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El largo invierno helado
BARRA LIBRE ·
El autor defiende el consumo de helados también cuando el frío aprieta, al estilo de Centroeuropafernando sáenz
Jueves, 20 de enero 2022, 17:38
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BARRA LIBRE ·
El autor defiende el consumo de helados también cuando el frío aprieta, al estilo de Centroeuropafernando sáenz
Jueves, 20 de enero 2022, 17:38
…Recuerdo que hace veinte años, cuando inauguré mi heladería anuncié con toda mi ingenuidad y valentía que estaría abierta los 365 días del año, mi ilusión duró hasta la tercera semana de octubre, cuando en una jornada comercial vendimos dos helados.
Nuestro país, a pesar de contar con el clima más benévolo de Europa, es de los que refleja un consumo per cápita de los más bajos del continente: estamos acostumbrados a disfrutar del helado en nuestro tiempo de asueto, con buena temperatura y mayoritariamente en horario vespertino; por el contrario, en otros países este consumo no está tan fuertemente asociado a estos momentos y circunstancias y pasa a ser un producto que se disfruta a cualquier hora y en cualquier mes del año. Cierto es, que si un alemán o un noruego, por poner un ejemplo, necesitasen de nuestras coordenadas para consumir, pocos días al año se le presentarían las condiciones propicias para disfrutar de un helado artesano.
Sirva como ejemplo que una tarde de agosto, en la que el cielo se nubla y desciende la temperatura diez grados y aún estando por encima de los veinte grados, la venta se merma a la mitad del día anterior. El funcionamiento de nuestra conducta es materia de constante estudio, nuestras propias convicciones y registros atávicos nos guían en el comportamiento. Cuántas veces desde nuestra atalaya detrás de la vitrina escuchamos: «Juanito, helado ahora no, ¿no ves que tenemos que ir a comer?» y acto seguido se sientan en la terraza de enfrente y le plantan un mostito con sus dos hielos y unos cacahuetes; o «Madre de Dios, qué frio, como para tomar un helado… « y acto seguido: ¡Jefe! una cañita fresquita en jarra helada.
La vida en calle es un oxímoron por definición, bien lo sabían Fellini, Berlanga y Azcona…
Después de todo, veranear en invierno, no está tan mal.
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