La agenda valenciana de Mazón

El presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, participó ayer en el acto de homenaje a Manuel Broseta ante el monolito de la avenida Blasco Ibáñez dedicado al también político y abogado donde fue abatido por la banda terrorista ETA en 1992. Una presencia que no llamó la atención en especial dado que el también presidente del PP de la provincia de Alicante es, además, portavoz de los populares en la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP). Mazón acudió al acto y departió con autoridades y compañeros de partido –también estuvo la presidenta regional Isabel Bonig–. Por la noche, el dirigente popular fue entrevistado en el programa El Faro, el espacio que dirige Luis Motes.

Mazón tomó los mandos del PP de la provincia de Alicante incluso antes de que el congreso provincial le proclamara líder de esa formación. Desde que conquistó la presidencia de la Diputación –incluso desde que se confirmó su presencia en las listas municipales del PP de la ciudad de Alicante– el partido volvió los ojos hacia quienes muchos consideran la más clara referencia de presente y de futuro del PP valenciano. El dirigente provincial lleva lleva poco más de año y medio como presidente de la Diputación de Alicante. Pero desde entonces ya ha marcado distancias con cierta claridad respecto a algunas de las políticas impulsadas por el Consell del Botánico. La gestión de la pandemia es sólo uno de los aspectos con los que el dirigente popular ha mostrado su propio criterio –en línea con las críticas realizadas por la presidenta regional, Isabel Bonig–. Mazón ha marcado distancias también con el fondo de cooperación local, con la política hídrica, con los guiños del Consell de Puig y Oltra hacia Cataluña. Ayer mismo anunció mociones para exigirle a Puig y Sánchez que bajen impuestos a la hostelería y reprochó al primero que critique al PP por el caso del cártel de las productoras «si la multa a su hermano se la ha puesto Compromís».

El dirigente alicantino ha venido aprovechando su condición de máximo representante institucional de los populares valencianos –ningún otro cargo de ese partido preside una administración pública de las dimensiones y la influencia de la Diputación de Alicante– para multiplicar su presencia en Valencia. Actos institucionales, alejados del perfil orgánico con el que se le pretende vincular de forma permanente. El presidente del PP alicantino se ha erigido ya en una voz propia en su partido, sumándose a las de la dirección regional a la hora de poner en cuestión las políticas de PSPV, Compromís y Podemos. «Mucho anuncio, pero este Consell no pinta en Madrid ni en Bruselas», proclamó en una entrevista con este diario el pasado mes de octubre. Una visibilidad creciente, que le lleva a acudir a la capital con cierta asiduidad –el martes participó en la reunión convocada por la Generalitat para el esperado plan de ayudas para los sectores más afectados por la pandemia de coronavirus que tanto llevaban reclamando las diferentes asociaciones–. Una presencia que contribuye a dar oxígeno a ese debate respecto al futuro del liderazgo del partido, a pesar de que el barón alicantino insiste en mostrar su respaldo a Bonig, y que la presidenta regional reitera su voluntad inequívoca de optar a la reelección y a la presidencia de la Generalitat.

Ese debate, al que la dirección nacional del PP no sólo no es ajeno sino que en algún momento ha alimentado, no impide que el dirigente popular mueva sus fichas. Mazón admite en público y en privado que su objetivo pasa porque el PP alicantino «gane influencia en las decisiones de esta formación en Valencia y en Madrid». Amigo del secretario general del PP, Teo García Egea, apoyo de Pablo Casado en el congreso que le aupó a la presidencia del partido, el dirigente alicantino evita el error de abrir un melón, el del poder orgánico, que desviaría la atención sobre la gestión del Botánico y los enfrentamientos entre los socios. Pero consolida su presencia y su influencia en Valencia.