El éxito del bar que todo el mundo desaconsejó abrir
Gontier es un local ubicado en la calle de la Paz que abrió hace tres meses y donde se puede comer un bocadillo de potro por la mañana, un estofado a mediodía o unos vermuts a la hora del tardeo
Hay que remontarse a 1869 para encontrar el origen de la calle de la Paz, un proyecto que surgió de las ganas de expandir la ... ciudad y de la inspiración de dos arquitectos valencianos, que querían emular -y lo hicieron con gran éxito- las grandes calles señoriales parisinas. Pero la historia a veces no es justa, y a pesar de que los méritos fueron compartidos, para el grueso de los valencianos ha quedado en la memoria sólo uno de los dos, Manuel Sorní Grau, porque precisamente el nombre de las vías sirve de homenaje a aquellas personalidades que merecen ser recordadas. El segundo arquitecto, Juan Mercader Gontier, no recibió el mismo reconocimiento. Casi 200 años después tres personas, Carlos Alfonso, Sergio Pera y Pascual Granell, han intentado hacer justicia. Y en esa misma calle de la Paz que ideó Juan Mercader se ha ubicado el bar Gontier, como una reparación al olvido de los últimos dos siglos.
Pero abrir un bar en esta vía no parecía una tarea fácil. «Hubo mucha gente que nos desaconsejó que eligiéramos la calle de la Paz», explica Carlos Alfonso. Pero la respuesta de los tres socios fue que precisamente por suponer un desafío mayor lo iban a intentar. Los primeros escollos ya los encontraron durante las obras, sobre todo porque se trata de una calle donde los edificios tienen una protección máxima. Así que entre trámites y retrasos en los suministros, el local, que debía inaugurarse antes de Fallas, finalmente abrió sus puertas en el mes de julio con el objetivo de ser un lugar único, alejado del concepto de franquicia tan propenso a aparecer en enclaves turísticos como es la calle de la Paz.



Sergio Pera vive en la zona y sabe bien que es complicado encontrar un local con personalidad propia, que esté abierto de la mañana a la noche y donde se pueda almorzar un bocadillo de potro con patatas y ajos tiernos, comer un arroz al horno, tardear con unos vinos o unos vermuts y una tabla de jamón o cenar una hamburguesa de vaca vieja. «Nuestro objetivo es ofrecer el mejor producto, y para ello compramos directamente a productores locales», explica Carlos, que habla además de conservas o quesos muy bien seleccionados. Y aunque como punto de partida se planteaban una proporción mayor de platos fríos, han ido apareciendo en la carta gambas al ajillo, allipebre de anguila, bravas de Nando o 'mandonguillas' de la yaya Ana. «Es la misma receta que usaba mi abuela», cuenta Carlos, porque cada plato tiene detrás un sentido y una historia.
Vale la pena la tortilla de patatas, muy jugosa y alejada de los mazacotes que se ven en las vitrinas habitualmente. «Seguro que podemos entrar en el ránking de las mejores tortillas de Valencia», desafía Sergio, que nació en Paiporta, y cuya influencia en la carta se nota, por ejemplo, al ver patatas entre los ingredientes de los bocadillos (es una tradición muy típica de los bares de l'Horta y todavía no muy extendida en la capital) o el cremaet hecho al momento al final del almuerzo.
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Pero un bar ubicado en la calle de la Paz tenía que tener ese punto de distinción que permite acomodarse en el entorno como un guante. Empezando por la decoración, con tonos oscuros, la gran barra con los taburetes de madera, las mesas altas y las letras del bar moldeadas en pan de oro a mano sobre los cristales por un artista. De vez en cuando, catas y maridajes para los clientes. Y en las mesas, vecinos y trabajadores de la zona que agradecen un lugar con personalidad, aunque también son habituales los turistas alojados, por ejemplo, en el hotel contiguo al bar. Uno de los últimos fue un francés apellidado Gontier, que quedó encantado de la historia de aquel arquitecto con el que comparte apellido.
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