Cuando la tarde del 29 de octubre el agua comenzó a sobrepasar la altura de los rodapiés de las viviendas de la zona cero nadie imaginaba la pesadilla que estaba por venir. Más de tres meses después, una relativa normalidad parece haber vuelto a ... las calles de los municipios más afectados por la riada. Sólo lo parece. La realidad en el interior de las plantas bajas y los sótanos inundados es bien distinta: ascensores que todavía ni suben ni bajan, muros repletos de humedades cuyo destino final es acabar reducidos a escombros o instalaciones eléctricas reparadas a correprisa que han dejado de funcionar. La reconstrucción avanza a un ritmo muy inferior al que los afectados desearían, pero obliga a los profesionales de oficios que ya pueden ser considerados como esenciales –véase albañiles,fontaneros, electricistas o ascensoristas, entre muchos otros– a trabajar un par de velocidades por encima de sus posibilidades. Y no por falta de eficiencia o productividad, sino por escasez de personal.
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La falta de mano de obra es un problema que lleva presente en los oficios «que nos hacen el día a día más fácil» desde antes de la dana, según comenta Raquel Carracedo, coordinadora de formación de Femeval, la patronal del metal, que aglutina a la mayoría de empresas que pueden desempeñar un papel clave en la reconstrucción. No obstante, la catástrofe lo ha agudizado.
Si antes de la riada conseguir un fontanero o un electricista de urgencia suponía perder parte de la mañana en el intento, ahora, cuando la necesidad aprieta sobre todo en la zona cero, resulta una misión casi imposible. La reparación de todas aquellas instalaciones que quedaron fuera de servicio durante la fatídica tarde se ha convertido en la prioridad para las empresas valencianas del sector de la construcción.
«¿Para qué quiero ir de aquí para allá si en Paiporta hay faena de sobra?», se pregunta Carlos Rodríguez, obrero de la compañía Vamarsa XXI mientras trabaja, junto a su compañero Luis Cerrillo, en un bajo de Paiporta arrasado por la dana. Razón no le falta. Plantas bajas que arreglar hay «para uno o dos años», lo que falta es personal.
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Y eso que las labores de reconstrucción han disparado hasta un 30% la contratación de personal en el sector de la construcción respecto a los meses previos a la dana. Los albañiles encabezan la nómina de ocupaciones con más contrataciones registradas en el mes de diciembre, con un total de 23.062, según los datos del Observatorio de la Construcción de la Fundación Laboral de la Comunitat Valenciana. Otras profesiones como pintores, con un aumento en la contratación del 40%, o fontaneros, donde el incremento supera el 30%, también sufren las consecuencias de la barrancada.
Aumenta la contratación y también la demanda. De hecho, se duplica. Las ofertas de trabajo publicadas por empresas dedicadas exclusivamente a la construcción en la provincia de Valencia han pasado del medio centenar en los días inmediatamente posteriores a la riada a las más de 140 que se registraron en el mes de diciembre. Aún así son insuficientes.
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Sebastián Cucala, presidente del Colegio de Administradores de Fincas, cree que la falta de personal está dilatando los plazos de ejecución de obras y reparaciones, «porque sigue habiendo la misma fuerza de trabajo diario y a la vez se acumulan los pedidos». En la zona cero de la dana, concretamente en Catarroja, una de las asociaciones de afectados corrobora el planteamiento de Cucala: «Muchos arreglos se hacen a través de electricistas, fontaneros o albañiles voluntarios que vienen los fines de semana».
Es el único momento en el que pueden hacerlo, ya que entre semana resulta complicado encontrar a uno libre de encargos. Pero, ¿cuántos profesionales serían necesarios para poder hacer frente a las necesidades que continúan surgiendo más de cien días después de la avenida del agua? Dar una cifra concreta supondría, casi con total seguridad, quedarse corto. Es el planteamiento que trasladan desde Femeval. «Todos los que haya, bienvenidos sean», comentan desde la patronal del metal.
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Otros, como José Luis Santa Isabel, presidente de la Federación de Empresas Contratistas de Obras de la Administración de la Comunitat Valenciana se atreven a lanzar una estimación –«Si antes nos hacían falta unos 30.000 profesionales, ahora nos hacen falta unos 50.000», comenta el presidente– aunque lo hacen con la boca pequeña, puesto que son conscientes de que la magnitud de la catástrofe es proporcional a la de la reconstrucción. «Hay unas 63.000 actuaciones que llevar a cabo. Es la mitad de viviendas que se construyen en España a lo largo del año, así que es como traer a todos los profesionales del sector de la construcción durante medio año a la zona cero», explica Santa Isabel.
Desde la Asociación de Instaladores de Fontanería y Calefacción de la Comunitat (Ficoval) estiman que sería necesario incrementar entre un 20% y un 30% el número de trabajadores para poder hacer frente al «embudo» que existe «sobre todo en sótanos comunitarios y viviendas en plantas bajas». Las reparaciones de bajantes de aguas fecales y las instalaciones de gas, sobre todo en adosados, son las actuaciones más comunes de las últimas semanas dentro del sector de la fontanería. El principal problema es que se trata de trabajos que «pueden tener una duración de dos o tres días», tal y como explica Magdalena Verdú, vicepresidenta de la patronal.
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En condiciones normales, «dos o tres días» no deberían suponer un contratiempo para una empresa de instalaciones eléctricas. En condiciones que todavía distan mucho de poder ser consideradas «normales» se convierte en un problemón. Los cerca de 6.000 fontaneros que trabajan a diario en la región no son suficientes para el número de bajantes que más de tres meses después de la dana siguen sin funcionar.
No obstante, «el tema más urgente» a estas alturas, según la Asociación de Afectados de Catarroja es el de los ascensores. Aunque desde Ascencoval, patronal de las empresas de ascensores de la Comunitat, cifran en unas 6.000 las reparaciones que ya se han llevado a cabo, todavía quedan muchas actuaciones por ejecutar. «Quedan unos 2.000 ascensores, que son los que se encuentran en una situación más grave, que se deben reinstalar prácticamente».
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Una cantidad que supondría multiplicar por dos el número de ascensores que se instalan anualmente en la provincia de Valencia. Es decir, un repunte masivo que vuelve a evidenciar la escasez de mano de obra en un sector esencial para el día a día, sobre todo de las personas de avanzada edad o con movilidad reducida.
De los 1.300 empleados de la industria del ascensor que trabajan en Valencia, tan solo un 20% se dedican a la instalación, según los cálculos de la patronal. Esto significa que unos 260 trabajadores son los encargados de devolver la normalidad a unas 2.000 comunidades de vecinos. A cada trabajador le corresponde instalar, ni más ni menos, que 7,7 ascensores. Un cálculo sencillo, pero suficiente para reflejar la realidad que se vive allá donde las escaleras vuelven a estar transitadas.
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«Estamos hablando de plazos de más de siete meses para iniciar los trabajos y luego son entre cuatro y ocho semanas de reparaciones, por lo que hablamos de prolongar esta situación ocho o nueve meses más», lamenta Sebastián Cucala. Desde la patronal de los ascensores advierten que se han movilizado todos los recursos disponibles para ejecutar las reparaciones, pero todavía serían necesarios otros 200 instaladores más para acortar los tiempos de espera y poder restablecer el servicio en la totalidad de edificios en un plazo prudente.
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¿De cuánto tiempo estamos hablando? Depende de las necesidades que sigan existiendo, claro está. No obstante, Rafa Castillo, presidente de la Asociación de Empresas Eléctricas de Valencia (Aselec), estima que como mínimo se necesitarían doce meses con el doble de trabajadores de los que hay en la actualidad para poder hacer frente a todas las reparaciones.
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Desde Femeval plantean como solución a medio plazo incorporar nuevos trabajadores a través de los cursos de formación que tanto la patronal del metal como otras asociaciones empresariales han puesto en marcha. «Debemos poner el foco para conseguir captar y formar talento que cubra la demanda de estos profesionales cualificados que reclaman nuestras empresas y en este caso concreto de urgencia, la sociedad», comenta Vicente Lafuente, presidente de la patronal.
La llegada de nuevos profesionales capacitados puede servir para acortar plazos, pero la formación requiere entre 5 y 9 meses. Demasiado tiempo para los vecinos de las localidades más afectadas, que, tras más de tres meses de incesante trabajo para volver a la normalidad, siguen inmersos en aquella pesadilla que arrancó la tarde del 29 de octubre.
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Los trabajos de reparación tras la dana son tan dispares como sus precios. Resulta complicado cifrar el coste medio de una reparación completa, aunque sí que se puede poner cantidad a algunas de las actuaciones más comunes en el último mes.
Las comunidades de vecinos deberán desembolsar, por lo general, entre 3.000 y 5.000 euros por reparaciones menores en los ascensores. El precio se dispara en caso de tener que adquirir uno nuevo, ya que puede superar los 60.000 euros, dependiendo del modelo y las características del edificio.
En fontanería, el margen de precios va desde los 100 euros que puede costar la instalación de un contador de agua hasta los 3.000 euros que puede suponer un arreglo en una bajante. Una cifra similar (entre 3.000 y 5.000 euros) a la que puede costar la reposición del suministro eléctrico en un local o una vivienda.
Desde los días inmediatamente posteriores a la dana, las ofertas de trabajo para devolver la normalidad a la zona arrasada se dispararon. Eso sí, las necesidades tanto para las empresas como para la sociedad valenciana han ido variando.
Según los datos del portal de empleo Infojobs, los puestos más demandados en la Comunitat Valenciana de octubre a enero relacionados con tareas de reconstrucción de la dana se han ido acoplando a las urgencias de cada momento.
En octubre, el trabajo de operario de limpieza reunió 273 vacantes, pero fue a partir de noviembre, tras la riada, cuando se aprecia un incremento más que notable, alcanzando ese mes las 1.445 vacantes y ascendiendo hasta la tercera posición de la lista de puestos más demandados a nivel autonómico. Eran los primeros días, había barro por todos los rincones y lo más urgente era limpiar las plantas bajas y los locales.
Lo mismo sucedió en diciembre, cuando ese mismo puesto reunió 440 vacantes y se colocó séptimo en la lista de puestos más demandados. Subió un 7% en comparación con el mes anterior.
En enero el panorama cambió por completo. Operario de limpieza, con 150 vacantes, ya no aparecía entre los trabajos más demandados, aunque crecía un 34% respecto al mismo mes del año anterior. En cambio, electricista, con 293 vacantes, duplicó sus cifras respecto a diciembre de 2024 (142), y respecto a enero de 2023 (92).
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