Adiós con el corazón

En el estreno de 'Morning glory' flotaba la tristeza en el ambiente aunque sea una comedia absurda y llena de paradojas. Y algo de mal humor. El título contiene varios significados como el estado óptimo después de una noche de buen sueño, una flor cuyas semillas son alucinógenas y el aliviadero de las presas para evitar que se desborden. Esta multiplicidad de sentidos permite crear una metáfora del miedo surgido al cerrar una sala de teatro cuando la realidad supera a los deseos.

En el arranque, tres mujeres sentadas con los ojos vendados. Dos de ellas se quitan la cinta y comienzan a dialogar sobre poesía y temas personales hasta interrogarse por la desaparición misteriosa de una mujer solitaria. A partir de ahí, Mer y Maribel (los personajes son las actrices en confluencia de vida y representación) trazan su itinerario recorrido hasta un embalse mientras la tercera, Julia, va dibujando con tiza y buena letra lo narrado, entre proyecciones de testimonios de quienes la conocieron o vieron. Después de la creación de la maqueta del espacio los interrogantes se suceden y finalmente aparece una cucaracha voladora (Laura Giner), único testigo de todo lo acontecido desde antaño: solo ella sobrevive y sabe la verdad.

Los diálogos de Mertxe Aguilar y Maribel Bayona son deliciosos y divertidos. Ambas están compenetradas y marcan sus diferencias. Las partes sobre la poesía, incluyendo los versos de Bécquer y sus variaciones o apéndices, no tienen desperdicio. Incluso las referencias locales, como la comparación con pasar por el interior de la falla Na Jordana. Y sobre todo el bombardeo de la trayectoria de la desaparición, un verdadero ramillete de frases surgidas por las elucubraciones que fluyen de la desconexión inverosímil al hilado del argumento. Julia Vicario sorprende por su inalterabilidad y sus gestos despectivos; hace falta mucho tino para aguantar la seriedad frente a lo irracional.

Aguilar dirige con acierto y mantiene un ritmo dinámico a esta dulce creación enigmática. La triste realidad planea desde dentro de la obra y no solo con metáforas sino con alusiones directas como la del banco que acabará tirando una pared o al oficio desinteresado del teatro. No falta la mirada hacia las 'ayudas públicas', con las hojas sueltas del Diario de la Generalitat que Mer encierra en una jaula para siempre, denuncia de la excesiva burocratización, el 'papeleo en PDF' de la administración. Una crítica expresada con ingenio, buen humor y cierta melancolía por lo que pudo ser y no ha sido.

Os recordaremos siempre, ultramarinas. Gracias por vuestra labor. ¿No existen fórmulas originales y ambiciosas para mantener estas salas?