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Reencuentro. Álvaro y Genovés, durante la reedición en 2015 de 'La Partida del Segle'. Txema Rodríguez

Cara a cara con el mito

Respeto. Fredi, coetáneo de Genovés, y Álvaro, su sucesor en el Individual, recuerdan vivencias con la leyenda y califican como «un honor» haberse enfrentado a él sobre las losas

Domingo, 1 de agosto 2021

Alfredo Hernando 'Fredi' soñó con Paco en la noche del viernes al sábado. «Nada especial. Lo de siempre, que estábamos charlando, recordando vivencias, que nos ... abrazábamos... lo que era él», precisa: «Y unas horas después, pasó lo que pasó». Es una de las primeras reflexiones de un pilotari un par de años más joven que el mito, un coetáneo suyo, en definitiva. Genovés ganó la primera edición del Individual y Fredi la segunda. Luego empezó la 'dictadura' de la leyenda, a quien sólo miró a los ojos en el mano a mano Enrique Sarasol. «La gente a veces me comenta que sin él, yo podría haber sido más. Pero siento un inmenso honor por haber coincidido con él en las losas. Lo considero un gran amigo y soy un enamorado de su juego».

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La reflexión tiene tintes similares con la de Álvaro Navarro, en parte sucesor de Paco Genovés, al menos en el Individual, pues el de Faura inició su hegemonía en el torneo más prestigioso de la pilota cuando acabó la del mito y la de Enrique Sarasol, que sumó los títulos en 1996 y 1997. Esto es, el siguiente a la más que conocida 'Partida del Segle' en Sagunt. «Yo había crecido viendo jugar a Paco y de repente me vi enfrente, cara a cara contra el que era mi ídolo», señala el hombre que posteriormente ganaría 11 títulos: «Pienso que si hubiera ganado en 1995 en Sagunt no había llegado a ser el pilotari que fui. Fue lo mejor que me pudo pasar».

Aquel día de verano se escribió la página más famosa de la pilota. Y en iguales a 55, cuando un cuarentón Paco Genovés (con casi 41 años) y Álvaro se cruzaron en la cuerda, el veterano le acarició amistosamente la cabeza. «Se ha hablado mucho de aquello, pero fue distinto a todo lo que se ha dicho. Fue como decirme: 'Ja et tinc. Pensaves que m'anaves a guanyar però ja et tinc'. Lo hemos hablado varias veces y es algo que recuerdo con cariño. Siempre me dio buenos consejos, incluso cuando años después fui rival de su hijo José (Genovés II)», puntualiza Álvaro: «Ese día comprendí que si quería ser el mejor, aún tenía que trabajar mucho porque ya había un rey en el trinquet, y que me demostró que lo seguía siendo».

LAS REFLEXIONES

  • Álvaro, expilotari «Había sido mi ídolo y, de repente, me vi jugando contra él. Perder contra él la 'Partida del Segle' fue lo mejor que me pudo pasar, me marcó y siempre tuvo buenos consejos para mí»

  • Fredi, expilotari «Fue un superserie y como persona, muy humilde y un gran amigo. Deja un vacío enorme, no sólo en la pilota, en la sociedad valenciana»

Después de ese verano, en una época en la que cada pueblo de la Comunitat programaba una gran partida en la calle en sus fiestas mayores, Álvaro cursó un clínic mientras quemaba kilómetros por carretera. «Creo que jugamos 40 partidas, unas 25 en agosto», relata. Todos querían al mito y al chaval que le había mirado a los ojos en Sagunt: «Un día jugamos tres partidas. Pantalones teníamos uno o dos, así que los lavábamos y los colgábamos en las ventanillas del coche, para que se fueran secando de camino».

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«Esos veranos yo los he vivido 15 o 20 veces», apunta Fredi: «Muchas veces, después de una partida por la mañana nos quedábamos a almorzar. Nos quedábamos charlando, contando anécdotas, y acabábamos hasta cenando». Vinculado toda su vida al deporte autóctono, Fredi tiene tantas anécdotas con Paco que le cuesta quedarse con alguna. Le resta importancia, pero fue quizás en un quinze, en una partida de Pedreguer que pasaría inadvertido para muchos, cuando cobró consciencia de la dimensión de Genovés: «Se encaró a la galería del resto al dau, desde el siete. Pensé: 'Me la tira dalt'. Pero le salió de rebot a colp y yo pensé: 'Se la juego a los pies'. La dibujé, salió como había pensado... y con los pies parados, casi raspándola, me la tiró a la galería. En ese momento te dices: '¿Y a partir de aquí, qué?'. Psicológicamente te hace petar».

Y narrada la anécdota, Fredi reitera que la presencia del mito le hizo mejor jugador y le ayudó en lo personal. A él, a la sociedad y, claro está, al deporte autóctono: «Entró en la pilota como elefante en cacharrería. Era un superserie, terrorífico... por la velocidad de su pelotazo, su izquierda... Y luego como persona fue humilde, un gran amigo y fiel a su forma de pensar y de actuar. Deja un vacío enorme, no sólo en la pilota, sino en toda la sociedad valenciana».

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Álvaro, como Fredi, repite varias veces que fue «un honor y una suerte» haber coincidido con Paco Genovés. Y no se limita a la, en su caso, más breve competencia sobre la losas: «Ha sido una persona que ha vivido por la pilota. Incluso después de retirado nunca dijo que no. Ahí estaba cuando lo llamaban. Era el 'capo' de todos. María Luisa (su mujer) siempre ha dicho que Paco no es de ella, sino de todos». Reitera el enorme abanico de consejos que recibió del mito durante tantos años.

Cuando se le pide que se quede con uno, al de Faura le viene a la mente el recibido en 1998, después de su primera victoria en el Individual, en Sagunt, escenario de la 'Partida del Segle' tres años antes, tras ganar a Pigat II: «Álvaro, pots haver guanyat, però ara ve lo difícil. Ser el millor és el més complicat». El mito, sólo con mirar a los ojos, había entendido que aquel chaval ambicionaba con sucederle en el trono.

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Álvaro ganó once títulos del Individual y Genovés seis. En la pilota, el palmarés siempre ha sido considerado algo secundario. «El campeonato empezó a disputarse en 1986. Paco tenía ya 32 años. ¡Es que era terrorífico! Él estaba acostumbrado a jugar con su hermano, o solo, con las limitaciones que a alguien se le pudieran ocurrir... así que el mano a mano se le ajustaba como anillo al dedo. Si llega a empezar antes yo no sé cuántos hubiera ganado», apunta Fredi.

Uno y otro añaden a esa balanza los intangibles. Su carisma, su concepto de la amistad y su disposición a atender a cualquiera que quisiera acercarse con honestidad al deporte que amaba. «Igual quedaba contigo y llegaba media hora tarde. Te saludaba de forma amistosa a modo de disculpa y ya se quedaba lo que fuera necesario», relata Fredi. Para él, Paco más que rival ha sido un amigo y su gran ídolo deportivo. Como para Álvaro. Ellos tuvieron la suerte vivir cara a cara con el mito. Y acumular experiencias que, como la leyenda de la vaqueta, serán eternas.

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