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Andrés Cervantes ha desarrollado su carrera junto a Ana Lluch. Jesús Montañana

¿Quién es Andrés Cervantes?

El oncólogo cree que en la labor de investigador hay que tener «una cierta capacidad de soñar y no ponerse límites». Y mirarse en modelos. «Los alumnos son como los hijos, no hacen caso a lo que les decimos, sino que nos imitan»

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Domingo, 17 de noviembre 2019, 00:12

Andrés Cervantes es un médico de los de antes, un humanista que mira a los ojos a las personas, que se dirige con respeto a los pacientes y que intenta ponerse en su lugar, empatizando siempre con quien sufre. Vestido siempre con traje y corbata, le entrevistamos en la planta noble desde donde dirige Incliva, el Instituto de Investigación del Hospital Clínico, una de sus múltiples ocupaciones: es presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica, profesor en la Facultad de Medicina y, por si fuera poco, jefe de servicio de Oncología Médica en el Clínico. Habla, sin embargo, despacio, pensando sus palabras, sabiéndose, con humildad, un referente en el que muchos jóvenes médicos se miran.

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-¿Y si empezamos por el final?

-Eso mismo les digo yo a los médicos, que cuando hablen con un paciente empiecen por el final. Porque no se trata de contar una historia de intriga, sino de ir al grano.

-Le acaban de elegir presidente de Sociedad Europea de Oncología, pero además, es usted profesor, jefe de servicio... ¿cómo ha conseguido integrarlo en su día a día?

-El tiempo es finito, es cierto, pero el problema muchas veces es la eficiencia. Requiere dedicación, no se puede llegar a todo sin trabajar mucho, pero la integración en un equipo te permite compartir objetivos y también delegar actividades, como lo he hecho durante años con Ana Lluch en el servicio de Oncología, con quien ha sido un privilegio trabajar.

-¿Qué le ha movido para crecer como profesional?

-Cuando yo estudié Medicina tenía claro que quería ser médico para ayudar a la gente; creo que todo lo demás está supeditado a eso. La pasión por conocer y por servir la vi en mis padres y en otros profesores; son modelos que no se olvidan.

«Le diría al niño que fui:'trabaja, sé creativo yno te pongas barreras'»

-¿Hasta qué punto es importante la curiosidad en su trabajo?

-La base de la investigación es ser curioso; si no tienes, en el buen sentido, ambición por cambiar nada, es improbable que llegar a algo más. Creo que es importante, además, una cierta capacidad de soñar y no ponernos límites. ¿Por qué no la curación del cáncer o el Alzheimer? La viruela está erradicada y mataba millones de personas. Todo es cuestión de dedicación, estudio, curiosidad y creatividad.

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-¿Creatividad?

-Es una parte esencial del comportamiento científico; creo por ese motivo que las artes son muy importantes en la formación de los investigadores. ¿Por qué la música de Stravinsky no es igual que la de Bach? ¿O de Beethoven? La música es la medicina del alma.

-¿Usted se considera un modelo?

-Uno de mis profesores decía: «estos chicos saben muchísimo, pero para mí lo importante es que cuando se saluda un paciente darle la mano con respeto». Eso no se aprende en los libros. Los alumnos son como los hijos, no nos hacen caso, sino algo más grave, y es que nos imitan, con lo cual la responsabilidad es más grande todavía.

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Un sueño por cumplir

  • Música y literatura Al elegir Medicina Andrés Cervantes dejó de lado las Humanidades, que siempre le han fascinado. «Me gustaría aprender más, disfruto mucho con la música, la literatura. De estudiante me encantaba el latín, y admiro los textos de Cicerón, Julio César, Horacio, esa manera de expresarse...». Sueña con disfrutar de la literatura en algún momento, pero también de «alcanzar la plenitud sirviendo a las personas que más lo necesitan», explica el médico.

-¿Tiene hijos? ¿Alguno ha tomado su mismo camino?

-Ninguno me ha seguido, pero un padre tiene que entender que lo más importante es que sus hijos sean felices. También es verdad que la vocación se hace, y para ello es básica la dedicación.

-¿Qué le diría al niño que fue si volviera atrás?

-Me diría a mí mismo: «no te pongas barreras, sé creativo, trabaja y aprende». De niño me recuerdo a mí mismo esforzándome, así que me consuela pensar que si dentro de uno, dos o cinco años me veo obligado a hacerlo de nuevo para conseguir algo tengo mucho entrenamiento. Le diría a la gente que no renuncie a nada, que no se ponga barreras. Yo mismo, por las circunstancias de mi época aprendí inglés con veintiséis años, y hoy en día es mi lengua para hablar de ciencia.

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