumnos de institutos o universitarios que tras sus clases se acercan al bibliocafé para hacer sus tareas». Todo llevó a Cervellera a hablar «más que de cafés literarios o bibliocafés, de cafés culturales».

«Promover estos espacios culturaleses necesario para recuperar la conversación que parece que se pierde con los medios digitales»

Arturo Cervellera

Entre las apreciaciones que saltaron a la mesa, llegaron las palabras de Gerardo Muñoz con un mensaje optimista a la vez que reivindicativo: «La tradición de los cafés no se va a perder ni se debe perder. Además, es un gancho cultural para las ciudades. La tertulia es tradición, riqueza cultural, un patrimonio que hay que cuidar. Es patrimonio cultural», recalcó el miembro del CVC en una afirmación que puso el sello a un compromiso ante un futuro en el que el modelo tradicional «tiene que coexistir con otras fórmulas más modernas. Me gustaría mantenerlo como punto de encuentro fundamental sobre todo para hablar cara a cara y donde llevar a los niños para que aprendan a tener conversaciones». Añadió el socio de Ubik Café y La Batisfera que «el bibliocafé tiene mucho que decir. Es una actividad que funciona, nosotros lo vemos todos los días».

El diálogo que entabló en el espacio La Rotativa abrió las puertas a un universo que alimenta la cultura y del que nadie está dispuesto a despedirse porque, como señaló Rafael Soler, «cada ciudad tiene un alma única que le da personalidad, pero todas tienen un alma en los mercados, en los cementerios, en los jardines, en las bibliotecas y de todas, la de los cafés es la más amable».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Café con aroma de literatura