Nadie puede realizar un gasto en el Levante UD sin pasar dos o tres filtros. Ante cualquier gesto anecdótico, como puede ser la donación de ... una camiseta o la entrega de un ramo de flores hay que justificarlo al detalle. El cinturón se ajusta al extremo. El club, bajo la gestión de su consejero delegado, José Danvila, está sometido a una estricta economía de guerra. El objetivo, como es bien conocido, estabilizar financieramente la entidad, a la deriva desde el ya célebre penalti cometido por Rober Pier en la prórroga del play-off de ascenso ante el Alavés.
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Porque el gran problema del Levante, a día de hoy, es de caja para atender a los pagos que se le reclaman cada día. Los ingresos en Segunda son muy inferiores a los gastos que se habían generado durante la presidencia de Quico Catalán, con el club asentado en Primera. De una categoría a otra, los derechos de televisión se multiplican por 20. Y claro está, también es sabido que las retransmisiones de los partidos son la principal fuente de ingresos para los clubes profesionales de fútbol en la actualidad.
El resto, desde los abonos, venta de entradas en cada partido, hospitality, las visitas guiadas por el estadio… reportan en su mayoría ingresos casi anecdóticos. Por eso, sin ascenso, para tener algo de capacidad de maniobra, el Levante habría necesitado realizar traspasos el pasado verano -Pablo Martínez y Kocho, principalmente, tras su notable Eurocopa- que no acabaron de realizarse. En este ejercicio (no el que se votará en la junta) se cuenta ya con el ingreso por el traspaso de Andrés García, aunque por contra habrá pérdidas superiores al millón y medio por los daños producidos por la dana en la Ciudad Deportiva de Buñol.
Todo esto, a pesar del dinero aportado por Danvila, por encima de los 24 millones. Principalmente, el empresario ha comprado deuda del Levante, por la cual el club pagaba intereses leoninos. Con un tipo que se fue a la mitad, el empresario ha aliviado al club, que sigue en una situación crítica. La realidad es que se necesita estar en Primera y, si esto no sucede, todo parece abocado a la entrada de inversores extranjeros.
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Al Levante le cuadraron las cuentas en la primera temporada en Segunda por la ayuda al descenso, pero todo se vino abajo al no subir de forma inmediata. El agujero, más bien socavón, era a 30 de junio de 2023 de 107,4 millones de euros. En ese ejercicio se habían generado pérdidas superiores a los 6 millones de euros. Esos son los principales datos hechos públicos en unas cuentas defendidas ya en 2024, esto es, más tarde de lo habitual en el Levante -y cualquier club de fútbol-, que suele celebrar su junta general de accionistas en diciembre.
La del ejercicio 23/24 ni siquiera se ha convocado, y esto ha disparado la preocupación y rumores que el propio Levante ha tenido que salir a desmentir. Pero es que todo esto viene alimentado por tres situaciones nada habituales y alarmantes en un club de fútbol. La primera, cuando a final de verano José Danvila tuvo que poner dinero de su bolsillo (otra vez) para poder inscribir a dos de los futbolistas, Pastor y Víctor. El consejero delegado aportó un millón de euros, que quizás le sea compensado en acciones cuando se celebre la junta general.
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A finales de diciembre, el empresario tuvo que firmar un crédito de 5,5 millones para poder pagar las nóminas de ese mes y de noviembre, además de la paga extra. El problema, de nuevo el mismo: falta de dinero en caja. Y ahora, en las últimas horas, el intento de rebajar el sueldo ha acabado en la salida del director deportivo Felipe Miñambres, y Julián Calero ha tenido que prescindir de su segundo entrenador, Antonio Carmona. Todas estas decisiones, que adquieren más relevancia cuando afectan al césped, forman parte de una reestructuración financiera que, resumido, es la reconversión del club con una estructura de Primera a otra de Segunda.
Porque ahora el Levante tiene ingresos de la categoría de plata, si no consigue traspasos millonarios: este verano se esperaba hacer caja, y nunca mejor dicho, con Pablo Martínez y Kocho, tras su notable Eurocopa, pero no fue así. Y de ahí vienen muchos de los problemas de liquidez que ha atravesado el club en este otoño e invierno. Mientras no ascienda a Primera, el Levante no se puede permitir a un director deportivo de Primera como Felipe Miñambres… y menos mientras se están realizando recortes en todas las áreas de la compañía.
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José Danvila por el momento tiene la confianza entre la mayoría de los aficionados porque gestiona una sociedad anónima deportiva en la que ha invertido. Él es el primero que arriesga su patrimonio, pero esto no reduce la preocupación. La situación de presente y de incierto futuro se explicará la próxima semana, una vez el Levante convoque al fin la junta general ordinaria para someter a votación las cuentas de la temporada 23/24… a falta de un tercio de la 24/25. Como en el anterior ejercicio de gestión de José Danvila, el director financiero, Pablo Safón, explicará a los periodistas los puntos económicos que afectan a la entidad granota, que se ha sometido en las últimas semanas a una auditoría a la que se comprometen todos los clubes adscritos a LaLiga.
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