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Cristalera de acceso y escalinata. LP

Un palacio a la espera de futuro en Valencia

El edificio de la plaza de Tetuán que el Ayuntamiento compró por 3,5 millones para ampliar el Archivo busca ahora un nuevo uso cultural

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 16 de diciembre 2023

Un refugio antiaéreo entre las paredes de una casa de noble abolengo. Es uno de los secretos mejor guardados del Palacio del Marqués de Montortal, ... esa histórica construcción que se levanta en la plaza de Tetuán y que en 2022 pasó a ser patrimonio de los valencianos tras pagar el Ayuntamiento de la ciudad 3,5 millones de euros. Una majestuosa escalera, cristales con corona nobiliaria y suelos de madera descubren el esplendor de un tiempo, el pasado. Pero ahora la inquietud es otra: ¿qué futuro le aguarda? De momento los únicos trabajos emprendidos son los de consolidación de un edificio que en algunas de sus estancias se presenta apoyado en puntales.

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El pasado julio una visita de los concejales de Servicios Técnicos Centrales, Julia Climent, y de recursos Culturales, José Luis Moreno, sirvió para conocer el estado antes de plantear una rehabilitación cuyo inicio la que la semana pasada Moreno explicó a este periódico que habrá que seguir esperando. Tanto que la posibilidad de que no se vea su nueva cara en esta legislatura es más que probable. Es un proyecto a largo plazo que, además, ahora choca con un nuevo interrogante: ¿Qué uso se le va a dar?

El Ayuntamiento lo compró con el objetivo de ampliar el Archivo Histórico Municipal que se encuentra en el edificio contiguo, el Palacio de Cervellón. Pero ahora se ha considerado, como también apuntó Moreno, que las características del inmueble son inadecuadas para esa finalidad. Habló de que el inmueble tiene «una estructura de madera» a lo que se añade que «el archivo, como es histórico ya no crece».

Refugio antiaéreo. LP

Así las cosas, habrá que buscar acomodo, siempre «con fines culturales», a una construcción que costó 3,5 millones de euros de las arcas públicas.

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Chimenea en una de las salas de la planta noble. LP

La compra de la histórica construcción tuvo lugar durante el periodo en el que la concejal Glòria Tello gestionaba el área de Acción Cultural en el anterior gobierno municipal. Tello explica que las razones que llevaron a decidir la adquisición del palacio de los marqueses de Montortal se encuentra en el convencimiento de que «la conservación y protección del patrimonio histórico y artístico de una ciudad, también pasa porque las administraciones adquieran aquellos edificios privados con valor patrimonial que se encuentren en malas condiciones de conservación para garantizar su rehabilitación, su supervivencia y puesta en valor» y así aporten «a la ciudad nuevas infraestructuras y dotaciones públicas».

El palacio encuentra su origen en el siglo XVIII, aunque en el XIX hubo una intervención sobre la fachada y más tarde, en 1912, se reformó el interior. Los años fueron habitando de manera que el paso del tiempo y el desuso imprimieron su huella.

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Artesonado en una habitación de la rimera planta. LP

Es el único edificio histórico del céntrico y exclusivo enclave urbano carente de uso. Es vecino en la plaza del ya mencionado Palacio de Cervellón, de la sede de Fundación Bancaja y del antiguo convento de Santo Domingo, sede de Capitanía.

La fachada anuncia la grandeza que confirma la escalera de mármol a la que se accede tras atravesar una bella cristalera que invita a creer en los milagros, pues se mantiene intacta. A la derecha de la majestuosa escalera de mármol, un corto pasillo conduce hasta una estancia de sólidos muros alicatados de blanco dividida en los compartimentos que describen el refugio.

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Sobre la cristalera del vestíbulo está grabada la corona que alude al título de los señores junto a orlas que embellecen la pieza. Desde el primer escalón cuando se levanta la mirada enmarcada por los balaustres de la baranda, se descubre en lo alto un lucernario policromado sobre el que la suciedad depositada por el tiempo apenas deja que cumpla su misión. La primera planta se abre en bellos salones un día decorados con pinturas de las que queda huella junto a las sombras de polvo que trazan el perfil de cuadros y cortinajes. Desconchados, humedades, desperfectos, agujeros, cristales rotos completan el recorrido por estancias sobre suelo de marquetería y algún techo artesonado.

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