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t Derrumbe. Naranjas en el árbol pendientes de recolectar. El retraso de la campaña ha propiciado la caída de precios. iván arlandis

Un kilo de naranjas, 11 céntimos

Las compras en el campo están muy frenadas y sólo se consiguen precios ridículos, muy por debajo de los costes La afluencia de importaciones hunden la campaña de la variedad Navelina

CARLOS BONELL

Domingo, 12 de diciembre 2021

La campaña de la naranja Navelina, que debería encontrarse en su plenitud, está prácticamente hundida, con precios irrisorios, y eso cuando el agricultor consigue vender; porque lo más sangrante es la ausencia de compradores, la apatía generalizada, que mantiene el mercado muy frenado cuando estamos ... en fechas en las que debería encontrarse en plena efervescencia.

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Las últimas cotizaciones ofrecidas por la Conselleria de Agricultura son elocuentes, aunque al parecer se basan en informaciones atrasadas y no recogen del todo la debacle del momento. La horquilla oficial de precios para la naranja Navelina se sitúa entre13 y 18 céntimos por kilo, pero éstos son más bien referidos a compras anteriores, que en muchos casos no se reflejan ahora mismo en la recolección, que sigue pendiente de realizarse si se compró a más que en la actualidad, o el comprador exige al productor renegociar a la baja.

La horquilla de precios de la sesión de la semana pasada de la Lonja de Cítricos refleja mejor la actualidad: entre 11 y 15 céntimos, aunque hay que señalar que lo más frecuente es la franja más baja.

El retraso de maduración de la fruta también ha jugado en contra, al limitar el hueco de comercialización

En las tertulias de los bares de pueblos citrícolas se sigue hablando en pesetas: entre 200 y 250 por arroba de naranjas Navelina. Pero aún así, pese a tan bajos niveles de precios, que ya eran comunes más de cuatro décadas atrás, son más bien teóricos en innumerables ocasiones, porque cuesta encontrar a comerciantes dispuestos a comprar.

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Competencia de fuera

Lo habitual es que los corredores den largas al vendedor del estilo de «no tengo orden de compra... veremos la semana que viene...», pero la semana que viene nunca llega y los campos permanecen repletos de fruta sin recolectar, lo que acrecienta la inquietud entre los productores.

Es evidente que ha jugado muy en contra la creciente afluencia de importaciones de naranjas de países de fuera de la Unión Europea. Hasta el momento se ha achacado todo a las masivas entradas de fruta de Sudáfrica y de otros países del hemisferio sur, que se ha solapado con la cosecha de aquí, pero ahora mismo también está ya presente Turquía y se anuncia la entrada de Egipto con grandes cantidades a precios muy bajos, lo que está haciendo que grandes cadenas europeas cambién de proveedores con rapidez.

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Los compromisos sociales, de seguridad alimentaria, derechos humanos... quedan orillados y sirven muy bien para la propaganda cara al público. El negocio es el negocio y la aperturas de fronteras lo permite todo. La consecuencia es que la naranja Navelina española se malvende en infinidad de campos valencianos o se queda en ellos, pero eso no interesa más allá.

Para Planas, todo está bien

Hasta el propio ministro de Agricultura, Luis Planas, dijo días atrás, preguntado por Carlos Herrera en su programa de la Cope, que los precios de los cítricos estaban estables y no se esperaban mayores problemas este año porque, según señaló, hay menos cosecha.

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La realidad es la que es y resulta sangrante, por los pésimos resultados de las naranjas y por el desconocimiento oficial sobre lo que está ocurriendo.

Más acertado se mostró Planas cuando, al hablar de precios -en concreto el de la leche-, advirtió que «un céntimo más por litro vale más que miles de millones de euros en ayudas». Y lo mismo puede aplicarse para todo tipo de producciones, claro. Lo que no explicó, porque nadie tiene la varita mágica, es qué hacer para que se remedie, porque los problemas se multiplican y confluyen en lo mismo: hundimiento de precios. Y no hay leyes que lo atajen, ni la de la cadena agroalimentaria. A la vista está.

La ley no lo resuelve

Sobre el papel, todo perfecto: por ley no se puede vender a pérdidas, ni cabe comprar a menos del coste de producción... Sí, sí, pero ¿qué hace el agricultor cuando le ofrecen 11 o 12 céntimos por kilo de naranjas y teme que se le queden todas en el campo, vende o se resiste hasta perderlas? Y si le toca poner en el contrato que el precio le cubre los costes, ¿no lo pondrá aunque no es cierto? Y si tiene que aceptar que el comercio al que vendió a más precio le imponga una seria rebaja para llevarse la cosecha, ¿no lo hará, o preferirá no recoger ni un euro por pura dignidad que acelerará su ruina?

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Hay otro factor que ha jugado en contra: la maduración de la naranja Navelina se ha retrasado respecto a otros años, lo que ha contribuido a que la demanda no funcionara semanas atrás como se esperaba. Esto se ha conjugado con las últimas existencias de fruta del hemisferio sur, que han encontrado mejor salida.

Ahora el problema añadido es que ese retraso puede repercutir sobre las siguientes variedades de naranjas, que tendrán que retrasar su salida al mercado porque grandes cantidades de Navelina siguen presentes. Las dificultades de está variedad ya están arrastrando a la Salustiana, que no pasa de 20 céntimos el kilo en el mejor de los casos, pese a ser la más adecuado para zumo doméstico y haber bajado mucho la producción en los últimos años. También sufrirá la Nável Washington, que tendrá que aguardar a que se agoten las partidas de Navelina que mantengan buena condición, y es de esperar que la adversa coyuntura se vaya diluyendo a partir de enero y que la Lane Late y demás naranjas de segunda temporada se desenvuelvan en mejor situación.

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