¿Es posible dejar de comprar en el supermercado? ¿Abastecerse fuera del sistema establecido en las ciudades? ¿Negociar directamente con los productores? Mientras nos quejamos de que las cebollas que se venden en los lineales vienen de Nueva Zelanda mientras aquí se destruye la ... cosecha por la falta de rentabilidad, en el distrito de Zaidia funciona un supermercado donde los precios han sido pactados entre los consumidores y los productores. Un negocio de alimentación que sólo vende productos ecológicos de temporada y de proximidad, gestionado a través de una cooperativa. Ya hay una decena de este tipo de supermercados en España, una fórmula de consumo todavía muy residual en el que sus socios creen a pies juntillas. «Es el más justo con los productores, les permite vivir de su trabajo y propicia que haya un equilibrio en el territorio», asegura Paco Mata, médico de profesión y uno de los socios de Som Alimentació, un supermercado cooperativo y participativo que nació a partir de un grupo de consumo de los muchos que ya funcionan en Valencia.
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María José Carchano
«Había un interés por crear algo más grande, que no se limitara a un grupo de consumo, sino que nos permitiera crear un supermercado abierto al público y donde los socios tienen unos precios mejores«. Lo consiguen gracias al trabajo voluntario que aportan la mayoría. Cuatro horas mensuales de colaboración en tienda, con los proveedores o, en general, con el proyecto que permite ahorrarse los ocho euros que paga al mes cada socio. Una aportación en especie que permite involucrarse a quienes creen que hay otra manera de consumir. Entre los clientes está Bernardo, que ha estado un rato ayudando en la tienda y se va a casa después de hacer la compra. »Me gusta mucho la comida ecológica y de proximidad«, dice este joven, que es informático, pasa mucho tiempo sentado y valora el poder colaborar con el proyecto.
El sistema funciona porque los agricultores, a través de una agrupación llamada Ecollaures, negocia no sólo el precio al que se va a pagar la cosecha -«nunca discutimos el coste porque sabemos que está ajustado», cuenta Paco-, sino también qué productos tienen que plantar para hacer frente a la demanda. Ecollaures es una organización donde todos los agricultores, como Dani, son de la provincia de Valencia y todos están comprometidos con una agricultura ecológica y respetuosa con el territorio. Dani, que desde los 25 años se dedica al campo, cree que proyectos como Som Alimentació permiten poner en valor el trabajo del agricultor. Sobre todo en estos tiempos, ya que los costes se han disparado y los productores se llevan la peor parte.
Som Alimentació apuesta además por el granel, y vende legumbres, especias o harinas ecológicas, además de otros productos que se van ajustando a la demanda. Los precios son un 20% más baratos para los socios, aunque cualquier cliente puede comprar en la tienda. El porcentaje de beneficio de cada producto es en torno al 20% en el caso de que quien compre sea un socio y un 40% si no lo es. «Como la cooperativa es sin ánimo de lucro podemos permitirnos ajustar los precios. Si vas a un supermercado apenas hay diferencias, y a veces incluso somos más baratos», explica Paco.
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No ha sido fácil el proceso hasta llegar hasta aquí, porque la complicada burocracia alargó durante dos años el papeleo, las reuniones y puso a prueba un proyecto que de momento es único en Valencia. En su caso, llevan desde 2017 luchando por esa soberanía alimentaria que suena algo revolucionaria y que ellos definen, sencillamente, como justicia social.
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