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La historia de la empresa valenciana pierde a uno de sus históricos representantes. El mediano de los tres hermanos fundadores de la firma de porcelana decorativa Lladró, José Lladró, falleció este lunes a los 91 años. La capilla ardiente se abrirá a las 10.30 horas de este miércoles 19 de junio en el tanatorio del cementerio Parque de la Paz, donde a las 18 horas se procederá a la misa e su inhumación.
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Junto a Vicente y Juan, desaparecido en diciembre de 2017, pusieron en marcha la compañía en 1953 con un horno artesanal en el corral de su casa, en Almàssera, y convirtieron su apellido en una de las marcas españolas más reconocidas del mundo. Muy crítico con la evolución que experimentó la compañía en las últimas décadas, se opuso hasta el último momento a la venta de la firma, que finalmente se concretó en las navidades de 2016. La propiedad pasó a manos del fondo PHI Industrial y, pese a que la última propuesta de José y sus descendientes fue que la familia mantuviera un porcentaje de la propiedad, aunque fuera testimonial, su solución no prosperó.
La historia de los tres hermanos comenzó cuando entraron a trabajar en la empresa de porcelana eléctrica Nalda, lo que les permitió conocer el manejo de los hornos y las características de un material tan delicado como el que les catapultó a la fama.
José y Juan estudiaron dibujo y pintura en la Escuela de San Carlos, mientras que el menor, Vicente, se inclinó por la escultura. Aunque inicialmente sus dotes para el arte se centraron en la composición de las figuras, el ahora fallecido continuó con su propia actividad artística, centrado en la reproducción de lienzos del barroco, especialmente Murillo, en los que fue un destacado ejecutor, como demostraba a quienes visitaban su casa.
Entre los tres hermanos distribuyeron también las funciones ejecutivas, destacando José en las relaciones públicas, mientras que se Juan gestionaba la fábrica y Vicente, las cuentas. Aunque esta división nunca llegó a ser asumida de forma estricta por todos los hermanos, pudieron poner las bases sobre las que levantar su propio imperio en el mercado del lujo, contando con tiendas en Madrid, Londres, Tokio, Singapur, Hong Kong, Los Ángeles o Nueva York, donde en 1988 inauguraron su propio museo en la Quinta Avenida, inmuebles que tuvieron que vender en 2011.
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Sin embargo, su historia de éxito se truncó en los años 90, cuando la empresa empezó a dar muestras de debilidad económica y a registrar números rojo. Fue entonces cuando José Lladró, que en ese momento ejercía la presidencia, consideró que había llegado el momento de dar entrada a la segunda generación y reconducir las relaciones entre las distintas ramas del árbol genealógico. Así, en el año 2003, los fundadores dieron un paso atrás y encomendaron la gestión de la compañía a sus hijos, que llevaban ya cerca de dos décadas en la empresa.
En ese nuevo consejo ya sin los fundadores entraron por parte de Juan primero su hija Rosa y, más tarde, Ángeles; mientras que José situó a Mamen, a Rosa María (que cesó en 1997 por discrepancias con sus parientes que acabaron en los tribunales) y a María José; Vicente dio paso a sus hijos Juan Vicente, que asumió en esa época la presidencia, y después a David. El plan no prosperó y cuatro años más tarde volvían los fundadores y el mayor, Juan, tomó el control del negocio de la porcelana tras imponerse en una puja interna con sus hermanos.
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A mediados de 2015, tras décadas de asperezas, disputas y tensión familiar agravadas por la caída del negocio, las tres ramas de la familia Lladró decidieron aparcar sus enemistades con el propósito de reflotar la compañía. En septiembre, Mamen (hija de José) y David (hijo de Vicente) se incorporaron al consejo de administración, hasta entonces controlado por Juan Lladró, a través de sus hijas Rosa y Ángeles y su yerno Ignacio Jara, marido de MªLuz.
Esta última fue elegida como presidenta de conciliación para acabar con las pugnas. Era aceptada por todas las partes al ser hija de Juan, como exigía el mayor de los Lladró, pero al mismo tiempo por ser una persona ajena a la gestión de los últimos años, como reclamaban los otros fundadores.
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Esa reconciliación duró apenas medio año. En marzo, el enfrentamiento se produjo también entre las hijas de Juan y, después de un tiempo de negociación, se concretó la venta del 100% de la compañía al fondo español de reflotación de empresas PHI Industrial. La nueva propiedad optó por diversificar los productos ofertados, impulsando la joyería y la iluminación, aunque dos años más tarde está inmersa en recortes de plantilla.
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