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Aquí, una servidora que no tiene carnet ni coche, se ha subido al vehículo de un conductor valenciano para acompañarle en su aventura de adquirir ... una pegatina ambiental. El laberinto al que hacían referencia varios usuarios cuando me relataban su experiencia de compra no se quedaba corto. Mihai Valerian, de 27 años, tuvo que invertir casi toda una mañana y realizar hasta seis viajes para conseguir la preciada etiqueta que le abrirá el acceso a las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) de las grandes ciudades como Valencia.
Subimos al coche y ponemos rumbo a su taller de confianza, ubicado en Xirivella. «No tenemos ni idea. Aquí no las vendemos», nos responden sin ambages. Según nos explican, no somos los primeros en preguntarles por las pegatinas. Al parecer, hay bastante gente perdida. «Muchos nos dicen que no saben dónde conseguirla y nosotros les remitimos a la DGT», indica una de las trabajadoras, que recuerda que hace años llegaron las primeras etiquetas de manera gratuita. «Por aquel entonces hubo mucha gente que no le hizo caso y se le extravió o se le estropeó y ahora se encuentran con que tienen que volver a pedirla», agrega. Se refiere a la campaña informativa que realizó la DGT en 2016, cuando realizó un envío masivo de pegatinas a cientos de miles de conductores.
Después de fracasar en este primer intento, optamos por buscar la gestoría más cercana, ya que el Colegio de Gestores Administrativos de Valencia, a través de sus 500 oficinas colegiadas, ha emitido durante este primer mes de 2023 un total de 40.891 distintivos ambientales para vehículos en las provincias de Valencia y Castellón. Por tanto, una gestoría nos parecía la opción más fácil sabiendo que la compra a través de la web de Correos quedaba descartada al haberse agotado el stock el pasado lunes.
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«Claro, dejadme el permiso de circulación y DNI y lo tramitamos», nos dice la profesional que nos atiende. Con esta respuesta, estábamos convencidos de que íbamos a conseguirlo a la segunda. La gestora accede al interior de la oficina para realizar la petición. Pasan los primeros cinco minutos, que acaban siendo casi veinte de espera. Sale de nuevo al mostrador y nos pide disculpas. «No funciona la página con la que hacemos la solicitud. Está dando problemas, debe ser por la saturación de trámites en general. Dejadme vuestro teléfono y os llamo cuando pueda gestionarlo», nos dice.
Ante este segundo intento frustrado, echamos mano del señor Google para localizar los talleres que pertenecen a la Confederación Española de talleres (CETRAA), donde supuestamente podemos adquirir la pegatina, según la DGT. La página web de la organización no es precisamente intuitiva. Lo primero que encontramos es un mapa con sólo tres establecimientos en la provincia de Valencia. Afortunadamente, uno de estos tres locales se encontraba a diez kilómetros de nuestra ubicación.
Persiana bajada. Otro viaje en vano. El taller estaba cerrado aunque su cartel nos indica que se encuentra en su horario de apertura. Así que nos toca buscar de nuevo en internet otro establecimiento de la red de CETRAA. En esta nueva búsqueda, más precisa, acertamos con un directorio de empresas más completo, donde aparecen hasta 500 resultados. Esto tiene más sentido que aquellos tres únicos talleres del primer mapa al que nos remitía la página web de la confederación en un principio. Una vez localizado el más cercano, probamos suerte de nuevo.
«No...mejor ve un taller donde te lo hagan al momento. Aquí te va a tardar mucho y además hay que rellenar mucho papeleo por tema protección de datos», nos dice el dependiente. Al pertenecer a la red de la confederación pueden solicitar la pegatina, pero debido a lo farragosa que es la tramitación y el tiempo de espera, nos aconseja otro establecimiento que ni siquiera pertenece a la mencionada red.
Etiquetas de la dgt y zbe
Y, allí, efectivamente, conseguimos la ansiada etiqueta, en EuroCar Recambios, una empresa familiar con 32 años de historia. Como si de una yincana se tratara, llegamos justo a tiempo antes de que cerraran para irse a comer. Después de casi toda una mañana dando tumbos, Mihai pudo colocar una pegatina de color verde en su coche.
Una anécdota más para coronar esta odisea: por curiosidad, fuimos después a una oficina de Correos para comprobar que el problema sólo estaba en la compra por internet. Para mi sorpresa, la falta de stock también llegó a las oficinas físicas. «Hemos estado tres semanas sin pegatinas. Hace unos días recibimos otro lote y ya quedan pocas, así que no tardes», nos decían. Por suerte, ya habíamos completado nuestra misión, aunque nos llevara casi 30 kilómetros de trayecto.
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