La burocracia, los requisitos y los plazos en las ayudas asfixian a las empresas

En una época de inflación desbocada y después de una pandemia que tuvo graves consecuencias económicas, las ayudas desplegadas por las diferentes administraciones públicas se han erigido como un salvavidas para infinidad de empresas, autónomos y particulares. Los ERTE fueron (y son) un ejemplo de éxito de estas políticas y su buen funcionamiento contrasta con el de otras medidas que, ya sea por burocracia, por requisitos muy difícilmente asumibles o los retrasos en los pagos han generado muchas veces más frustración que otra cosa.

El ejemplo más paradigmático de esta situación es el Plan Resistir Plus, que gestionaba la Generalitat con fondos estatales. Había un presupuesto de 647 millones de euros para tratar de compensar la caída de la actividad durante 2020 y 2021, pero algo más de la mitad del dinero se quedó sin ejecutar. El hecho de que se tuviese que justificar una caída de la facturación del 30%, que se excluyese a empresas al corriente de todos sus pagos o que los plazos fueran más que ajustados contribuyeron al fracaso. De hecho, hasta la misma Sindicatura de Comptes lo destaca en su último informe y critica que se cambiaran los requisitos a última hora.

Expertos como los del Colegio de Gestores Administrativos de Valencia también han puesto sobre la mesa problemas de ayudas por cuestiones de plazos. Lo hacían por las relativas a la jornada laboral de cuatro días, que como vaticinaron, fue un fracaso. Uno de los requisitos contemplados en las bases reguladoras hacían «inviable la solicitud y menos en un plazo de un mes y con parte del personal de vacaciones todavía». Esta semana se ha confirmado que solo tres firmas podrán acceder a las mismas y que la mayor parte del presupuesto se dejará sin gastar.

Más allá de estos grandes paquetes, otras ayudas menores también han generado gran frustración por la falta de presupuesto. Este es el caso de los programas 'Avalem comerç' y 'Avalem Artesania', que desbloqueaban fondos para mejorar las instalaciones, comprar maquinaria, poner en marcha medidas de ahorro energético o promover la venta online y, tal y como denuncian asociados al gremio de panaderos, tras concedérselas no se les ha pagado por falta de presupuesto. Se trabaja en buscar una solución, pero muchos se han quedado en la estacada.

Fuera del mundo empresarial, este problema se repetirá también en las ayudas para el alquiler de jóvenes, anunciadas hace un año y que solo han sido adjudicadas a unos pocos valencianos –pese a ser una de las autonomías más avanzadas–. Además, desde la Generalitat se admite que se acabarán antes los fondos que se cubrirán las personas que cumplen los requisitos.

El Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace) de la Conselleria de Economía que administra muchas líneas de ayudas se ha encontrado con verdaderos problemas, en este caso por la gestión de los plazos. Tal y como denunciaron asesorías de forma particular, las ayudas a la innovación tardan dos años o más en pagarse, lo que genera una importante frustración.

Este mal comienza a ser endémico y va más allá de la Generalitat. En el Ayuntamiento de Valencia también se han dado casos similares, así como en el Ejecutivo central. Los focos se centran ahora en el denominado 'kit digital' del Gobierno para promover la digitalización a través de fondos europeos. Aunque hay una gran cantidad de solicitudes se teme una ejecución baja.

De la misma forma, muchos departamentos especializados consideran que en determinadas convocatorias el 'papeleo' y el tiempo invertido en tratar de optar a las mismas no sale a cuenta para los beneficios a los que se puede acceder. Por ello, desde diferentes sectores empresariales son una constante los llamamientos para que la administración acelere los plazos y reduzca la burocracia de infinidad de procesos, entre ellos los de las ayudas y subvenciones. Por su parte, partidos como el PP han sido muy críticos con episodios como el del Plan Resistir y alegan que una mala gestión está detrás de estos datos. Además, lamentan que habiendo fondos disponibles no lleguen a las empresas.

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