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Que un objeto quede expuesto en las vitrinas de un museo significa mucho. Es sin duda la prueba de que la pieza encierra valor artístico y con ello cultural. Eso es lo que va a pasar con una amplia colección de piezas de la prestigiosa ... y emblemática firma valenciana La Ceramo. Este sello que recuperó el reflejo dorado cuando este ya estaba perdiendo fuelle en el mercado de la cerámica para devolverle el esplendor que merecía un color que sólo consiguieron los grandes maestros, se va a asentar, y a lo grande, en el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias Manuel González Martí.
A los fondos que alberga el Palacio del Marqués de Dos Aguas, se acaban de añadir 300 piezas adquiridas tras varios años de negociaciones que se cruzaron con la pandemia y se vieron retrasadas. Jaume Coll, director del espacio, confirmó este dato a LAS PROVINCIAS, al mismo tiempo que destacó que parte del nuevo tesoro se ha comprado y la otra ha llegado al espacio fruto de la donación por parte de quien era el propietario de las mismas.
Una media luna de reflejo dorado que muestra el número 102 y que en su día estuvo en el zaguán de entrada de las instalaciones de la Ceramo en la avenida de Burjassot, la reproducción de dos jarrones de la Alhambra que también decoraron aquel vestíbulo, junto con piezas conmemorativas de diversos acontecimientos, réplicas de antigua cerámica valenciana, relieves, albarelos y platos con clara inspiración andalusí en su decoración, entre otras piezas, forman parte de una inyección de arte indispensable para un museo de cerámica como es el que en Valencia ha cumplido 75 años en 2022.
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Medir la trascendencia de esta entrada en las salas no puede limitarse, por más significativa que sea la cifra, al número de obras. «La Ceramo es un caso extraordinario de la industria cerámica que nace a finales del siglo XIX», apunta Coll. La producción fue inmensa, además de ofrecer gran calidad. Y ahí se explica el interés por contar con su presencia.
Es el tratamiento del reflejo dorado la esencia de una personalidad artística que encumbró a La Ceramo, y no sólo por la alta calidad que consiguió la firma con la puesta en práctica de la compleja técnica para alcanzar los dorados. También, como recordó Coll, por el hecho de «recuperar la técnica del reflejo dorado que en ese momento ya sólo había dos ceramistas que lo practicaban, pero con escasa repercusión en el mercado». La Ceramo supo revitalizar la técnica y devolverle el brillo que siempre tuvo una cerámica cuyo origen se encontraba en la tradición andalusí.
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La Ceramo fue ganando presencia y de ello dan fe grandes construcciones de la arquitectura de la ciudad que contaron con aquellos dorados para ornamentaciones que sumaron no poco atractivo a la belleza de los edificios que vistieron. Basta acercarse a los mercados Central y de Colón o al edificio Cardona que acogió la emblemática tienda La isla de Cuba en la esquina de San Vicente con la plaza de la Reina para descubrir cuánto aportó La Ceramo a la ornamentación de las calles de la ciudad.
Pero hay más, relieves de edificios e la calle de La Paz, la ornamentación que acompaña al ladrillo visto de la Finca Roja y el azulejo verde de sus torres, así como los elementos decorativos de la Estación del Norte, «no sólo los dorados también toda la ornamentación con naranjas es obra de La Ceramo», apunta Coll, quien recuerda, además, que las tejas originales del Ayuntamiento de Valencia llevaban la misma firma. No sólo la ciudad del Turia sirve de muestrario para conocer la trascendencia de aquella firma. No es infrecuente encontrar en lo alto de construcciones pináculos y bolas decorativas de cerámica dorada que, tal como advirtió el especialista, son elementos constructivos de una casa que en esta materia tiene mucho que contar.
No cabe duda de que La Ceramo está inscrita en mayúsculas en la historia de Valencia y de la cerámica en particular. Profundizar en su estudio y dar a conocer su trascendencia para mantener su memoria es una de las apuestas de un museo que no podrá mostrar todo cuanto ha adquirido porque lleva más de veinte años a la espera de su ampliación. Pero todo lo que pueda lo mostrara mientras llega el día en el que ve cumplida la justa aspiración para ganar espacio expositivo. Mientras, las antiguas instalaciones de La Ceramo aguardan la puesta en marcha del proyecto para su rehabilitación. Mucho por hacer.
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