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Elisa asegura que su infancia fue tan feliz que la repetiría mil veces.

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Elisa asegura que su infancia fue tan feliz que la repetiría mil veces.

El álbum de la infancia de Elisa Escorihuela

La nutricionista recuerda los días largos y llenos de juegos, los primos criados como hermanos y los primeros años en Las Palmas de Gran Canaria, de donde regresó con acento canario

Sábado, 10 de abril 2021, 01:36

Los primeros recuerdos de la infancia de Elisa Escorihuela son de Canarias. Allí vivió de los dos a los cuatro años porque a su padre lo trasladaron a Las Palmas. «Aunque parezca increíble todavía tengo recuerdos, sobre todo de nuestros vecinos, con los que todavía tenemos amistad. Imagínate, volví de allí con un acentazo canario tremendo. Como entonces no había WhatsApp, mis padres me grababan hablando en cintas de casete para enviar a la familia en Valencia. Por lo que cuentan mis padres era una niña súper buena, me podían llevar a todos sitios».

De vuelta a Valencia, sus padres la matricularon en el colegio Teresianas, del que guarda muchísimos amigos. «Pero, desde luego, los recuerdos más especiales son los de las excursiones y convivencias. Eran las primeras salidas con los amigos y lo pasábamos en grande». Su hermana nació cuando ella tenía seis años. «Era como una muñeca para toda la familia, una niña muy movida con la que llegó la revolución».

Tenía vocación musical, como su familia paterna, y aprendió a tocar el violín. Su infancia está marcada por el tono de su pelo, y la llamaban petirroja. Sus padres le enseñaron a que era algo especial de lo que sentirse orgullosa. LP
Imagen principal - Tenía vocación musical, como su familia paterna, y aprendió a tocar el violín. Su infancia está marcada por el tono de su pelo, y la llamaban petirroja. Sus padres le enseñaron a que era algo especial de lo que sentirse orgullosa.
Imagen secundaria 1 - Tenía vocación musical, como su familia paterna, y aprendió a tocar el violín. Su infancia está marcada por el tono de su pelo, y la llamaban petirroja. Sus padres le enseñaron a que era algo especial de lo que sentirse orgullosa.
Imagen secundaria 2 - Tenía vocación musical, como su familia paterna, y aprendió a tocar el violín. Su infancia está marcada por el tono de su pelo, y la llamaban petirroja. Sus padres le enseñaron a que era algo especial de lo que sentirse orgullosa.

Lo mejor llegaba en verano, cuando Elisa se reunía con todos sus primos. «Íbamos de acá para allá todos juntos, ya que nos han criado como hermanos, y los veranos eran como una tournée. Parte lo pasaba en Dénia con mis abuelos paternos y luego nos íbamos a Benassal con mis primos. Cada año mi madre nos preparaba un uniforme oficial e íbamos todos iguales vestidos, incluso mis padres. Mi hermana y yo éramos las más pequeñas del grupo y nos lo pasábamos pipa viendo a los mayores (ya adolescentes) las trastadas que hacían».

En Benassal, Elisa aprendió a montar en bici. «Me enseñaron los amigos porque mi padre no tenía paciencia. Por las noches salíamos a cenar a la plaza un bocata, bailábamos en las verbenas, era muy divertido». Sus otros recuerdos son de Lleida, donde vive el resto de su familia. La infancia de Elisa ha sido divertida y muy movida. «Hemos viajado mucho y hemos vivido mil cosas divertidas todos juntos. Sólo puedo dar las gracias a mis padres y familia por todo lo que nos han dado y siguen dando», asegura la nutricionista.

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