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El president Carlos Mazón, en la tribuna de Les Corts. Ivan Arlandis

Las claves de la comparecencia de Mazón

El president hará este jueves el relato de lo ocurrido el 29 de octubre, mostrará su determinación por liderar la recuperación, y deslizará los cambios que ultima en el Consell

JC. Ferriol Moya

Valencia

Miércoles, 13 de noviembre 2024, 00:03

El president de la Generalitat, Carlos Mazón, se enfrenta este jueves a la comparecencia más importante de cuantas ha protagonizado hasta la fecha en Les Corts. Ni el debate de investidura tras ganar las elecciones autonómicas ni las tres horas largas de discurso de la ... última comparecencia de política general. Mazón tiene ahora que explicar qué sucedió, qué falló y qué va a hacer a partir de este momento en relación con la DANA que el pasado martes 29 de octubre arrasó varias comarcas valencianas y que ha dejado a su paso más de 200 muertos y la sensación generalizada de que las administraciones públicas, todas, fallaron a sus ciudadanos.

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Mazón tiene que dar explicaciones. La comparecencia tendrá tres partes bien diferencias. La primera, dirigida a explicar la sucesión de acontecimientos que se produjeron a lo largo del martes 29 de octubre. Con un momento clave, el que marca el mail de las 18.43 horas por el que la CHJ avisa al centro de emergencias de la gigantesca subida de caudales del barranco del Poyo. Un antes y un después en la evolución hidrológica de la jornada, que es el que deja sin margen de maniobra la capacidad de enviar avisos o alertas a la población. Hasta esa hora la situación era la propia de una DANA razonablemente controlada. Desde esa hora toda reacción ya llegaba tarde.

El president realizará un relato pormenorizado de los avisos emitidos desde el centro de emergencias, que arrancan desde el mismo lunes y que incluirán, muy probablemente, esa reunión en delegación del Gobierno con presencia de la CHJ, policía, Guardia Civil, la UME y la demarcación de carreteras para seguir la evolución de la DANA y a la que no se invitó a la Generalitat. Y también, ya el martes al mediodía, las recomendaciones y alertas que los protocolos exigen que deben trasladarse a los ayuntamientos afectados. Incluida la constitución de los Cecopal –Centro de Coordinación Operativa Local-. Un aviso que apenas atendieron unos pocos consistorios.

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El president tiene la intención de explicar los avisos y alertas, los que se dieron y los que no, los que llegaron a tiempo y los que se enviaron inexplicablemente tarde, como ese SMS de las 20.12 horas del martes por el riesgo de rotura de la presa de Forata, justo cuando miles de ciudadanos tenían ya el agua al cuello por el caudal que había bajado por el Poyo. «Quizá no pusimos toda la atención en el caudal del Poyo», vino a decir Mazón el lunes. Utilizó el plural, pero la alusión iba dirigida claramente a la CHJ. El Cecopi acordó mandar la alerta masiva a la población previa deliberación y acuerdo de todos sus integrantes, después de que el Ministerio de Transición Ecológica, por boca de su secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, reconociera a Salomé Pradas, en una conversación telefónica mantenida a las 20:00 h que la presa de Forata corría un riesgo cierto, inminente y real de romperse.

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La actuación de la entidad que dirige, sobre el papel, Miguel Polo –dependiente de la vicepresidencia tercera y ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera- ocupará no poco espacio de la intervención del jefe del Consell. La Generalitat ha venido alegando que su actuación en relación con este drama hidrológico ha venido condicionada por la información que le facilitaba la CHJ. Sin conocimiento del incremento de los caudales, se venía a señalar, era imposible tomar medidas. Y durante ese día 29, la entidad envió avisos crecientes y decrecientes respecto a los caudales del barranco del Poyo. El que alertó de un nivel de agua fuera de control llegó demasiado tarde.

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En el análisis de los sucedido, claro está, la temeraria falta de actuaciones en un barranco para el que hace más de una veintena de años ya se proponían soluciones –presa de Villamarxant o presa de Cheste- que ningún Gobierno acabó adoptando. Con el agua que cayó el día 29, el barranco encauzado o no se habría desbordado igualmente. Pero las consecuencias y efectos que ha acabado teniendo habrían sido mucho menores.

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Mazón tendrá que aclarar –si no lo hace en su primera intervención, no le quedará más remedio que hacerlo en las de réplica a los portavoces de la oposición- por ese almuerzo con la periodista Maribel Vilaplana el día de la DANA, que ha acabado desvelando él mismo, y que provocó que no estuviera presente en el Cecopi en el momento de su constitución a las 17.00 horas. También la actuación, o la falta de ella, de la consellera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, máxima responsable del Cecopi, y a la que se le atribuye una absoluta incapacidad para adoptar decisiones, cuando no propuestas del todo punto desafortunadas, en las horas críticas de la jornada.

El jefe del Consell tendrá que referirse necesariamente al día después, a la lentitud en la respuesta de la administración, que es la que generó la ira y la indignación entre la población afectada, que veía pasar las horas y los días sin recibir ninguna ayuda. También sobre los motivos de no solicitar al Gobierno la declaración de emergencia nacional –como ha defendido Núñez Feijóo- a la vista de que Pedro Sánchez no lo hacía. «Si necesitan más recursos, que los pidan», dijo el presidente del Gobierno con un comentario que le marcará para siempre.

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Una falta de respuesta de horas y de días, debido a la magnitud del daño causado –puentes y carreteras cortadas, vehículos y enseres amontonados, sin tráfico en el AVE ni en la A-3…- que contribuyeron a extender la percepción de abandono entre los ciudadanos, plasmada de forma evidente con la rabia mostrada durante la visita a Paiporta de los Reyes, Sánchez y Mazón. Una lentitud incalificable, que ha generado desazón hacia la clase política y en particular hacia el propio president, con una multitudinaria manifestación que el pasado sábado reclamó su dimisión.

Pero Mazón no va a dimitir. No entra en sus planes. «Sería irresponsable», se señala desde su equipo. Ni se entendería una convocatoria de elecciones anticipadas para elegir un nuevo president –con su campaña electoral, su negociación para la investidura…- ni tendría la misma legitimidad un president que no hubiera sido votado por los ciudadanos. Mazón está a la gestión de la reconstrucción, a recuperar las zonas afectadas y a trata de poner su empeño en que la normalidad se abra paso en la Comunitat.

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Y ese será otro de los pilares de su intervención. El president, fuerte de ánimos según su entorno más cercano, ha asumido la indignación de los ciudadanos, ha reconocido que se han podido cometer errores, y está dispuesto a corregir la situación, porque es consciente de que desde ya, la única prioridad es la recuperación. No hay margen para el fango político, para el cruce de culpas ni para los ventajistas –aquello de amigos, enemigos, enemigos irreconciliables y compañeros de partido-.

Mazón tiene la intención de abrir una nueva etapa. Ya se ha anunciado que en cuestión de horas, siempre después de la comparecencia, anunciará una remodelación de su Gobierno. Desde la convicción de que es necesario abrir una nueva etapa, porque los objetivos del arranque de la legislatura han cambiado. El Gobierno del cambio, como lo bautizó el president, pasará a ser el de la reconstrucción.

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Y eso implica cambio de objetivos y también de perfiles. Un Consell dirigido a que las comarcas arrasadas recuperen su mejor versión en el menor tiempo posible. Porque las vidas que se ha cobrado la DANA y el dolor que han dejado esas pérdidas son irreparables. Pero la administración pública está obligada a mirar adelante, a dotar a cada municipio de los mejores servicios públicos posibles y a propiciar la llegada de infraestructuras e inversiones que propicien la recuperación y el crecimiento. Y desde luego, a tomar las medidas necesarias para que futuros sucesos meteorológicos como el del 29 de octubre no vuelvan a tener un impacto tan dramático.

La actuación financiera del Consell, como la implicación del Gobierno central a la hora de invertir en la mejora de infraestructuras será determinante. Ese es el motivo por el que Mazón se va a ver obligado a modular sus reproches al Ejecutivo de Pedro Sánchez. «Ahora necesitamos al Gobierno», admite un cargo autonómico en alusión a la administración central.

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¿Y esos cambios? Mazón trabaja con la previsión de relevar a la responsable de Seguridad y Emergencias, Salomé Pradas, a la que se atribuye una gestión ineficaz de la DANA, así como a la titular de Industria e Innovación, Nuria Montes, que protagonizó unas declaraciones sin empatía alguna hacia los familiares de los fallecidos, cuando proclamó que «no permitiría» que fueran a Feria Valencia para estar con los cuerpos.

Junto a ellas, la invisibilidad –por decisión voluntaria o ajena- de la portavoz del Consell, Ruth Merino, sustituida de facto en esa labor por la vicepresidenta Susana Camarero, y el creciente protagonismo de esta última, llamada a asumir aún mayores responsabilidades de las que ya ejerce, marcarán algunas de las novedades.

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Mazón trabaja en la creación de un departamento, quizá con el nivel de vicepresidencia, que se encargue de esa reconstrucción necesaria de la normalidad en las comarcas arrasadas por la DANA. Un escenario como el actual, con la conmoción que ha dejado a su paso esta tragedia, permite al president dejar en suspenso todas esas propuestas dirigidas a quitar grasa de la administración por la vía de reducir altos cargos y segundo escalón.

De modo que sobre la mesa de algunos de los despachos del Palau, la posibilidad de recuperar un Consell con más departamentos, como en su día tuvo el Botánico, pero justificado ahora en la necesaria intervención de lo público en la recuperación de la normalidad. Un Ejecutivo volcado en la recuperación, en hacer de lo que queda de legislatura un ejercicio de implicación en la vuelta a la normalidad. Con Mazón al frente, pero con un Consell nuevo.

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