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Naranjas de Sudáfrica a la venta en un supermercado valenciano en noviembre pasado, ya en plena campaña de recolección local. lp

Holanda, Alemania y Bélgica presionan en la UE a favor de la naranja sudafricana

Los lobbies importadores defienden que la UE no debe exigir a los cítricos de ese país las mismas condiciones que se imponen a productores y exportadores de España

CARLOS BONELL

Sábado, 15 de enero 2022, 00:37

Compañías de Holanda, Alemania y Bélgica, especializadas en la importación de cítricos de Sudáfrica, están redoblando sus presiones ante la Comisión Europea en favor de las naranjas y mandarinas de dicho país austral y en contra de los intereses fitosanitarios de los ... agricultores y exportadores de la propia producción de la UE. El trabajo de los lobbies sudafricanos y de sus aliados de Centroeuropa cobra renovada intensidad y siembra mayor indignación en el sector naranjero español.

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La nueva faceta de dicha estrategia de presión es una carta, remitida a la Dirección de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea, en la que los importadores prosudafricanos alegan razones de «libre comercio» para oponerse a unas medidas fitosanitarias que tachan de «desproporcionadas», cuando son las mismas que cumple España y está demostrada su eficacia de sobra. Arguyen que Sudáfrica no podría asumir su coste y que Europa necesita el aprovisionamiento sudafricano «de alta calidad y a precios asequibles».

El principal caballo de batalla está en la petición de que a las importaciones de países terceros -Sudáfrica y otros- se les aplique la obligación de realizar un tratamiento en frío ('cold treatment') antes de entrar en la UE, a fin de eliminar cualquier vestigio de plagas y enfermedades de cuarentena y evitar su propagación en los campos europeos, cosa que viene sucediendo desde hace tiempo.

El ejemplo más reciente de este problema es el 'cotonet de Sudáfrica'. Llegó con naranjas importadas de dicho país, se ha extendido por toda la citricultura valenciana, causa enormes pérdidas a los productores y su propagación al resto de los cítricos de la UE no parece tener freno. Pero no es la única plaga importada que se extiende; como media, cada nueve meses se detecta una nueva. Entre las más recientes, otros 'cotonets' y diversos 'trips'.

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Ahora se teme en especial que pueda anidar en la citricultura española la 'falsa polilla' de los cítricos, que es endémica en Sudáfrica y provoca continuos rechazos en las inspecciones fitosanitarias de la UE. El riesgo estriba en que se cuele alguna partida no controlada, como ha ocurrido sin duda en tantos casos, provocando el desastre.

El nuevo ataque contra la citricultura española siembra gran indignación en el sector e impulsa protestas ante la UE

Para soslayar este peligro siempre latente hay un remedio muy contrastado: someter la fruta a bajas temperaturas, cercanas a cero grados, durante varios días, bien antes de embarcarlas o incluso durante el viaje hasta su destino.

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Es, ni más ni menos, que lo mismo que exigen todos los países de fuera de la UE (EE UU, China, Brasil, Japón, Corea, Nueva Zelanda, India...) a los productores y exportadores de cítricos de España para poder recibir su fruta: inspecciones en origen, tratamiento en frío certificado y férreos controles al llegar a puerto. Quieren asegurarse de que no les lleguen plagas nuevas, imponen sus condiciones y los empresarios citrícolas valencianos y de las demás regiones productoras españolas los cumplen para poder vender en dichos mercados.

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Sin embargo, Sudáfrica se niega a hacer lo mismo, las autoridades de la UE dudan hasta ahora sobre el camino a seguir y los grandes importadores de Holanda, Alemania y Bélgica no dudan en aliarse con los intereses sudafricanos, porque son también sus intereses comerciales, pese a que vayan contra los intereses de sus socios comunitarios, en este caso de los citricultores de España,. Mientras, las instituciones de Bruselas siguen dando largas sobre cómo defender a un país miembro y muchos políticos comunitarios prefieren ponerse de perfil.

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Desde el sector citrícola español se ha tachado tales actitud escomo nuevas muestras de «desvergüenza» y «deslealtad» promovida desde países socios europeos, al tiempo que se redoblan las gestiones de protesta ante la UE y se confía en que la actual presidencia de Francia sirva para aplicar por fin unas condiciones razonables y justas de reciprocidad a las importaciones hortofrutícolas de países terceros.

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