Sesión plenaria del CVC en una imagen de archivo. Irene Marsilla

¿Para qué sirve el Consell de Cultura?

Exconsejeros lamentan la escasa influencia de los dictámenes y la falta de rentabilidad social de la entidad I Antiguos miembros de la institución advierten de que la crispación responde a una mayor deriva hacia posiciones partidistas

Laura Garcés

Valencia

Martes, 5 de septiembre 2023, 02:07

Algo sucede en el seno del Consell Valencià de Cultura (CVC). Ya lo avanzó LAS PROVINCIAS. Los últimos acontecimientos en torno a los pronunciamientos sobre la lengua valenciana han llevado a que voces cercanas a este órgano no han dudado en mantener que la agitación de los últimos tiempos responde a que «esta es la única herramienta de poder que le queda al PSPV para la acción política desde las instituciones». La crispación que se observa desde hace unas semanas ha abierto interrogantes como ¿para qué sirve? o ¿se ha desvirtuado la razón de su existencia en una deriva que algunos interpretan como instrumentalización por parte de los partidos políticos?

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Son exconsejeros de la institución como Gloria Marcos, Manuel Ángel Conejero, Vicente Muñoz Puelles y Ximo Tébar quienes ofrecen respuestas que vienen a reconocer nuevas derivas en el recorrido del órgano asesor hacia posiciones partidistas, la falta de influencia de sus pronunciamientos en las decisiones del gobierno valenciano, el escaso conocimiento de sus funciones –incluso de su existencia– en la sociedad.

Y, además, algo, que si bien puede resultar prosaico, algunos lo refieren como una clave: «Si la Generalitat no aprovecha en la mayoría de los casos el potencial del CVC, éste no se rentabiliza», apunta Ximo Tébar. No sólo se refiere a la rentabilidad social, también a la económica, pues el CVC genera un gasto a las arcas públicas. No falta el criterio que apunta en la dirección de que el

Es un órgano consultivo en materia cultural que nació como una especie de «senado», advierte Vicente Muñoz Puelles, consejero entre 1999 y 2018. Una larga experiencia en este órgano le permite hablar de los orígenes como un tiempo en el que «tenía función informativa. Entonces no se hacían muchos informes». A esta cuestión añade que en su época se abrió una etapa en la que «empezaron a hacer muchos informes» si bien «no tuvieron la repercusión que merecían». Con esta afirmación se abre una de las puertas por la que otros exconsejeros también transitan. Tebar habla de que el trabajo del CVC que considera necesario «no se rentabiliza no por la institución, sino porque cuando se eleva al Gobierno de la Generalitat, no se tiene en cuenta casi nunca». También Gloria Marco, consejera entre 2011 y 2018, se detiene en los pronunciamientos del consejo y recuerda dictámenes históricos como el de la lengua valenciana, aunque lamenta que «la población no tiene conocimiento» del trabajo, y por tanto de la función, de esta institución. Muñoz Puelles, que también echa en falta que se conozca más, habla de «opacidad».

Hablan de todo ello cuando la institución sigue con una presidencia provisional, la de Dolors Pedrós, en un periodo en el que se ha abierto un ambiente de crispación que llama la atención. Como ya señaló LAS PROVINCIAS, el CVC se ha caracterizado por una trayectoria silenciosa, carente de un ruido que en estos momentos parece acompañarla. Dice Gloria Marcos que «hasta ahora los miembros dejaban la mochila partidista, pero ahora no». Refiere que como es lógico cada uno de los miembros tenía y tiene su ideología, pero se «tenía a gala» dejar al margen la posición de partido. A juicio de la exconsejera lo que sucede es que se quiere «cuestionar la presidencia». A su juicio «esta especie de crispación sólo se justifica en el interés de ver a quién nombran. Alguien está interesado».

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No es la única opinión que apunta en esa dirección. Muñoz Puelles pone fecha a lo que llama «un giro». Sitúa la nueva deriva en 2011 «cuando llegaron una serie de personas que eran políticos natos» y sostiene que fue entonces cuando se «desvirtuó» avanzando hacia la «utilización política de los dos bandos –PSPV y PP–. Ese juego se fue prolongando».

Manuel Ángel Conejero habla de que «claro que está politizado», algo que no le resulta llamativo, «pues cada uno piensa de una manera». Descarta que exista una utilización por parte de los partidos cuando señala que «hasta ese extremo no se ha llegado, pero se llegará». La situación está marcada por la circunstancia de que hasta 2024 no habrá renovación de miembros y todavía no se ha nombrado presidente que cierre el periodo de provisionalidad, algo en lo que los actuales consejeros críticos han visto una «estrategia» del anterior gobierno de la Generalitat.

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