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El oligarca y dueño del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, posa con sus paramilitares en el interior de una mina de sal de Soledar. Reuters

Wagner se hace fuerte en Rusia

El grupo suma ya 50.000 mercenarios mientras su líder, Yevgueni Prigozhin, refuerza su rol de jefe militar ante Moscú

miguel pérez

Sábado, 21 de enero 2023

Andrei Medvedev es el nombre de un comandante ruso que esta semana cruzó el helado río Pasvik para entregarse en Noruega como exmercenario del Grupo ... Wagner. Su acción ha despertado las expectativas de la Justicia internacional para tratar de conocer algo mejor a la hermética sociedad paramilitar que, con su intervención en la invasión de Ucrania, se ha arrogado el poder de corregir al propio Kremlin y transformado en una descomunal agencia transnacional de 'asesoramiento', según consta desde el 27 de diciembre en el registro de sociedades de Moscú.

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El gran emporio ligado a la guerra se reserva numerosas incógnitas. Una de las más recientes es hasta dónde aspira a llegar su líder, Yevgueni Prigozhin, y cuáles son sus relaciones exactas con su antaño valedor y amigo Vladímir Putin. Las especulaciones al respecto apuntan a que no son las mejores, pero tampoco certifican que estén entre las peores.

Durante las últimas semanas, y especialmente en la lucha por la localidad de Soledar, Prigozhin y el Ministerio de Defensa ruso, Sergei Shoigú, han protagonizado un inédito pulso para disputarse el liderazgo de las batallas y de las escasas victorias en las trincheras. La tensión ha modificado el esquema vigente desde el comienzo de la guerra en el que la organización Wagner quedaba supeditada a la premineencia del Estado Mayor. Pero hasta el momento nadie sabe a ciencia cierta si esta pelea de gallos llega hasta Putin o se queda en su ministro de Defensa.

El presidente podría estar verdaderamente molesto por el aumento de su popularidad, pero aun así el líder paramilitar seguiría perteneciendo a su círculo cercano. El Instituto de Estudios sobre la Guerra de Washington no descarta que la de Putin sea una postura intermedia en esta controversia, consciente además de que necesita la fuerza bruta de los mercenarios, pero también el enfoque estratégico del Ejército ruso.

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Sergei Shoigú y Yevgueni Prigozhin han acentuado su distancia mutua desde octubre, cuando el segundo, junto al dirigente checheno Kadírov, culpó al ministro de la desastrosa retirada de Liman. Sin embargo, ya antes de la invasión los dos protagonizaron una «terrible discusión» en una sala del Kremlin y en el ministerio no han sentado nada bien unas declaraciones del oligarca donde afirmaba que empezó a patrocinar Wagner en 2014 para combatir la corrupción en la gerencia militar. A su vez cabe pensar que a Prigozhin no le habrán gustado otras circunstancias, como la detención en octubre de su principal propagandista, Alexei Slobodenuyj, por parte de miembros de la Spetsnaz -la Policía de élite que depende de la Federación Rusa y por tanto de Putin- o el nombramiento del jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, al frente del comando operativo que dirige la ocupación de Ucrania.

HISTORIA

  • San Petesburgo. Es su sede oficial. Llamada oficialmente PMC Wagner, nació en 2014 con Dmitri Utkin como fundador y el oligarca Yevgueni Prigozhin como presidente y propietario.

  • Envergadura. En 2016 tenía un millar de miembros. En abril de 2022, dos meses después de comenzada la invasión de Ucrania, su número alcanzaba los 8.000. Ahora cuenta connada menos que 50.000. Estados Unidos cree que 10.000 son paramilitares profesionales y los otros 40.000 convictos sacados de las cárceles.

  • Ideología. De ultraderecha e incluso neonazi, aunque algunos analistas sostienen que, tras el reclutamiento masivo de presos, carece ya de una ideología definida, sino de un grueso de soldados de fortuna en busca de dinero o de un indulto.

  • Acusaciones. La ONU y varios países occidentales acusan a lo mercenarios del grupo de numerosos atentados contra los derechos humanos, sobre todo en Libia, Mali, la República Centroafricana y Sudán, donde iniciaron su expansión.

Prigozhin no es el mismo de hace unos meses. A los analistas no les ha pasado desapercibida su exhibición en el frente de Soledar. Los allegados le consideran carismático y brutal. Hasta la semana pasada una de sus últimas imágenes públicas aparecía fechada a finales de 2022 y se trata de un retrato mientras realiza unas declaraciones en el funeral de un soldado en San Petesburgo. En las más recientes, de hace solo unos días, se le ve pertrechado con el uniforme de combate rodeado por miembros de su unidad dentro de una mina de sal en Soledar. Una imagen que algunos medios consideran hecha a propósito para reducir su perfil de oligarca y empresario, mostrar su inmersión plena como comandante jefe del batallón, reforzar su liderazgo militar y dar la sensación de ser una fuerza que trabaja por libre.

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Coinciden estas imágenes con su alegato ensalzando el «honor» de los ucranianos en la resistencia de Soledar mientras Moscú aseguraba que los defensores se retiraban de modo casi vergonzante. El mensaje pone en evidencia al Ministerio de Defensa como mentiroso y sublima los valores militares de Prigozhin por el reconocimiento del enemigo, un gesto muy del gusto de los patriotas y ultranacionalistas rusos que le pueden servir de trampolín en caso de querer aprovechar esta guerra para saltar a la política, como se rumorea en Moscú.

El olfato para los negocios es una de sus cualidades. La Inteligencia británica subraya la envergadura adquirida por su grupo, que ahora mismo ronda los 50.000 efectivos y combate en las aéras más hostiles de Ucrania, por lo que puede definirse como una «herramienta clave» en la estrategia militar de Moscú. En ese sentido, otro interrogante de los socios de la OTAN y de los tribunales de guerra consiste en dilucidar la relación de Wagner con el Estado. La teoría de que se trata de un brazo paramilitar que ha dado a Moscú la posibilidad de interferir en África, Siria, Libia o América Latina, resulta constante desde hace décadas pese a las reiteradas negativas del Kremlin, pero posiblemente la mayor carga probatoria en este sentido se esté planteando en una guerra abierta y cercana como la de Ucrania.

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Evasión de culpas

Suena muy parecido a los posibles vínculos de la Casa Blanca y los 'contratistas' de Blackwater, una presunción maximizada durante la guerra de Afganistán y que abre una interesante reflexión sobre el creciente poder de los ejércitos privados. Dos factores alimentan este protagonismo y ambos tienen relación con la evasión de responsabilidades. Por un lado, el recurso a paramilitares aparentemente sin 'bandera' exime a los gobiernos de pagar un precio político por sus acciones. A la vez, el Derecho Internacional considera a los mercenarios soldados 'ilegales'; es decir, tipos a quienes se les puede juzgar pero que en la práctica resulta complicado sentar en el banquillo por alojarse precisamente en un limbo de clandestinidad.

Las investigaciones en Ucrania han permitido procesar a más militares rusos que a cualquier mercenario por las atrocidades contra civiles. En el conflicto de los Balcanes participaron miles de ellos y las condenas tampoco han sido mayoritarias. En 2015 cuatro miembros de Blackwater fueron acusados del asesinato de catorce civiles en Bagdad en 2007 mientras ejercían labores de seguridad para los funcionarios del Departamento de Estado de EE UU en Irak. Fueron indultados por el expresidente Donald Trump, en lo que muchos vieron como una especie de carta blanca para las compañías privadas. Si el Grupo Wagner cuenta con 50.000 miembros -muchos de ellos captados en cárceles-, Blackwater dispone de 40.000 repartidos en varios países del mundo.

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¿Servirá el testimonio del comandante Medvedev para iluminar la oscuridad de la organización? Su perfil es el de un militar de 26 años que comandó una pequeña unidad de Wagner y escapó con varios chips cargados de información al «temer por su vida». Miembros del instituto de la paz noruego piensan que «lo que pueda decir es interesante porque no tenemos muchos testimonios directos de miembros de Wagner». Sin embargo, salvo sorpresa, admiten que sus aportaciones serán de corto alcance. Medvedev ocupaba un puesto inferior y nunca tuvo relación con el nivel donde se dan las órdenes o manejan los contactos políticos.

Minas de oro y tres periodistas asesinados

El auténtico fundador de Wagner es Dmitri Utkin, veterano de las fuerzas especiales rusas, mayor de Inteligencia y combatiente en Siria, el Donbás y Chechenia. El grupo apareció en esta región en 2014 y se extendió a Libia, Mali Siria y otros puntos de África. En Sudán se le vinculó con las minas de oro. En 2018 tres periodistas intentaron hacer un reportaje de los mercenarios en la República Centroafricana y fueron acribillados a tiros en una carretera, En 2019, un reportero británico quiso conocer algo más del pasado del grupo. Pregunto a un exparamilitar, un exoficial ruso que vivía en San Petesburgo. Sergei intentó atizarle con una pala en la cabeza y le amenazó: «La próxima vez te meto una bala en la frente».

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