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C. BONELL
valencia.
Lunes, 1 de noviembre 2021, 00:12
Los ánimos están muy alterados entre los citricultores valencianos porque las ventas de naranjas están paralizadas en el campo. No hay comercio que diga algo por la cosecha de Navelina, la variedad que en esta época ya debería estar empezando a ser comprada, para ir ... aumentando paulatinamente el ritmo de recolección. Los 'corredores' sólo buscan algunas partidas de mandarinas (Clemenules y Clemenvilla, sobre todo), y cuando les 'aprietan' los agricultores, recurriendo a las habituales relaciones para intentar vender naranjas, se encuentran con que los compradores «no tienen orden de comprar».
La razón de fondo es que en toda Europa hay todavía mucha cantidad de naranjas del hemisferio sur almacenadas en cámaras frigoríficas. En España también. Y mientras se van vaciando con lentitud las existencias de millones de kilos, no hay apetencia por comprar la cosecha local. ¿Para qué, si hay donde elegir?
Las perspectivas, según indican quienes conocen mejor el conjunto de la situación, es que hay naranjas del hemisferio sur en cámaras para cubrir prácticamente casi todo el mes de noviembre. Y aún veremos algo en diciembre. Otros años se ha visto. Lo cual plantea muchas cuestiones que obligan a reflexionar seriamente y a trasladar la honda preocupación a las autoridades; en todos los niveles, y con sólidos argumentos.
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Lo primero de todo es que los hechos vienen demostrando lo fútil de las razones que dieron en Bruselas, y hasta en Madrid, para justificar la entrada libre de cítricos del hemisferio sur 'a contratemporada'. Rechazaron -en Bruselas y en Madrid- que hubiera solapamiento de la fruta importada con la cosecha española y del resto de la UE. Y a la vista está que los temores no eran infundados; se confirman, y cada año a peor. No sólo están las cuestiones de los fitosanitarios que se utilizan fuera y que aquí están prohibidos, es que a este paso todo será de fuera y lo de aquí se quedará en el campo. Como ya está sucediendo.
Las redes sociales bullen a diario con fotos y noticias escuetas que denuncian la presencia de cítricos importados, cuando la cosecha propia, o la del familiar o amigo, está madurando en exceso en el campo y sin perspectiva de venderse, víctima de la competencia desleal.
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Al mismo tiempo llama poderosamente la atención el fraude continuado que se comete -y permite- al identificarse naranjas del hemisferio sur con la palabra Valencia, y no sólo en cuanto a la supuesta variedad, que se llama 'Valencia late', sino en clara adopción, impropia, de un término que comercialmente 'suena', para camuflar con ello el origen real. Y enfrente tenemos la paradoja de que la IGP 'Cítricos Valencianos' apenas aglutina el 0,5% de la producción y la marca 'Naranja de Valencia' acoge mucho menos.
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