Consuelo Císcar confiesa que malversó fondos del IVAM y acepta un año y medio de cárcel

La propia Císcar, y antes de llegar a juicio por una de las causas en la que está investigada por su etapa como responsable del centro de artes (la otra es la que corresponde a la supuesta compra de obras de arte del escultor Gerardo Rueda), ha admitido que usó el dinero del espacio para proyectar la figura de su descendiente.

Tras más de tres años de instrucción, Císcar ha terminado reconociendo los hechos y de esta forma aceptando su culpabilidad por la delictiva gestión que durante una década protagonizó en el museo. Ella, hasta ahora, siempre había negado todas las acusaciones. Incluso trató de silenciar a los medios de comunicación con una denuncia que finalmente fue archivada. A finales de este mes de julio acudió a la Audiencia de Valencia a reconocer los hechos.

Como señala el fallo, «la acusada, consciente de las dificultades que existen para alcanzar el éxito en este sector de la cultura, aprovechando sus conocimientos, sus contactos y su posición al frente de una de los museos más importantes de la Comunitat Valenciana, se erigió en la coordinadora del proyecto profesional de su hijo, organizándole exposiciones por distintos países, haciéndolas coincidir con las exposiciones que ella misma proyectaba en el IVAM, a fin de costear, en algunos casos, su asistencia a las inauguraciones de las muestras de su hijo con los fondos públicos del museo». Es más, como relata la Fiscalía Anticorrupción, Císcar favoreció la carrera de su hijo «organizándole exposiciones por distintos países, haciéndolas coincidir con las muestras que ella misma proyectaba en el IVAM, a fin de costear, en algunos casos, su asistencia a las inauguraciones de las exposiciones de su hijo con los fondos públicos del museo». Por ello, Anticorrupción, que pedía doce años de prisión, defendió que el modus operandi de la exdirectora para llevar al «éxito» la proyección internacional de su descendiente consistía en hacer coincidir las exposiciones internacionales del museo valenciano en países como Portugal, China o Cuba, entro otros destinos, con exhibiciones del trabajo de su vástago.

De esta forma, las muestras de Rablaci fueron sufragadas por empresas investigadas en la causa (que se encargaban de los gastos a cambio de los contratos que luego recibían de la pinacoteca) y «gestionadas por el personal del IVAM». También el centro compraba obra de arte a galerías donde más tarde expondría el joven creador. Císcar, incluso, llegó a disfrazar desplazamientos internacionales como un «compromiso profesional» y a ocultar la presencia de su marido en las facturas de otros viajes con cargo al IVAM.

El fallo de la Audiencia Provincial, al que no cabe recurso, también recoge que la pena de un año y medio de cárcel que ha aceptado la propia Císcar queda suspendida y condicionada a que no delinca. Además, se le condena a pagar 50.000 euros como responsabilidad civil por los fondos malversados y otros 25.000 euros de manera subsidiaria con los otros dos condenados en esta causa, el exdirector financiero del museo, Juan Carlos Lledó, y el empresario Enrique Bienvenido Martínez (cuyas mercantiles se encargaban del transporte de obras de arte de Rablaci a cambio de contratos con el museo).