Aguayo: «Me planteo ponerme el neopreno y nadar en estático en la piscina»

Si es difícil para todos la obligada cuarentena, más lo es seguramente para los deportistas profesionales a los que el concepto del teletrabajo les sirve para bien poco. Y la cosa todavía se complica un poco más si el afectado en cuestión tiene la difícil de tarea de inventarse cómo compaginar el confinamiento con el reto de entrenar tres disciplinas que requieren su práactica además al aire libre. Así está Emilio Aguayo Muñoz (Valencia, 29-12-1990), entrenador y estandarte del Club Avant Moncada y posiblemente el mejor triatleta valenciano -para muchos el pionero de este deporte en la Comunitat-, que a pocos días de estrenar paternidad se toma con cierto espíritu de calma su participación el próximo mes de octubre en el Ironman de Kona, competición estrella por excelencia y para la que logró clasificarse el año pasado. El billete para Kona lo ganó después de ganar el Ironman de Wisconsin, aunque hay que destacar también como logros más importantes de Aguayo el tercer puesto en el Ironman de Lanzarote en 2019 además de haber sido campeón y también subcampeón en diferentes ediciones del Campeonato de España de Media Distancia de triatlón.

«Empecé la cuarentena con semana y media de descanso. Justo me había acabado de cambiar a mi nueva casa en Masías (Moncada) y eso nos hizo que nos volcásemos en la vivienda. Era momento de arreglar algunos detalles que teníamos pendiente y sobre todo nos vino muy bien que debíamos trabajar en el jardín. Fueron curiosamente días de duro trabajo de jardinería que nos vino muy bien. Eso me sirvió para moverme haciendo otras cosas», relata a modo de introducción poco después de haber cumplido con su sesión diaria de bici... sin avanzar un centímetro claro.

«Empecé poco a poco a entrenar porque nadie sabe todavía hasta cuándo va a continuar esto. Hay que tener en cuenta que han cancelado pruebas de mayo y junio, aplazándolas para 2021. Las franquicias más importantes, caso de Ironman y Challenge, las pasan a octubre, pero en ese mes no se pueden celebrar las treinta pruebas que se han suspendido ahora. Por eso va a ser complicado el calendario», reflexiona en voz alta.

Si cuesta, en tiempo y sacrificio personal, prepararse un Ironman lo difícil es superar el golpe que supone lograr el billete para Kona y tener luego la incertidumbre de si se podrá o no disputar. «Estoy clasificado pero conformen están las cosas en Estados Unidos, no sé cómo estarán las fronteras para esas fechas. Esto va para bastante largo».

Ante este panorama, Emilio Aguayo y Natalia se lo toman con otra perspectiva. «Hay que hacer una pretemporada distinta. Ella, pese a su avanzado embarazo, sigue activa. Hace pilates y yoga, y yo le acompaño en algunas clases para que sea más ameno. Coger una rutina. El día anterior nos programamos lo que vamos a hacer al día siguiente nada más levantarnos».

Aprovecha la fortuna de tener espacio en casa. «Entreno con el rodillo en el jardín, me hago circuitos. Tanto Natalia como yo somos entrenadores personales y tenemos bastante material en casa. Me he comprado también una cinta de correr pero el problema son los envíos y no sé cuándo llegará. Quizás cuando ya haya acabado oel confinamiento pero me lo tomo com ouna inversión a largo plazo».

Rodillo y cinta para correr... ¿y nadar?. «Eso es casi imposible. Las piscinas están cerradas. Hay una solución que puedo plantearme pero para dentro de más días. En la urbanización tenemos piscina y sé que no hay vecinos que se vayan a meter ahora en el agua. Por lo tanto, existe la opción de ponerme el neopreno y utilizar el nadathlon, un sistema que me permite nadar en estático... Es una opción que contemplo pero no quiero resfriarme justo ahora que Natalia está a punto de salir de cuentas. Quizás para más adelante».