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P. de Las Heras
Lunes, 12 de julio 2021
Los actos de traspaso de carteras entre ministros pueden ser anodinos, cargados de pronunciamientos meramente protocolarios y lugares comunes o pueden ofrecer algunos destellos de lo que realmente pasa por la cabeza de sus protagonistas. Y en los vividos este lunes, tras una de las ... más drásticas remodelaciones de un Gobierno que se recuerdan en democracia, hubo mucho de lo segundo. La jornada dejó ver a un José Luis Ábalos tocado y solo en su despedida, un Miquel Iceta dolido, un Félix Bolaños empoderado y una Carmen Calvo, colocada entre las grandes perdedoras de la crisis, serena y hasta contenta.
De todas las salidas, la del ministro valenciano fue la más alejada del ánimo festivo del traspaso de carteras, con un Ábalos abatido y solo. Ni ministros ni miembros de la ejecutiva socialista lo acompañaron en su adiós, lo que por ejemplo contrastó con la imagen que se vio en el recibimiento a Bolaños. Nadie se explica la caída en desgracia de Ábalos, más allá de que estaba muy quemado por asuntos como el 'Delcygate' o las ayudas a 'Plus Ultra', sobre las que en los próximos meses puede pronunciarse Bruselas. El ya exministro de Transportes ni siquiera dirigió las casi obligadas palabras de agradecimiento a Pedro Sánchez, lo que resultó esclarecedor respecto al tormentoso final. Lo que sí hizo fue reivindicar su labor y dejar caer a su sucesora, Raquel Sánchez, que tiene suerte porque recibe un ministerio en mejores condiciones que las que heredó él cuando accedió al cargo.
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No quedó ahí la cosa. El propio Ábalos presentó también ayer su renuncia a la secretaría de Organización del PSOE en una carta dirigida tanto a Pedro Sánchez como a la Comisión Ejecutiva Federal, y le sustituirá Santos Cerdán, secretario de Coordinación Territorial. En esa misiva, Ábalos destacó «la lealtad y el sentido del deber» que durante «cuatro intensos años» ha venido realizando dentro del partido y definió su marcha como una «decisión madurada y necesaria desde el punto de vista personal y familiar».
Otro que no ocultó su tristeza fue Miquel Iceta, desde enero ministro de Política Territorial y Función Pública y ahora titular de Cultura. Con Sánchez como líder sus planteamientos parecían haber encontrado eco. De ahí que ayer no ocultara su lamento. «Siento mucho dejar este ministerio. Aquí hemos puesto mucha ilusión y muchas horas», se sinceró.
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El contraste lo ofrecía Carmen Calvo. La actitud obsequiosa mostrada por la hasta ahora vicepresidenta primera y ministra de Presidencia, Relaciones las Cortes y Memoria democrática con Bolaños, su principal heredero, tiene un porqué más allá de su buena relación entre ambos. Fuentes del PSOE apuntan que Sánchez quiere que asuma la presidencia del Consejo de Estado en sustitución de la valenciana María Teresa Fernández de la Vega, a la que él mismo elevó al cargo en 2018.
La que fuera durante casi dos legislaturas la número dos de José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno -que como el propio expresidente y la plana mayor del Ejecutivo, acudió ayer a la despedida de la política cordobesa- ingresó como consejera del órgano consultivo del Ejecutivo en 2010 y ha pasado a la jubilación forzosa como magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Madrid tras cumplir 72 años.
«Este es el traspaso más amoroso de la historia de la política española», dijo la ya exvicepresidenta tras fundirse en un abrazo con Bolaños. Ambos han tenido que saber entenderse en muchos de los encargos realizados en los últimos tres años por Sánchez, desde la operación para exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos a, junto al exministro de Justicia, Juan Carlos Campo, los expedientes para los indultos a líderes del 'procés'; algo que en cambio no siempre les resultó fácil con el jefe del gabinete del presidente, el caído Iván Redondo. «Me voy agradecida y tranquila con una etapa cubierta y dispuesta a hacer por mi país lo que haga falta».
El discurso del ministro entrante tampoco estuvo exento de miga. Como secretario general de Presidencia, Bolaños ya desempeñaba muchas labores de supervisión. En el PSOE, donde siempre miraron a Redondo con recelo, su nombramiento ha sido bien recibido porque, a diferencia del experto en comunicación, él sí es socialista y, también entre bambalinas, ha realizado para el partido una importante labor como autor del reglamento interno.
A pesar de que él hizo pública el sábado una nota de despedida al presidente en la que daba a entender que su marcha era voluntaria, fuentes socialistas sostienen que a Redondo le han acabado penalizando sus ansias expansivas cuando pretendió hacerse con el Ministerio de Presidencia.
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