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«Quiero que la pintura sea carne» es una de las grandes frases de Lucian Freud (Berlín, 1922-Londres, 2011). Los retratos forman parte ... fundamental de la obra del pintor, quien inmortalizó con sus manos a amigos, familiares, amantes y colaboradores. El nieto de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, no se veía capaz de hallar la profundidad de seres desconocidos. Francis Bacon (Dublín, 1909-Madrid, 1992), por su parte, sostuvo que la desnudez del cuerpo humano le recordaba al escaparate de una carnicería. Ambos huyeron de captar la visión literal de la realidad y optaron por saltarse las normas. Ambos son dos figuras clave del siglo XX. Ambos recalaron ayer en Valencia gracias a la exposición 'Francis Bacon-Lucian Freud. De Profundis', que estará abierta hasta el 5 de septiembre en la Fundación Bancaja.
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En el edificio de la plaza Tetuán se exhibe la obra gráfica de dos de los creadores más destacados de la Escuela de Londres unidos para la ocasión en una serie de retratos que exploran la carnalidad para abordar la soledad del ser humano, el paso del tiempo y la angustia existencial. Es una exposición con carga intelectual para el público que quiera ir más allá de la piel. Bajo la epidermis inmortalizada por Bacon y Freud reposan los miedos y pasiones del ser humano.
Son numerosos los museos y galerías que han exhibido obra de Francis Bacon y Lucian Freud tanto en exposiciones individuales como en colectivas, pero raramente han coincidido juntos. La galería Marlborough, a la que ambos creadores estuvieron vinculados, los ha unido, pero sin confrontarlos. Una treintena de obras procedentes de los fondos de la firma y otras tantas de coleccionistas privados -hasta llegar al medio centenar de piezas en la Fundación Bancaja- permite un aproximación a la obra gráfica de ambos.
Bacon y Freud se conocieron en la década de los 40 cuando el primero ya se había labrado un nombre y el segundo iniciaba su carrera en una Europa que abandonaba la segunda Guerra Mundial. Belén Herrera, comisaria de la exposición y codirectora de la galería Marlborough, afirmó ayer que Bacon fue, además de amigo, un referente para Freud. En lo artístico se influyeron mutuamente y en lo personal hubo tensiones. La amistad se rompió en la década de los 80. «Freud, que frecuentaba las apuestas, tenía problemas económicos y Bacon siempre se mostró generoso con él. Bacon tuvo relaciones tumultuosas y problemas con el alcohol y Freud quiso protegerlo, quizá, entrometiéndose», explicó Herrera.
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Francis Bacon, recordó la comisaria, trabajó con importantes impresores europeos. La Fundación Bancaja exhibe una veintena de sus aguatintas y litografías, fechadas entre 1971 y 1992, el año de su muerte. Destacan 'Second Version of Triptych 1944' , la reinterpretación que de su obra 'Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión'; 'Triptych 1974-1977', 'Study for Portrait of John Edwards' y 'Study for a Bullfight No.1'.
Lucian Freud usó la plancha de cobre como si de fuera un lienzo. La colocaba en posición vertical sobre el caballete y grababa en ella la imagen directamente. «Él se mantenía de pie», explicó Herrera. No usaba apenas el color en sus aguafuertes y, a diferencia de Bacon, trabaja con modelos naturales. De Freud se exhibe piezas fechadas de 1982 a 2007, como 'Before the Fourth', 'Girl with Fuzzy Hair', 'Pluto aged twelve' (un retrato de su perra de 12 años), 'The New Yorker' y 'The Painter's Doctor'.
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Los artistas compartieron interés por la representación de la figura humana, pero desde diferentes puntos de partida. Bacon lo hacía a partir de fotografías, manuales, sin tener presente al modelo, e incluso «a documentos sobre enfermedades bucales, rayos y revistas», matizó Herrera. Son cuerpos desfigurados, poblados de emoción, crudeza y violencia, que reflejan el estado de ánimo generalizado en una etapa histórica convulsa. Trabaja las figuras como masas carnosas y distorsionadas.
El nieto de Sigmund Freud trabajaba siempre ante la figura a representar obteniendo un retrato más psicológico. «Le gustaba abordar su psique, verlos envejecer», matizó la comisaria. Es un formato íntimo, en blanco y negro, en el que se pueden contemplar con detalle sus rostros. «En Freud se ve esa pincelada más de dibujo», detalló. de una línea.
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La exposición, de alguna forma, sirve para reconciliar a dos amigos, para unirlos en un mismo espacio. La obra de uno no se mezcla con la del otro. Se guardan las distancias.
La muestra estará todo el verano. Los nombres de Freud y Bacon son reclamos en sí mismos. ¿Es una exposición apta para tiempos de crisis sanitaria? Belén Herrera destacó la conexión que el visitante puede sentir, en pleno contexto de pandemia y tras estar confinados, con los temas abordados por los dos artistas figurativos. En el caso de Bacon, «es evidente el tema de la soledad». «Bacon requiere ese aislamiento» y «aísla al personaje en una jaula de cristal». Además, en su obra «se ve la violencia de la muerte».
Esta obsesión compartida por retratar el cuerpo humano, desde la fidelidad a la realidad de Freud o la imagen distorsionada de Bacon, es un intento de «ahondar en las profundidades del ser humano».
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Si bien en el caso de Francis Bacon «hay gente que siete rechazo por la obra», según la comisaria, cree que lo que «distancia» a esas personas del arte de Bacon es «la angustia de vernos tan representados» y «desnudos en la soledad». Pero, para ella, «resulta hipnótico y contagioso».
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