La Valencia de los próximos cuatro años se escribirá con nombre de mujer. El de María José Catalá, que será la encargada de dibujar el futuro de la ciudad, con permiso de Vox. Es el momento de pasar revista a las promesas del PP ... y de revisar lo que dijeron en campaña que iban a hacer, antes de pasar los próximos cuatro años comprobando día a día si, efectivamente, lo hacen.
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La Valencia de los próximos cuatro años tendrá que decidir qué pasa con la plaza del Ayuntamiento, solucionar los problemas de falta de limpieza y de plagas o ampliar la Alameda hasta el mar, todo eso con menos impuestos, porque Catalá ya ha prometido una bajada general de tasas impositivas que entrará en vigor el 1 de enero.
Acompáñennos a este viaje al futuro. Asomaremos la cabeza a 2024 y veremos cómo es la ciudad que diseña la nueva alcaldesa de Valencia.
María José Catalá ha prometido una rebaja general de impuestos: el IBI, el ICIO y el impuesto de plusvalía. Además, habrá bonificaciones a las familias monoparentales. El PP plantea introducir estos cambios en las ordenanzas fiscales y que el 1 de enero de 2024 los valencianos paguen 67 millones de euros de impuestos menos. Ha sido la gran promesa de la campaña y sabe que puede permitírselo gracias al ahorro del actual equipo de Gobierno, que deja las arcas muy saneadas y con mucho dinero en los bancos, como la misma Catalá reconoció durante la campaña.
«A Colón hay que darle una vuelta», ha repetido durante toda la campaña la futura alcaldesa. Hasta Ribó pidió un informe de seguridad, que tiene guardado bajo siete sellos, tras las quejas generalizadas. El PP revisará la reordenación del tráfico. La intención es llegar a un acuerdo con vecinos y comerciantes. Los primeros, por cierto, ya han propuesto reducir los dos carriles bus.
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El PP no descarta cambiar el proyecto de Miguel del Rey para la plaza del Ayuntamiento. «Tenemos dudas», ha dicho en varias ocasiones Catalá. El PP se reunirá con los redactores del proyecto para preguntar cuestiones como si la vegetación tapa los edificios o los árboles o qué pasará con la estatua de Vinatea, que los conservadores quieren mantener en la plaza. Al PP también le preocupa si el proyecto actual permite una correcta visualización de las mascletaes y qué se va a hacer con la línea de autobús que atraviesa la plaza.
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El Partido Popular se desgañita desde hace ocho años por las subvenciones a entidades catalanistas como Acció Cultural del País Valencià, Escola Valenciana u Omnium Cultural, entre otras. Aseguraron en campaña que las eliminarían. Algunas no podrán porque ya están firmadas, como las que se entregaron en plena campaña pero que se comprometieron en marzo. Pero en el futuro, han prometido, no habrá este tipo de ayudas.
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Catalá fía a la Marina de València la creación de un polo de innovación y la puesta en valor del sector emergente en la ciudad. La Marina se encuentra en una situación de interinidad que ha de resolverse en próximas fechas. Catalá quiere «una solución consensuada» con el Gobierno.
En sus primeros 100 días, Catalá deberá poner en marcha los planes de choque que ha prometido y que han de agilizar la concesión de licencias, terminar con las plagas o los problemas de limpieza en los barrios de la ciudad y mejorar la seguridad. Ha prometido 500 policías más. En octubre se convocó una oposición para 77 agentes y la Policía Local de Valencia acaba de incorporar 180 nuevos agentes, dedicados sobre todo a la policía de proximidad.
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Habrá que ver cómo consigue el PP poner en marcha 15 líneas que vuelvan al centro de la ciudad, como ha prometido, con una empresa en quiebra técnica. La mejora de las frecuencias, también pendiente en una mercantil que ha sido el blanco de todas las críticas bajo la gestión de Giuseppe Grezzi. Catalá también ha prometido electrificar las cocheras de San Isidro después de comprobar que el proceso no va todo lo rápido que debería y los nuevos autobuses eléctricos no siempre tienen cargadores disponibles en el depósito.
El proyecto del PP para el PAI del Grao pasa por alargar la Alameda hasta el mar a través de un gran parque que necesitará, eso sí, el soterramiento de las vías del tren, algo a lo que el PSPV había renunciado al plantear varias pasarelas. En urbanismo, habrá que ver qué quiere hacer Catalá con Benimaclet (han prometido desbloquearlo, pero no cómo) o si mantiene el bulevar verde de Guillem de Castro o el García Lorca en la playa de vías de la Estación del Norte, ambos proyectos del PSPV. Parece que el primero no y el segundo, sí.
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No se confundan. El Ayuntamiento no es Les Corts. Aquí no hay un calendario marcado. Sólo hay una fecha que importa: el 17 de junio, sábado, día de la constitución de los nuevos consistorio a escala nacional. También, claro, el de Valencia, que celebrará el pleno extraordinario esa mañana. Ahí llegará María José Catalá como alcaldesa 'in pectore', a la espera de ser investida. Podrá conseguirlo de dos maneras: llegando a un acuerdo con Vox o en solitario, pero en el segundo caso tendría muy difícil la gobernabilidad, dado que habría que llegar a acuerdos en cada pleno u comisión. Lo normal es que ambos partidos designen equipos negociadores y se sienten para repartir concejalías y áreas, así como la vicealcaldía, que lo normal es que recaiga en el candidato de Vox. Mientras tanto, el Ayuntamiento sigue funcionando. Las concejalías trabajan con normalidad y siguen firmando resoluciones, aunque no habrá comisiones de pleno porque, de hecho, no hay pleno hasta junio. La agenda, eso sí, viene vacía estos días: ayer sólo tuvo Emiliano García y hoy sólo tiene Luisa Notario, ambos concejales que no repetirán a partir del día 17, aunque ella podría entrar si dimitiera. Se espera que la actividad sea reducida, porque los concejales están de salida, pero tampoco se descarta que intenten dejarlo todo atado y bien atado antes de la entrada del nuevo equipo de gobierno.
El PP también ha prometido rehabilitar moralmente la figura de Rita Barberá, alcaldesa de la ciudad durante 24 años. Para eso, la nombrarán alcaldesa honoraria (los honores y distinciones del próximo 9 d'Octubre ya están en tramitación) y le darán su nombre el puente de las Flores, ideado por la primera edil. El PP quiere poner en valor a la que fuera «la alcaldesa de Valencia durante 24 años y responsable de la transformación social, económica y urbanística de la ciudad». Compromís y PSPV siempre se negaron: insistían en los vínculos de la exalcaldesa con la corrupción, pese a que nunca fue condenada por nada y sus concejales, por cierto, han sido absueltos.
La cuestión Mestalla es, por ahora, una incógnita. Catalá siempre ha dicho que lo primero que hará será buscar un consenso con todos los partidos del Ayuntamiento para fijar una posición común, en la creencia de que Meriton, que acaba de denunciar a las administraciones valencianas porque no le dejan continuar con la Actuación Territorial Estratégica (ATE) será más fácil de lidiar si se muestra un frente unido. De la cuestión Mestalla Catalá ha dicho que no le gusta la gestión de Meriton al frente del club, pero no se sabe qué quiere hacer con la cuestión administrativa o urbanística. Será clave porque Sandra Gómez, al frente de Urbanismo, ha sido muy dura.
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